Ya llegó quien tanto ha esperado, ya llegó el que tenía que llegar. Siempre tuvo su dedo levantado, como San Juan en la catedral. Se acabó el escabroso evento, habemus comisionado residente en el PPD.

Luego de un cúmulo de intrigas, omisiones, desprecios, acusaciones de racismo, hasta casi llegar al rechazo, el doctor en historia y abogado, de 36 años, Rafael Cox Alomar fue “escogido” al estilo muñocista, por el presidente del PPD, Alejandro García Padilla. En la primera presentación en la mañana, porque hubo dos, Alejandro le demarcó el largo de la soga, con energía delatora, enfatizó que su política es muy clara, “poner a nuestra gente primero”. Añadió que su prioridad es la vida cotidiana de la gente humilde de carne y hueso. ¿Usted los conoce hechos de otra cosa? Esta presentación estuvo huérfana de las figuras importantes del partido, es decir, estuvo esmirriá. Fue el primer asalto para la lectura de la cartilla. A los 20 minutos del anuncio llegó el aplauso y el apoyo del príncipe gallito y del principito pollito juyilón. Por el sur es que jumea. En la tarde se corrigió el error de proyección y estuvo reimundo y to’ el mundo, los elogios, loas y alabanzas, de los otroras guillotinadores, no se hicieron esperar.

¿Quién es esta figura? ¿Qué intereses representa? ¿Cuál es su catadura Moral y ética? ¿Cuál es su lealtad a sus principios y a sus creencias? ¿Se trata de otro político de oficio más?

Veamos. Se trata de un boricua negro, de sólida preparación académica, de formidable estructura de pensamiento y articulación envidiable. Procede de un sector acomodado, su padre cardiólogo de profesión, es su figura central. Leyendo las múltiples y extensas entrevistas y reportajes que le ha hecho El Nuevo Día, llegué a pensar que era huérfano de madre. Desde niño, al igual que sus hermanos, ha estudiado en escuelas privadas católicas. Completó su cuarto año en el Colegio San Ignacio. Su educación superior la completó en EEUU e Inglaterra. Bachillerato en Artes de Cornell. Doctorado en historia de Oxford, donde fue recipiente de la muy codiciada beca Marshall que otorga el Parlamento Británico. Se graduó de abogado en Harvard.

Por motivos de estudio o trabajo, ha vivido casi la mitad de su vida (16 de sus 36 años) fuera del país. Se inicia en la política nacional escribiendo artículos en El Nuevo Día, los cuales se hacen más frecuentes a partir del 2008. Esto ha llevado a que sus íntimos enemigos en el PPD lo hayan acusado de arribista y paracaidista que nunca ha hecho trabajo de base, “nunca ha pegado un pasquín”. Tremenda concepción de las cualidades de un dirigente. Lo cierto es que tiene poca calle y ligazón con las bases y para esto no se trata de pasquinar, sino de beber de las aspiraciones y tomar el pulso de los de abajo. Identificarse con sus necesidades y sus sueños, de esto evidentemente no da señales.

La verdad llana y contundente, basándonos en lo que le ha dicho a la prensa con su boca de comer, en diferentes instancias, es que entra a la política en déficit de credibilidad y firmeza. En este cortísimo tiempo ha proyectado una sumisión enfermiza, una ausencia total de autoestima y voluntad, no se ve por ninguna parte una consistencia ideológica y mucho menos una independencia de criterio. Nos convence a la soltá, con una facilidad inusual, que es capaz de tirar a la garuja sus convicciones y principios a cambio de un puesto inútil de pordiosero glorificado. ¿Para qué sirve la exquisita preparación, los conocimientos, si no hay voluntad, entereza y firmeza? ¿Dónde está la honestidad intelectual de este tipo?

En una entrevista que le hace El Nuevo Día, el 1 de mayo 2011, dice que Puerto Rico “tiene modalidades coloniales con las cuales tenemos que acabar”. En la misma entrevista el periodista le pregunta por su visión del ELA. Contesta: “El problema fundamental del ELA en este momento es que el Congreso legisla, pasa leyes que nos afectan a nosotros en todos los órdenes, pero nosotros no tenemos poder para interponer nuestros intereses en el Congreso. Ese es el problema más grande del ELA”. Tan solo cinco meses después, salivando ante la candidatura de Comisionado Residente, nos dice que Puerto Rico “no es una colonia. Es un status dinámico”. El tipo va más lejos. En un derroche de sumisión y bocabajismo infinito, nos dice: “Voy a Washington a respaldar la agenda de Alejandro García Padilla, que es bien clara, poner a nuestra gente primero”. Es decir, que va esnú, sin agenda, luego que cacareó de su visión, su estrategia integral como Comisionado. Me parece verlo con la latita recogiendo fondos federales.

Estamos ante un nuevo político de oficio, oportunista, haciendo suyas desde el saque todos las malas mañas de los políticos marrulleros, la mentira, la tergiversación, la deshonestidad intelectual y lo más penoso, la sumisión a un “líder” que no sabe si va o si viene, y a quien él pudiera muy bien darle clases. Si alguien tiene un conocimiento profundo de lo que es el coloniaje, por lo menos teóricamente, es este maestro, inclusive ha escrito sobre el coloniaje en el Caribe.

Cox Alomar tendría que explicarnos cuándo en estos 5 meses ha cambiado siquiera uno de los 43 renglones o áreas de intervención directa y continua del gobierno de EEUU en nuestro país que afectan la vida cotidiana de nuestro pueblo.

¿Qué dinamismo tiene un status que al mes de ser promulgado, ya su máximo líder comenzaba a hacer gestiones para “transformarlo”? Durante esa década de finales de los cuarentas y principio de los cincuenta, un cerebro preclaro, no domesticado, cuestionó desde dentro del PPD todas las bases del embeleco del ELA. El poder inmenso y el mesianismo que representaba Luis Muñoz Marín, le pasó el rolo a Vicente Geigel Polanco, que luego recogió sus argumentos y planteamientos en un libro, “La falsa del Estado Libre Asociado”, el cual no le recomiendo a Cox porque sé que como León Felipe, se sabe todos los cuentos y lo ha leído todo. Claro, el problema no es de conocimiento sino de honestidad, ya eso es más serio y difícil de superar.

A este representante corporacionista, cooptado y manipulado por los príncipes del sur, promovido por El Nuevo Día y rechazado por el mismo sector que le hizo la vida de cuadritos a don Ernesto Ramos Antonini, que le dio de codo y marginó a Willy Miranda Marín, le digo con pena y dolor que “la oportunidad de ser grandes siempre escapa de la mano de los hombres pequeños”.

Hoy yo debería estar alegre porque un afrodescendiente escale un puesto importante, no importa en qué partido o en qué organización. Esa representación la necesitamos malamente en todas partes y lugares, pero no a ese costo de orfandad intelectual y ética, no revolcándose en un bache de estiércol.

Con Martí te digo, hermano, que nada hay más doloroso que un “talento servil”.


* El autor es un líder deportivo y político comunitario del área Oeste y miembro de la Junta Directiva de CLARIDAD.