San Juan, Puerto Rico - Cuando el calor del pueblo cubano arropó al presidente Barack Obama por las calles de La Habana Vieja, en su visita oficial de dos días y medio, posiblemente asaltó su mente la figura de la puertorriqueña Ana Belén Montes, la exanalista superior en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), arrestada el 20 de septiembre de 2001 por pasar durante 17 años información de alto valor estratégico a Cuba para que se protegiera de posibles agresiones de Estados Unidos.
El sueño de Ana Belén, actualmente de 59 años de edad y encerrada bajo extrema seguridad en la prisión del Federal Medical Center (FMC) en Carswell, ubicado dentro de una base aeronaval en Fort Worth (Texas), en el que se provee tratamiento de salud mental a confinadas, era que las relaciones entre Washington y La Habana fueran normales.
Por eso, desde la admisión de Obama de que la política hostil por más de medio siglo de Estados Unidos hacia la isla socialista del Caribe ha sido un fracaso, se ha estructurado en Puerto Rico una Mesa de Trabajo por la Libertad de Ana Belén Montes.
“En principio lo que buscamos es un trato justo para Ana Belén, como primer paso hacia su liberación”, manifestó a la agencia Inter News Service (INS) el abogado puertorriqueño Salvador Tió, coordinador internacional de la Mesa de Trabajo.
El “trato justo” que se reclama es porque Montes, arrestada por agentes del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) transcurridos nueve días de los atentados terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington, que el 11 de septiembre de 2001 sembraron el pánico en la más poderosa nación del mundo, actualmente es mantenida bajo severas restricciones con limitados contactos con el exterior.
Su admisión el 16 de octubre de 2002 ante el juez federal en Washington Ricardo Urbina, igualmente de origen puertorriqueño, de ser “correctas y verdaderas” las imputaciones de la fiscalía de que pasó desde 1985 información de alto valor estratégico a Cuba, originó una condena a 25 años de prisión en rigurosas condiciones y otros cinco de libertad condicional, mas la libró de la pena de muerte.
Para obtener esa sentencia los abogados de “La Reina de Cuba” –como la denominaron sus pares en la inteligencia norteamericana por sus conocimientos sobre la nación caribeña– consiguieron, mediante negociación con la fiscalía federal, que se cambiara la acusación de alta traición por conspiración para espionaje.
En el desarrollo del juicio sumario, el 16 de octubre de 2002, Ana Belén Montes se dirigió al juez federal, reafirmó la convicción que tuvo para colaborar con Cuba al pasarle información sobre las estrategias militares de Estados Unidos, que incluyeron operaciones en América Central, en particular en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, y la invasión a Afganistán.
“Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia”, dijo entonces.
Con la serenidad que la caracteriza, según allegados suyos, Montes añadió: “Yo no entiendo cómo nosotros continuamos tratando de dictar cómo Cuba debe seleccionar sus líderes, quiénes no deben ser sus dirigentes y qué leyes son las más adecuadas para esa nación. ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?”
“Mi mayor deseo sería –dijo ante el magistrado federal, sin imaginar quizás que no pasaría tanto tiempo para que comenzara ese proceso–, ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento”.
El 17 de diciembre de 2014, a la par que lo hacía en La Habana el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, el mandatario Obama anunció en Washington, tal como ambicionaba Montes, un cambio en la política de Estados Unidos hacia la mayor de las Antillas, que calificó de “anticuada”, después de de más de 50 años para “dar inicio a un nuevo capítulo entre las naciones de las Américas”.
También anunció el retorno de Alan Gross, tras cinco años preso en Cuba por realizar actividades para la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), un brazo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y el regreso a Cuba de Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, que llevaban 15 años encarcelados en Estados Unidos por espionaje.
Obama reveló que la liberación de los tres cubanos, que formaban parte junto a René González Sehwerert y Fernando González Nordelo de Los Cinco Héroes –como los declaró Cuba–, se produjo a cambio de “uno de los más importantes agentes de inteligencia que los Estados Unidos han tenido en Cuba y que ha permanecido en prisión durante casi dos décadas”.
Se refirió el mandatario norteamericano, aunque no lo dijo en ese momento, al cubano Rolando Sarraff Trujillo, un miembro de la Seguridad del Estado, según divulgaría luego el diario The New York Times citando fuentes, y del que no se ha hablado más, contrario a Los Cinco, que están activos en el ámbito de la solidaridad nacional e internacional.
Algunos sectores, vinculados al movimiento independentista puertorriqueño, resintieron que nada se dijera entonces de Ana Belén Montes. Otros han reconocido a la agencia Inter News Service que ese es un tema sobre el cual no se puede especular porque “quizás no era el momento”.
Ahora, mientras avanza el proceso de normalización de las relaciones entre ambas naciones, la realidad es que la prisionera 25037-016 del Federal Medical Center en Fort Worth, no ha sido olvidada, pues mientras los puertorriqueños coordinan la intensificación del reclamo para que mejoren sus condiciones carcelarias, en Cuba figuras como los cantautores Silvio Rodríguez y Vicente Feliú se han sumado “a un mejor trato para Ana Belén Montes”.
“Queremos que ella pueda tener más comunicación y más contacto con el exterior”, expresó Tió, al confirmar que la experimentada abogada Linda Backiel, vinculada a la defensa de luchadores independentistas puertorriqueños, gestiona con el representante legal de Montes en Estados Unidos, Plato Cacheris, la posibilidad de visitarla en la prisión como una forma de abrir canales de contacto.
Junto con esta iniciativa, expuso Tió, también se impulsa la publicación de un libro sobre Ana Belén Montes, que además de acercar su vida a la gente, contribuya a recaudar fondos para la campaña que conduzca a que se cambien sus actuales condiciones carcelarias y, finalmente, para su liberación.
Esto implica que si el presidente Obama no hubiera tenido del todo presente –cuando el día de su llegada a Cuba el pasado 20 de marzo recorría las calles de La Habana Vieja– que ha obrado en coincidencia con las aspiraciones que tuvo Ana Belén Montes al obedecer “a mi conciencia más que obedecer la ley”, comenzará a escuchar los latidos nacionales e internacionales “en reclamo de justicia”, tal como indicó Tió.
Y por si no fuera suficiente, ahí estarán como un eco las palabras de Montes: “Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político”.
VINCULADA A SU PATRIA
* Nacida en una base militar de Estados Unidos en la antigua Alemania Federal, el 28 de febrero de 1957, donde su padre, el militar psiquiatra Alberto Montes, estaba destacado acompañado de su esposa Emilia, Ana Belén Montes tiene una profunda identidad nacional puertorriqueña, ya que siempre estuvo vinculada a su patria, recordó su prima hermana, la periodista y escritora Miriam Montes Mock a la agencia Inter News Service (INS).
* A los 22 años, en 1979, Ana Belén Montes obtuvo en la Universidad de Virginia una licenciatura en Relaciones Internacionales. Después alcanzó una maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins, en Washington.
* En 1985 entró como analista a la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA). Y a partir del año 1992 pasó al Pentágono como especialista en asuntos cubanos, lo que la llevó bajo el manto diplomático a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana para estudiar el comportamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. En 1998 la DIA la envió otra vez a la nación antillana para observar el desarrollo de la visita del papa Juan Pablo II.
* Perteneció al grupo súper secreto de trabajo sobre Cuba –carece de un nombre formal–, que integran los principales analistas, entre otros, del Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Entre sus pares en el espionaje norteamericano, Ana Belén Montes se ganó el sobrenombre de “La Reina de Cuba” por sus conocimientos sobre la nación caribeña.
* El 20 de septiembre de 2001, nueve días después de los atentados terroristas en Nueva York y Washington, fue arrestada en su oficina por agentes del FBI, que ya la tenía bajo sospecha.
* Su número de prisionera es 25037-016 y tiene como fecha tentativa de liberación el 1 de julio de 2023.
* El abogado Salvador Tió ha instado a que se escriba por su excarcelación al presidente Barack Obama y a su santidad, el papa Francisco.
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