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A 37 pasos de Obama y a 37 años de la Justicia PDF Imprimir Correo
Escrito por Carlos Muñiz Pérez   
Sábado, 30 de Abril de 2016 04:09

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«El esclarecimiento del asesinato de mi papá representaría una reivindicación histórica por parte del gobierno de Estados Unidos y de Puerto Rico, para hacerles justicia a aquellos que construyeron el camino para que muchos cubanos pudieran viajar y regresar a Cuba y para que a fin de cuentas, Obama pudiera pisar Cuba por primera vez».

 

 

 

Salimos de almorzar de un restaurante cerca de Paseo, una avenida del sector El Vedado en La Habana, Cuba, y vimos cómo la gente se aglomeraba a lo largo de la calle esperando a ver si pasaba. Por supuesto que nos animamos a sumarnos a la novelería y, con un poco de suerte, también poder verlo. La gente alrededor hablaba más de “la Bestia” que de él. Había mucha gente en la calle, llena de expectativas. Yo también tenía las mías.

En el 2008 y en el 2011 escribí dos cartas que le envié a Obama solicitando su apoyo y acción administrativa, en su deber ministerial, para que el FBI y la CIA desclasifiquen y le entreguen al Departamento de Justicia de Puerto Rico toda la información que tienen en sus manos y que incluye los nombres de los responsables del asesinato de mi papá, Carlos Muñiz Varela, el 28 de abril de 1979. Ninguna de las dos cartas fue contestada. Ni siquiera nos llegó un acuse de recibo. En el 2008 el entonces gobernador de Puerto Aníbal Acevedo Vilá escribió una carta a Obama que tampoco ha recibido contestación hasta el momento.

Ya habíamos planificado y comprado los pasajes para ir a Cuba en Semana Santa cuando nos enteramos de la visita de Obama a La Habana. Queríamos que mi familia por parte de los Muñiz, que viven en Colón, Matanzas, y los Varela en La Habana, conocieran a mi hijo Álvaro. Era una enorme casualidad. O el pie forzado de una historia que está aún por contarse.

En una entrevista que le hizo la periodista de TeleSur, Arleen Rodríguez, a Jesús Arboleya, doctor en Ciencias Históricas, ante la visita de Obama a Cuba, ella le pregunta y cito:

“…cuando se enfrenta un momento como el 2014, o este mismo de la visita de Obama, ¿en quién piensas, en quiénes piensas que han sido protagonistas todos estos años?”. Arboleya contesta: “En primer lugar, siempre he estado todos estos días pensando en amigos muy queridos que ya no están […], que encabezaron lo que se debió llamar la izquierda cubana en los Estados Unidos, a contrapelo con toda la política norteamericana, y que por esa razón fueron víctimas de la más feroz represión. Esas actitudes han tenido también sus mártires, uno de ellos es Carlos Muñiz Varela, asesinado en Puerto Rico en 1979…El caso de Carlos es un caso que tiene mucha actualidad….hasta yo creo que un acto de justicia de Obama en función de los derechos humanos y la defensa de las libertades dentro de los EEUU y de territorios ocupados por los EEUU, como es el caso de Puerto Rico, valdría la pena que Obama hiciera un esfuerzo por esclarecer el asesinato de Carlos Muñiz Varela y me consta que eso se lo han pedido de muchas maneras…”.

La visita de Obama a Cuba es histórica por todo lo que representa en términos de la relación de la isla y los Estados Unidos, y porque aún se mantiene el embargo. En su discurso en La Habana, Obama hizo un llamado a no mirar hacia el pasado y a enfocarnos en el futuro común de estos dos países. En ese llamado, parecería que pide que se olvide a las víctimas de terrorismo dentro de los EEUU y Puerto Rico por parte de grupos de la extrema derecha cubana que actuaron y aún se mantienen en total impunidad gracias al amparo del propio gobierno estadounidense.

Ese apoyo o encubrimiento por parte del FBI y de la CIA a estos grupos, es lo que Obama no quiere recordar y, mucho menos, reconocer: que en esos años de la llamada “Guerra Fría” estas agencias actuaron contrario a la política del presidente Carter y fueron cómplices de múltiples asesinatos, incluyendo el de mi papá.

Lo que se le olvidó decir a Obama en su discurso, es que en ese futuro que aspira mirar y construir están los terroristas impunes que cometieron estos asesinatos. No hacer justicia es mantener la puerta abierta para que actos como estos vuelvan a ocurrir. Es reconocer que el estado le da continuidad a la maquinaria de estas agencias de inteligencia que operan en contra de la democracia y de los derechos humanos. Es justificar lo sucedido. Y en ese futuro en el que se mantiene la impunidad como una de sus herramientas para callar, yo no estoy dispuesto a creer. ¿Con qué moral se habla de justicia y de democracia?

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El esclarecimiento del asesinato de mi papá representaría una reivindicación histórica por parte del gobierno de Estados Unidos y de Puerto Rico, para hacerles justicia a aquellos que construyeron el camino para que muchos cubanos pudieran viajar y regresar a Cuba y para que a fin de cuentas, Obama pudiera pisar Cuba por primera vez.

Hace 37 años el mensaje de los grupos terroristas de la extrema derecha cubana, en este caso encarnado por Comando Cero era: “Cualquier cubano o puertorriqueño, en realidad cualquier americano que viaje a Cuba, independientemente de sus motivos, es considerado nuestro enemigo. Cualquier cubano que vaya a Cuba, en grupos turísticos, o individualmente, nos veremos forzados a juzgarlo como hicimos con Muñiz Varela”. Imagine escuchar hoy ese mensaje en la radio y saber que no se le hará nada a quien lo dijo, aun conociendo su identidad.

Justo cuando llegamos a la esquina, pasó Obama dentro de “la Bestia” que dobló a la izquierda en la calle Paseo en camino al juego de pelota. Estuvimos a 37 pasos de Obama. Estuvimos tan cerca. Si hubiese tenido un cartel, quizás él lo habría visto.

Me pasaron muchas cosas por la mente en ese breve instante. Pensé en mi abuela y en la esperanza de poder decirle que por fin se haría justicia; en mi tía Miriam y su hermosa rebeldía (como diría Mayra Montero); en la incondicional amistad de Raúl y Ricardo y el fruto de su sacrificio; en los cincuenta y cinco hermanos; en Andrés; en Rafael; en las familias cubanas que pudieron viajar y regresar a Cuba a través de Viajes Varadero; en mi familia cubana, la de Miami y la de Cuba; en el avión de Barbados; en los cubanos que se fueron y no han regresado; en el amor de mi madre y su lucha por nosotros; en mi familia de amigos que tanto nos han apoyado; en mi amada Neeltje, por su amor, su lucha, y la posibilidad de vivir y celebrar juntos la justicia por Carlos; pensé en Álvaro, mi hijo de un año y diez meses, y en la posibilidad de volver a Cuba, esta vez, para celebrar la justicia obtenida, luchada, la de su abuelo.

Fuente: El Nuevo Día

 

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