Escrito por Alexis Massol
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Martes, 06 de Diciembre de 2011 02:05 |
La AEE y su Junta de Gobierno se han visto fuertemente sacudidas por múltiples escándalos sobre la falta de transparencia y una gobernanza desconectada de la realidad del país.
Con la llegada de José Ortiz a la presidencia, parecería que quedan atrás esos administradores, los bonos impropios, las dietas escandalosas y gastos superfluos. Parece dominar un nuevo discurso sobre la cultura administrativa necesaria. Hasta se incluyó un tono reconciliador con el pueblo sobre el tema del gasoducto.
El reconocimiento de alternativas abrió un espacio de oportunidades para pensar más allá de un choque entre un pueblo que mayoritariamente rechaza el gasoducto y un gobierno obstinado en su construcción. Esta apertura no debe ser torpedeada ni por las comunidades, ni por los políticos del Gobierno ni tampoco por políticos de la oposición que muy bien quisieran ver a las comunidades enfrentadas al gobierno de turno en año electoral.
En un país donde la última encuesta de este periódico evidenció la grave desconfianza generalizada sobre las instituciones de gobiernos y aquéllos que las gobiernan, las palabras ya no son suficientes: se requiere de gestiones a tiempo que pongan de manifiesto un compromiso genuino. De lo contrario, cualquier iniciativa potencialmente beneficiosa para el país quedaría eclipsada automáticamente.
Con la reciente publicación de la Evaluación Ambiental del Cuerpo de Ingenieros, regresa el fantasma del gasoducto y se descarrila la ruta necesaria que los abonados de la AEE esperan con la llegada de Ortiz.
Dentro de la superficialidad del análisis, algunos favorecedores de Vía Verde se alegraron con la noticia de que el Cuerpo de Ingenieros se encaminaría a dar un permiso final al proyecto. Sin embargo, el regreso de esta amenaza representa un retroceso del Gobierno en este tema.
A estas alturas el Gobierno debería saber que insistir en el gasoducto es la ruta del suicidio político. Luego de gastar millones de dólares en pautas, convencieron apenas al 17 por ciento del país. Ni los de su propio partido se dejaron engañar. ¿Cuántos votos pierde el Gobierno con cada comercial de Vía Verde?
Sobre el contenido del borrador de Evaluación Ambiental, el mismo rechaza entrar en los asuntos fundamentales de la controversia pública y se limita a examinar alternativas de posibles rutas. Aceptan que el proyecto es inseguro, que no hay gas para cumplir con las metas y que desconocen si los costos de electricidad bajarán con esta construcción. Estos temas fueron desatendidos por la agencia federal que actúa como un juez en el proceso de permiso. “Allá el gobierno local”, parece decir el entrelíneas de su análisis peligrosamente incompleto.
Todo luce como un lavado de manos y “que los puertorriqueños resuelvan”. Se trata como si en un juicio el juez se quitara y le dijera al acusado que dicte sentencia. La víctima será el pueblo y la sentencia será de muerte. Muerte a los ríos, a los bosques, muerte a la paz y tranquilidad de la vida de cientos de miles de puertorriqueños.
Las acciones del Cuerpo de Ingenieros tienen fuertes vicios de colonialismo ambiental. Por voz propia, ellos aceptan que no entraron en análisis críticos pues “nosotros confiamos en la AEE”.
Me pregunto, ¿se atreverían a decir eso y mucho menos a ponerlo por escrito si vivieran en nuestra Isla? ¿Habrían despachado los asuntos de seguridad e ingeniería si se tratara de un gasoducto en Estados Unidos continental? No me parece.
Ante esta situación regresa el asunto a su lugar de origen, donde debe ser atendido y una resolución favorable para el país puede lograrse. En este periodo navideño, el Gobierno tiene la oportunidad de crecerse y dejar el fantasma del gasoducto atrás. Insistir representa una declaración innecesaria de guerra ante un pueblo preparado para su autodefensa basada en las leyes del amor por nuestros hermanos y por los recursos que nos dan vida.
Sólo si el Gobierno retira su propuesta ante el Cuerpo de Ingenieros se consignaría la tregua que necesita nuestro país inmerso en tantos conflictos. Un nuevo amigo me dijo recientemente: “El diálogo necesario debe ir dirigido a proveer una determinación correcta en armonía con un pueblo que necesita descanso”. Busquemos un mejor futuro, caminemos hacia ese futuro dejando atrás aquello que nos golpea. (El Nuevo Día) |