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El silencio cómplice de Obama y Hillary sobre Brasil PDF Imprimir Correo
Escrito por Emir Sader   
Lunes, 09 de Mayo de 2016 15:10

-lula_dilma

Nunca Estados Unidos ha estado tan aislado en el continente, como en este siglo. Desde que Lula fue elegido presidente de Brasil, en 2002 y, enseguida, al comienzo de su política exterior, conducida por Celso Amorim, el país frenó la firma del Alca (Área de Libre Comercio de las Américas), se inició un proceso de consolidación y expansión de los proyectos de integración regional, que aislaron, como nunca antes, a Estados Unidos en América Latina.

 

 



La elección de Néstor Kirchner en Argentina, en 2003, permitió que los dos más importantes gobiernos de América del Sur, constituyeran un eje alrededor del cual se fortaleció el Mercosur, se constituyó Unasur, el Consejo Suramericano de Defensa, hasta llegar a la Celac, que dio por terminada, finalmente, la Doctrina Monroe en América Latina.

Frente a esa realidad de hecho, los gobiernos de los EEUU han tratado de incentivar polos alternativos, como la Alianza para el Pacífico, centrada en México, Perú y otros gobiernos neoliberales del continente, sin gran éxito. Después de intentar erigir a México como alternativa neoliberal en la región, vio fracasar rápidamente al gobierno de Peña Nieto. Al igual que lo que pasó con el gobierno de Sebastián Piñera en Chile.

Mientras tanto, actuaba en los márgenes posibles, como fueron los casos de los golpes blandos en Honduras y en Paraguay.  En Honduras el rol de Hillary Clinton fue decisivo, como le han increpado ahora en los debates de las primarias demócratas, cuando ella confirmó su participación en el golpe.

Frente al aislamiento en continente, EEUU buscaba convivir con los gobiernos de Brasil. Obama se valía de su fair play exaltar a Lula como “the guy”, frente a la irrecusable proyección internacional del presidente brasileño, pero tuvo dificultades con Dilma para justificar las escuchas ilegales en el gobierno de Brasil. Hillary visito a Dilma, supuestamente para aprender con las experiencias de éxito de las políticas sociales, para darle un barniz progresista en su campaña, que necesitaba para consolidar su apoyo entre los negros y los latinos, para triunfar en las primarias.

La inesperada elección de Mauricio Macri abrió’ las puertas para el sueño norteamericano de romper el eje de integración entre los gobiernos de Brasil y Argentina. Después de negarse a intervenir para evitar el absurdo de la acción arbitraria de un juez norteamericano en favor de los fondos buitres, Obama corrió rápidamente a visitar al nuevo presidente argentino para expresar la identidad de los EEUU con la nueva política económica del gobierno argentino y su disposición de abrir una nueva fase en las relaciones entre los dos países.

Frente al golpe blando en curso en Brasil, el silencio tanto del presidente norteamericano como de la favorita para sucederlo es ensordecedor. Mientras quiere aparecer como defensores de la democracia frente a regímenes como los de Venezuela y Cuba, cuando se esboza el más grande golpe blando existente hasta ahora en el continente, tanto Obama, cuanto Hillary lo logran esconder que su silencio es señal de aprobación al intento de sacar al PT del gobierno, por la vía de un golpe.

El sueño de reconstituir un eje neoliberal en el corazón de América del Sur, como había existido entre los gobiernos de Cardoso y de Menem, parece volverse realidad, aun si fuera de manera hipotética, muy precario y de corta duración en Brasil. Sería el punto de apoyo para aislar y buscar derrotar a los gobiernos con que los EEUU siempre se han incomodado más en la región: los de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

Una complicidad escandalosa con los golpistas demuestra cómo el Imperio siempre supo que la política del gobierno brasileño es esencial para la resistencia a su dominación en la región y cómo el Imperio no cambia sus posiciones, apenas se adapta a situaciones adversas. Pero el prestigio de EEUU en el continente está definitivamente afectado, aún más cuando la decadencia económica norteamericana no le permite competir con los extensos acuerdos de China y Rusia en toda la región. Pero la política imperial norteamericana nunca ha dejado de embarcarse en las aventuras golpistas en la región, como las vergonzosas actitudes actuales de Obama y de Hillary lo comprueban.



- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

http://www.alainet.org/es/articulo/177159#sthash.Rlx416Hy.dpuf

Nunca Estados Unidos ha estado tan aislado en el continente, como en este siglo. Desde que Lula fue elegido presidente de Brasil, en 2002 y, enseguida, al comienzo de su política exterior, conducida por Celso Amorim, el país frenó la firma del Alca (Área de Libre Comercio de las Américas), se inició un proceso de consolidación y expansión de los proyectos de integración regional, que aislaron, como nunca antes, a Estados Unidos en América Latina.

 

La elección de Néstor Kirchner en Argentina, en 2003, permitió que los dos más importantes gobiernos de América del Sur, constituyeran un eje alrededor del cual se fortaleció el Mercosur, se constituyó Unasur, el Consejo Suramericano de Defensa, hasta llegar a la Celac, que dio por terminada, finalmente, la Doctrina Monroe en América Latina.

 

Frente a esa realidad de hecho, los gobiernos de los EEUU han tratado de incentivar polos alternativos, como la Alianza para el Pacífico, centrada en México, Perú y otros gobiernos neoliberales del continente, sin gran éxito. Después de intentar erigir a México como alternativa neoliberal en la región, vio fracasar rápidamente al gobierno de Peña Nieto. Al igual que lo que pasó con el gobierno de Sebastián Piñera en Chile.

 

Mientras tanto, actuaba en los márgenes posibles, como fueron los casos de los golpes blandos en Honduras y en Paraguay.  En Honduras el rol de Hillary Clinton fue decisivo, como le han increpado ahora en los debates de las primarias demócratas, cuando ella confirmó su participación en el golpe.

 

Frente al aislamiento en continente, EEUU buscaba convivir con los gobiernos de Brasil. Obama se valía de su fair play exaltar a Lula como “the guy”, frente a la irrecusable proyección internacional del presidente brasileño, pero tuvo dificultades con Dilma para justificar las escuchas ilegales en el gobierno de Brasil. Hillary visito a Dilma, supuestamente para aprender con las experiencias de éxito de las políticas sociales, para darle un barniz progresista en su campaña, que necesitaba para consolidar su apoyo entre los negros y los latinos, para triunfar en las primarias.

 

La inesperada elección de Mauricio Macri abrió’ las puertas para el sueño norteamericano de romper el eje de integración entre los gobiernos de Brasil y Argentina. Después de negarse a intervenir para evitar el absurdo de la acción arbitraria de un juez norteamericano en favor de los fondos buitres, Obama corrió rápidamente a visitar al nuevo presidente argentino para expresar la identidad de los EEUU con la nueva política económica del gobierno argentino y su disposición de abrir una nueva fase en las relaciones entre los dos países.

 

Frente al golpe blando en curso en Brasil, el silencio tanto del presidente norteamericano como de la favorita para sucederlo es ensordecedor. Mientras quiere aparecer como defensores de la democracia frente a regímenes como los de Venezuela y Cuba, cuando se esboza el más grande golpe blando existente hasta ahora en el continente, tanto Obama, cuanto Hillary lo logran esconder que su silencio es señal de aprobación al intento de sacar al PT del gobierno, por la vía de un golpe.

 

El sueño de reconstituir un eje neoliberal en el corazón de América del Sur, como había existido entre los gobiernos de Cardoso y de Menem, parece volverse realidad, aun si fuera de manera hipotética, muy precario y de corta duración en Brasil. Sería el punto de apoyo para aislar y buscar derrotar a los gobiernos con que los EEUU siempre se han incomodado más en la región: los de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

 

Una complicidad escandalosa con los golpistas demuestra cómo el Imperio siempre supo que la política del gobierno brasileño es esencial para la resistencia a su dominación en la región y cómo el Imperio no cambia sus posiciones, apenas se adapta a situaciones adversas. Pero el prestigio de EEUU en el continente está definitivamente afectado, aún más cuando la decadencia económica norteamericana no le permite competir con los extensos acuerdos de China y Rusia en toda la región. Pero la política imperial norteamericana nunca ha dejado de embarcarse en las aventuras golpistas en la región, como las vergonzosas actitudes actuales de Obama y de Hillary lo comprueban.

 

- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

 

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