Ayer murió un rebelde llamado Ángel Luis Gandía Bonhommes. Los que lo conocieron saben que nunca se rindió tuviera o no la razón.

Los que lo conocieron saben que se educó él mismo, que comenzó su biblioteca robando libros de la empresa de encuadernación en la que trabajó en Nueva York.

Los que lo conocieron saben que su pasión por la palabra escrita fue tal que se hizo prensista, aprendió a operar una imprenta en todas sus partes con la única idea de divulgar la palabra incendiaria de la revuelta.

Gandía en un momento dado fungía a la vez como el prensita, el mecánico y el linotipista en su taller del periódico Claridad y cuando terminaba en la imprenta se iba a la calle a distribuir el mismo con sus manos aun manchadas de tinta. Todos lo que allí trabajaron además tuvieron que defender con plomo y fuego la integridad de aquella imprenta, aunque nadie los ha considerado héroes de la libertad de prensa por alguna razón que aun no alcanzo a entender. No obstante, tengo que aclarar que a él cualquier homenaje le disgustaba, pues era incompatible con la médula de su ser que era la rebeldía.

Así Ángel Luis vivió en carne propia la persecución, la cárcel, la tortura por no renunciar a su condición de rebelde.

No tengo recuerdos de un padre que me ayudara todos los días en las asignaciones. Sus apariciones eran más bien esporádicas, pero extraordinarias, no estuvo siempre que lo necesité, para nada fue así, pero cuando estaba y me leía un cuento no eran los tres cerditos, me leía los Tres Héroes de José Martí.

Mi padre me inculcó la pasión por la lectura en la tradición de los prensistas de la clase obrera que con el libro se robaron el fuego de Prometeo para encender la flama de la revolución.

Hoy teniendo su vida aun fresca solo me queda agradecerle su rebeldía y esos momentos esporádicos en que cuando yo era niño me decía que yo tenía los ojos más bellos del universo y me daba un beso en cada uno de ellos.

Para los que lo conocieron, sus compañeros le vamos a recordar juntos el sábado 12 de marzo a las 3:00 pm en el Cementerio Municipal de Manatí.

El autor es hijo de Ángel Luis Gandía Bonhommes.

Tomado de su página en Facebook.