La reciente clasificación olímpica de Jasmine Quinn, David Smith y William Barnes, ha provocado la reacción de algunos que cuestionan su inclusión en la delegación del #EquipoPUR de #DestinoRio. Sus respectivos apellidos maternos son: Camacho, Sánchez y Feliciano. Hijos y nietos de la diáspora, estos atletas han mostrado interés de participar bajo la bandera de Puerto Rico, desde incluso antes de tener marcas olímpicas.
Sin embargo, el recibimiento que han obtenido no ha sido del todo cálido. Algunas de las reacciones cuestionan sus intenciones, sus raíces o su calidad deportiva.
Pensé escribir descargando mis frustraciones. Pensé hacer un escrito estadístico de la población en Estados Unidos y de los 4.8 millones de personas que se autoclasificaron como puertorriqueños en el último censo. Quizás hablar de los miles de atletas de otros países que en los últimos diez años han cambiado de bandera, sin necesariamente tener relación alguna con el “nuevo” país. Tal vez escribir sobre los estatutos del Comité Olímpico de Puerto Rico (COPUR) y su definición de “puertorriqueño”, que claramente incluye a la diáspora. Pensé en ir a la historia de nuestro país y resaltar todas las aportaciones de la diáspora al desarrollo nacional o de los grandes momentos en nuestro deporte en que un puertorriqueño de “la banda allá” ha sido protagonista.
Pero, por encima de todo creo que es más importante que conozcamos los trasfondos e historias de estos nuevos integrantes del #EquipoPUR.
David Smith fue identificado mediante investigación de reclutamiento por el COPUR para finales de 2014. Luego de estudiar su trayectoria en el evento de salto a lo alto, se viajó a la Universidad de Auburn y a las finales de pista cubierta de la NCAA para reclutarlo. Para ese momento, David saltaba alrededor de 2.22m (7 pies, tres pulgadas y media), siendo la marca olímpica 2.29 (7’ 6 ¼”). Sólo algunos pudimos ver cómo se le iluminó la cara a David Smith cuando se le habló de la posibilidad de poder participar por Puerto Rico. “I can’t wait to tell my mom” (no puedo esperar para decírselo a mi mamá), decía. Su madre es de Bayamón y se llama Sonja Sánchez, hija de Francisco Sánchez. David se comprometió a participar por Puerto Rico, vino al Campeonato Nacional de Atletismo 2015 y ganó. Intentó hacer la marca impuesta por el COPUR para Toronto 2015 y se quedó corto por un centímetro. A principios de este año, nos envió su plan de trabajo contemplando poder hacer la marca olímpica para verano. Se nos adelantó. David no ha pedido nada a cambio, sólo que le enviemos algunas camisas del #EquipoPUR.
William Barnes fue recomendado al COPUR por su abuelo, Andrés Feliciano Torres, natural de Guayanilla. Como muchas familias puertorriqueñas entre los ’50 y los ‘60, la suya emigró a New York y se establecieron en el Bronx. Allí en el Bronx, donde Puerto Rico se respira en cada esquina, conoció a Nilsa Torres, de quien nació Ann Louis Feliciano, la madre de William Barnes. Don Andrés me escribió para febrero de este año. No sé quién le dio mi correo electrónico. Para esa fecha, William no había logrado la marca olímpica ni había empezado la temporada de pista al aire libre. Las palabras de Don Andrés en su correo fueron, entre otras: “Le escribo en nombre de mi nieto William. Estaríamos honrados en que William pudiera representar a Puerto Rico y hacer de nuestro sueño una realidad.” Nuestra respuesta fue positiva y logramos comunicación con Will, quien aseguró que lograría la marca y que no podía esperar para ponerse el uniforme de Puerto Rico. William Barnes logró marcar 13.47 en 110m-Vallas a finales de abril (nueva marca nacional), dos meses después de que un abuelo orgulloso de su herencia hiciera el acercamiento.
Jasmine Quinn, es hija de María Camacho, natural de Trujillo Alto. Luego de hacer la marca olímpica su entrenador de la Universidad de Kentucky se contacta con directivos del Comité Olímpico de Puerto Rico para explorar su elegibilidad. Lo interesante del asunto es que Jasmine ha sido invitada a los US Olympic Trials en julio de este año, con el potencial de hacer el equipo olímpico de dicho país. Jasmine le condicionó a USA su participación, sujeto a que les quedara claro que ella sólo correría bajo la bandera de Puerto Rico. A tales efectos, nos ha pedido redactar una carta al respecto para enviarla a la Federación Internacional de Atletismo. De hecho, decidió poner el apellido de su madre primero en su última competencia, en aras de llevar un claro mensaje: Jasmine Camacho-Quinn. Explicarles por escrito la emoción de María, la madre de Jasmine cuando habló conmigo es imposible. Me ofrecí a enviarle algunas camisetas de Puerto Rico en gesto de bienvenida y simplemente me dijo: “No se preocupe, nuestro clóset está lleno de camisas de Puerto Rico.”
Nuestras delegaciones deportivas están repletas de historias como éstas. Hijos de la diáspora que al parecer tienen que demostrar su puertorriqueñidad, probar su lealtad de antemano. Los nacidos en Puerto Rico no son los únicos dignos de llevar la camisa nacional.
Juntos somos más. Ésa es la consigna del abrazo a la diáspora. No sólo en el deporte, sino en las luchas que damos día a día. Ser puertorriqueño no es un mero dato biográfico. Nuestros poetas bautizan como puertorriqueños a los que nacen en la Luna, nuestros músicos le cantan a los boricuas ausentes. Ser boricua es una actitud de vida, un sentimiento, una expresión, un ejercicio de autodeterminación, no una designación hecha por terceros.
Nuestra diáspora es y será parte integral de nuestras delegaciones deportivas. Los seguiremos recibiendo, abriéndoles puertas que pensaron no existían. Desfilarán en los actos de apertura, llevando el nombre del país en el pecho, con el mismo orgullo, con la misma dignidad, con la misma emoción, con su mano en el pecho mientras escuchan su himno subidos al podio. Puerto Rico es una sola nación, pero dividida. Si algo puede reunirnos, es el deporte. ¡Bienvenidos Boricuas!
El autor es Director del Departamento de Alto Rendimiento del COPUR.
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