México, 1ro de juio, 2018 (PL) A la tercera va la vencida y con ella Andrés Manuel López Obrador fue elegido hoy de manera contundente como el próximo presidente de México en los próximos seis años.
Así lo indican encuestas de salida y lo reconoció uno de sus rivales, José Antonio Meade, candidato de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), del presidente Enrique Peña Nieto; del Verde y Nueva Alianza.
Meade no esperó a los resultados oficiales, y con ello pone la soga al cuello a Ricardo Anaya, de la coalición de Frente por México, con quien compite por el segundo lugar de la contienda según datos de la encuestadora Mitofsky-Televisa, difundida por la televisora.
López Obrador gana con cómoda ventaja (entre 43 y 49 por ciento) y con el también triunfó la coalición Juntos Haremos Historia, pero sobre todo el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que fundó y es el partido de más reciente registro nacional.
Morena consiguió avances muy importantes que lo catapultan como la primera fuerza política. No gobernaba en ninguna entidad federativa y hoy las encuestas de salida le dan las gobernaciones de Tabasco, Chiapas, Veracruz, Morelos y la Ciudad de México.
Según las proyecciones también tendrá gran impacto en el Congreso de la Unión, donde se multiplicarán sus diputados y senadores.
Los grandes perdedores fueron el PRI, y los partidos Acción Nacional (PAN), del candidato presidencial Ricardo Anaya, y el de la Revolución Democrática, cuya cúpula se fue a la derecha con el panista.
Morena fue hoy un terremoto, dijo un analista aquí, aunque López Obrador ha prometido un cambio gradual, ordenado pero contundente para el país, del cual pretende 'desterrar la mafia del poder'.
En lo económico pretende mantener el equilibrio macroeconómico, pero también protagonizar medidas de índole social para beneficio de sectores preteridos, entre ellos adultos mayores, jóvenes y hacedores del campo mexicano.
Su victoria además tendrá un impacto internacional. Pero sobre todo en el continente.
México se va a la izquierda, cuando en Latinoamérica campea una mayoría de gobiernos articulados a la derecha en la Organización de Estados Americanos y el llamado Grupo de Lima, con franca intervención contra Venezuela, y silencio cómplice sobre situaciones como las de Brasil y Argentina, con alta volatilidad social y política.
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