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Louis Raymond, aquel Betances insospechado PDF Imprimir Correo
Escrito por Paul Estrade   
Viernes, 08 de Abril de 2011 05:39

betancesre(Orléans, Francia).  Quien ha leído a Ramón Emeterio Betances sabe que durante buena parte de su vida de proscrito éste usa el seudónimo El Antillano, abreviado a veces en E. A. La respetable rúbrica tiene un uso tan repetido y oportuno que en consecuencia al Padre de la Patria Puertorriqueña se le llegaría a conocer como El Antillano por antonomasia.



Según la valiosa investigación de Emilio Godínez Sosa, Betances emplea el seudónimo por primera vez en un artículo aparecido el 5 de mayo de 1869, en el periódico La Revolución, publicado por la emigración patriótica cubana de Nueva York. Sus últimos artículos de 1897, en La République Cubaine de París, vienen firmados todavía con las inconfundibles iniciales de E. A.

Esto no es ya ningún disfraz, aunque pudo serlo al principio. Es un símbolo, una bandera, un programa, un ideal. Los enemigos del viejo revolucionario lo tienen identificado desde lustros. La firma DREB, E. A., El Antillano: es la del doctor Betances en persona. Si en algún momento, en Cuba, allá por 1838 ó 1839, existe un primer Antillano (Manuel Arteaga y Betancourt), toda confusión es imposible medio siglo después. Pero, ¿en los años ‘60, cómo firma Betances?

Depende del propósito y las circunstancias. Su incipiente obra científica publicada en francés sale rubricada por el Docteur Bétancès. Esto ocurre al imprimirse en París su memoria sobre la osqueotomía (septiembre de 1864). Sus proclamas revolucionarias, antes y después de Lares, cuando no son anónimas o firmadas por un colectivo, ostentan el nombre del doctor Betances, como se lee al pie de los Diez mandamientos de los hombres libres (1867). Y cuando hace obra literaria, traduciendo del latín y adaptando al castellano una comedia de Plauto a la que pone por título La Botijuela (New York, 1863), firma Bin-Tah.

Bin-Tah

Sigue objeto de conjeturas el por qué de tal seudónimo tan exótico. Manuel María Sama, al revelar el nombre real del traductor en su Bibliografía Puerto-riqueña (1887), explica lo que desde aquella fecha suele repetirse: “Detrás de ese seudónimo (Bin-Tah es una palabra india que significa Corazón herido), se oculta modestamente el traductor, Dr. D. Ramón Emeterio Betances”. Ada Suárez Díaz edita la pieza en 1970 y comenta: “Si es cierto que Bin-Tah significa Corazón herido, es muy posible que la frase aluda al estado de ánimo de Betances”. La tradición, apoyada en las confesiones de Betances y en las indicaciones de Brau, considera en efecto que el doctor, después de la muerte de su idolatrada novia Carmelita Henri (1859), vive durante varios años ensimismado en el recuerdo de la muchacha querida, sin resortes psíquicos para emprender la recuperación.   

No está tan seguro que así pasara. El inmenso y profundo dolor no le impide volver pronto a conspirar por la independencia patria, inseparable, en la isla, de la liberación de los esclavos y, en el archipiélago, de la independencia de las demás Antillas. Hay constancia de que trabaja sigilosamente por la “Restauración” de la República Dominicana reincorporada a España (1863-65). Desde luego, disimula su verdadera identidad en aquellas tareas, pero ¿qué necesidad tiene de entreabrir su corazón donde a nadie le interesa la confidencia?

Si por un lado relacionamos el seudónimo escogido con el lugar de publicación y la fecha en que, con toda intención, dice que acaba el trabajo – 4 de julio de 1862 – , y si por otro lado vemos en Bin-Tah, de acuerdo con un posible significado de “tah” (diccionario Larousse del árabe moderno, edición de 1973), algo equivalente a “hijo del que trabaja bien y concluye cabalmente lo que ha comenzado”, surge una nueva interpretación posible. Del mismo modo que Lincoln, decretando la abolición, prolonga y concluye satisfactoriamente la obra iniciada por Washington el 4 de julio de 1776, Betances se compromete a llevar a cabo, en Puerto Rico y las Antillas, por la independencia de la nación y el fin de la esclavitud, la emancipación americana empezada por Washington y continuada por Lincoln. ¿Es atrevida la hipótesis? Por cierto. Sencillamente porque no está claro el motivo que tuviera Betances de disfrazarse de árabe en 1862; aunque tampoco queda fundamentado el motivo que tuviera de escoger de modo circunstancial un seudónimo procedente de la India.

Louis Raymond

Dejando de lado las discusiones lingüísticas y las hipótesis, hoy podemos precisar algo insospechado y seguro. Antes de firmar con el seudónimo de Bin-Tah su producción neoyorquina, el literato Betances rubrica en París, por los años 50, con el seudónimo de Louis Raymond sus escritos en francés. Para dos de ellos no cabe la menor duda.

La obra literaria de Betances es pobremente conocida, apenas valorada. Fundamentalmente, la parte que se conoce, traducida al español, procede de la antología rudimentaria realizada por Bonafoux (Barcelona, 1901), y está constituida por poemas y cuentos. La pieza más interesante que se le ha añadido, sólo en 1998, es el relato indianista llamado Los Dos Indios, cuya traducción del francés se le debe a José Emilio González. De Ada Suárez Díaz a Francisco Moscoso, pasando por Félix Ojeda Reyes, la opinión común es que ese “episodio de la conquista de Borinquen” fue escrito en 1855. Pero de Les courtisanes de Paris (versos) y Un cousin de Louis XIV (comedia en verso), cuya existencia se menciona en varias reseñas biográficas redactadas en vida del doctor, las más recientes biografías de Betances sólo citan, por ser desconocidas estas dos obras, la fecha supuesta de su publicación (1853).

Confesamos que a pesar de horas y horas de pesquisa, durante años, en los fondos de la Biblioteca Nacional de Francia, no hemos podido dar todavía con ellas, pero al fin y al cabo algo nuevo descubrimos: la existencia de un autor llamado Louis Raymond, autor en 1853 de Courtisanes à Paris y en 1857 de Les Deux Indiens.

La revista semanal Bibliographie de la France ou Journal Général de l’Imprimerie et de la Librairie, en el número 19, correspondiente al 7 de mayo de 1853, señala en la página 307, la publicación muy reciente de Courtisanes à Paris, In-8° d’une feuille, Imp. de Thunot, Paris, en vers, par Louis Raymond. Desgraciadamente no parece haber sido depositada en la BnF. Como el título no coincide exactamente con el señalado en las referidas biografías, este dato no probaría que la obra fuese de Betances si en la misma BnF no existiera, como existe providencialmente, otra obra de dicho Louis Raymond: ¡Les Deux Indiens!

Ésta es la edición original del texto únicamente conocido hasta ahora por una copia desprovista, además, de la tapa y la primera plana, por lo que la fecha de publicación propuesta nunca había sido comprobada. Cotejado este texto con la versión fotocopiada llegada a los betancianos, resulta ser el mismo. La tapa amarilla del pequeño libro, conservado en excelente estado, reza : Les Deux Indiens. Episode de la conquête de Borinquen, par Louis Raymond. Toulouse, Typographie de Bonnal et Gibrac, Rue Saint-Rome, 46. 1858. El libro tiene 108 páginas, del tamaño convencional in-8°. Les Deux Indiens ocupan las páginas 5-102, los 152 versos octosilábicos y alejandrinos del poema A Borinquen cierran el libro (pp.103-108).
Esa publicación hecha en Tolosa evidencia que en 1857, desde Puerto Rico, Ramón Emeterio seguía manteniendo relaciones en esa ciudad donde estudia hasta 1848.

La fecha de 1858 debe ser corregida y sustituida por la de 1857. Primero, porque en la página interior se lee 1857. Segundo, porque hay un sello oficial que dice “Dépôt Légal – Hte Garonne – n°252 – 1857”. Tercero, porque la oficiosa y bien documentada Bibliographie de France [...]anuncia la salida del libro en su n° 50, o sea el 12 de diciembre de 1857 (p. 616).

Dudas levantadas y problemas pendientes

Al anunciar el libro y describirlo, el semanario lo atribuye, creemos por distracción, a ... ¡Mme Raymond! Por aquellos años la señora Emmeline Raymond, conocida por Madame Raymond, autora de libros destinados a las madres y amas de casa, era desde luego más famosa que el joven provinciano Louis Raymond. Pero son tan distintos. Las respectivas obras se encargan de disipar por sí mismas cualquiera duda al respecto.

Sin embargo, el embrollo no termina aquí. En 1858, a mediados de septiembre, sale en París otra publicación anónima titulada Les Deux Indiens. ¿Se trata de alguna reedición? De ninguna manera. El folleto de unas meras cuatro páginas forma parte de una colección de tratados religiosos. Años más tarde reaparece Louis Raymond (seudónimo), un poeta, autor de Le chemin de la vie (1889) y de Le Livre d’Heures du souvenir (1896). Basta abrir estos dos poemarios para constatar en seguida que Betances no tiene nada que ver con ese segundo Louis Raymond. Si acaso sabe de él no debe preocuparle mucho la usurpación del nombre: ya Betances no lo utiliza.

De modo que, a reserva de encontrar alguna huella de la comedia perdida, escrita también en 1853, y que lógicamente debería ser otra obra de Louis Raymond, éste no dio a la estampa sino Courtisanes à Paris (texto desconocido), Les Deux Indiens y A Borinquen (los mismos textos que se conocían, pero sin nombre de autor ni fecha de publicación). A no ser que Betances usara ya esa identidad fingida antes de 1853 en los artículos políticos que declaró haber esparcido por la prensa francesa a partir de 1850-51.

Queda por dilucidar la razón que tuvo Betances, estudiante en París en 1853, médico en Mayagüez en 1857, de acudir a ese seudónimo, en sí anodino, por ser corrientes los dos nombres de pila yuxtapuestos. Louis Raymond ... Luis Ramón: valerse de Ramón para disfrazarse sin dejar de ser el mismo, se entiende, porque Emeterio por su rareza lo hubiera traicionado, pero ¿de dónde brota ese Luis? ¿a quién remite? ¿en qué esfera buscarlo? ¿la de los familiares, de los  condiscípulos, de los maestros, de los inspiradores, de los rebeldes?

Paul Estrade es profesor emérito de la Universidad de París VIII. Especialista de la historia cubana en el siglo XIX y del pensamiento y obra de José Martí, Estrade ha publicado en Puerto Rico algunos trabajos sobre Betances, realizados en colaboración con el doctor Félix Ojeda Reyes. Ambos, tanto Estrade como Ojeda Reyes, se han impuesto la tarea de publicar las Obras Completas del Padre de nuestra Patria.

 

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