“… Tenemos una doble tarea, enterrar el ALCA y el modelo económico imperialista, capitalista por una parte, pero por la otra a nosotros nos toca, compañeros y compañeras, ser los parteros del nuevo tiempo, los parteros de la nueva historia, los parteros de la nueva integración, los parteros del ALBA”. -Hugo Chávez, Mar de Plata, 2005
El 4 y 5 de noviembre de 2005 se celebró la IV Cumbre de las Américas en Mar de Plata, Argentina, donde se dio coto al tratado continental de libre comercio propuesto por EEUU, conocido como el Área del Libre Comercio de las Américas (ALCA), una iniciativa de recolonización continental.
Se inauguran los años dorados de la vanguardia antineoliberal de principios del siglo XXI que promueve un bloque de gobiernos progresistas (Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) que buscaron contrarrestar políticas que atentaban contra la soberanía nacional y agudizaba las asimetrías.
El epicentro de este movimiento antineoliberal se ubica en el eje Habana-Caracas, bajo la dirección de Fidel Castro y Hugo Chávez establecen la Alianza Bolivariana para América (ALBA) fundada el 14 de diciembre de 2004 en Cuba [1].
A 10 años del No al ALCA, nos encontramos en un escenario de agotamiento de los modelos propuesto por esos Gobiernos progresistas, que para aquel entonces fueron protagónicos en el proceso de ofensiva contra el neoliberalismo pero ahora se encuentran infiltrados por corrientes internas y externas que apuestan por un capitalismo “humano” o “correctamente gestionado” en alianza con capitales foráneos, cuya variante podría ser que no sólo provienen de potencias tradicionales sino también, de países emergentes como Rusia y China.
El progresismo, un adjetivo ambiguo
El progresismo en nuestros tiempos refiere a una amplia gama de tendencias políticas que nos obliga a hacer una diferenciación:
Por un lado existen los progresismos de centro-izquierda que promueve una administración más autónoma de los recursos nacionales sin plantearse una superación del capitalismo, por ejemplo: actualmente los gobiernos de Brasil y Argentina promueven políticas que reducen parcialmente las asimetrías entre las clases, sin embargo, el carácter reformista de estos procesos populares-nacionales, los hace vulnerables a ser sometidos bajo los intereses de las clases que tradicionalmente se han beneficiado del capital foráneo.
Por otro lado, existen los progresismos que se reivindican antimperialistas, a pesar de estar amenazados por corrientes que promueven el desarrollismo [2], asumen una postura propositiva ante la superación del capitalismo y del sistema-mundo pauperizador. Ejemplos claros de este tipo de posturas las podemos encontrar entre los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Venezuela donde se han propuesto iniciativas que reivindican el poder popular constituyente y promueven el control soberano de los recursos naturales para invertirlos en políticas sociales y ecológicas basadas en la filosofía Sumak Kawsay [3].
El neoliberalismo en tiempos de polarización
Paralelo al agotamiento de los modelos propuestos por los distintos gobiernos progresistas, irradian del seno de la Triada (EEUU, Europa y Japón), pilar fundamental del orden mundial, tres megaproyectos que se basan en las mismas premisas que el ALCA, pero ahora aplicadas a una área geográfica más amplia y con algunas lecciones aprendidas de sus fracasos en 2005, como la necesidad de reforzar el secretismo de las negociaciones, aplicar una rigurosidad mayor con respecto a los mecanismos de protección de inversiones así como ampliar la legislación de las privatizaciones de los servicios públicos y patentes de productos farmacéuticos.
Estamos hablando del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP por sus siglas en inglés), negociado en secreto entre EEUU y la Unión Europea; el Tratado Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), que ya firmaron Australia, Brunei, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam, Canadá y México; y el más amplio en cuanto a territorialidad se refiere, el Acuerdo Internacional sobre Comercio de Servicios (TISA), que conglomeraría dos terceras partes del comercio mundial de servicios a través de la alianza de 51 países [4].
El propósito de esta contraofensiva neoliberal es el mismo que se han planteado históricamente desde la Secretaría de Estado de EEUU, impulsado a través del panamericanismo desde 1889: trastocar las dinámicas nacionales con la incorporación de los países a una geopolítica del capital construida por Tratados/Zonas de Libre Comercio negociados a espaldas de los pueblos, con la implicación de eliminar las barreras arancelarias, levantar las restricciones al capital extranjero, forzar a los Estados a reducir el gasto público y social, además de crear mecanismos de protección a la inversión extranjera que pueden obligar al Estado a sentarse en el banquillo de los acusados en un tribunal internacional por aplicar medidas proteccionistas [5].
Las incoherencias del neoliberalismo
Con la promulgación del Tratado de Makarresh (1994) que crea la Organización Mundial del Comercio (OMC), los Estados Industrializados han encausado a la economía internacional hacia un proceso paulatino de apertura, satanizando toda iniciativa que pretenda fortalecer la economía nacional autónomamente de los capitales transnacionalizados. A pesar de esto, con una actitud hipócrita, los capitalismos de primer orden han logrado fortalecerse únicamente a través de la implementación de medidas proteccionistas promovidas por sus Estados [6].
El Estado, a pesar de que los ideólogos apologéticos al neoliberalismo lo nieguen, cumple un rol fundamental en la promoción del orden neoliberal.
Es verdad que este sistema abre las vías para que el capital privado se apropie de funciones principales del Estado como el mantenimiento de la soberanía nacional y autodeterminación política, el suministro de servicios públicos como el agua, la electricidad, la educación, la salud, la alimentación, la seguridad, entre otros.
No obstante, la teoría neoliberal plantea que la infraestructura para la movilidad de las mercancías como aeropuertos, puertos, autopistas, carreteras, y, el reforzamiento de la maquinaria coercitiva, esenciales para mantener el orden a la hora de aplicar los paquetazos neoliberales, sean financiadas por las arcas públicas que en definitiva son manejadas por la institución estatal.
El neoliberalismo se basa pues en un relato mágico promovido por Milton Friedman y sus “Chicago Boys” [7], ya que ni la idea de la reducción del Estado, ni la concepción de que la apertura a los capitales transnacionales es la solución al “subdesarrollo”, han sido comprobadas científicamente.
A modo de conclusión
1. El progresismo, en su presentación reformista o revolucionaria, logra frenar a finales del siglo XX y principio del siglo XXI al neoliberalismo, con diferentes grados de radicalidad. Sin embargo, por el actual auge de las corrientes que promueven el mito del “capitalismo humano”, no se ha podido desarticular el metabolismo del capital globalizado, teniendo como consecuencia que éste se fortalezca y se adapte a las limitaciones impuestas a su funcionamiento durante esta ola de cambios y trasformaciones sociales.
2. Ninguno de los preceptos del neoliberalismo han sido aplicados por las potencias capitalistas industrializadas para fortalecer sus aparatos productivos nacionales. A pesar de que los ideólogos neoliberales promuevan que la economía no sea un tema tratado por el Estado, la figura estatal ha sido, es y será un instrumento fundamental para la constitución del orden neoliberal.
3. Se observa dentro de los diversos países donde marchan procesos progresistas un “empate catastrófico” [8], donde existe la presencia no sólo de una oposición con capacidad de movilizar un bloque de la población en contra de los proyectos antineoliberales sino de promover una propuesta programática de un modelo país distinto a la orden de los capitales transnacionales.
4. Este empate, la baja de los precios de las materias primas y las indefiniciones de parte de la dirección política de los gobiernos progresistas, permeados por corrientes neodesarollistas, pueden ponerle fin al ciclo de cambios y transformaciones sociales y darle paso a la dictadura del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo. No obstante, hablar de un fin de ciclo actualmente es negar la capacidad de los pueblos en lucha de reorganizar y aglutinar sus fuerzas e ir a la avanzada, así como lo plantea la estrategia de la Guerra Popular Prolongada.
Notas:
[1] Posteriormente denominada la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América – Tratado Comercial de los Pueblos (ALBA-TCP). A esta iniciativa se incorpora Bolivia (29 de abril de 2006); Nicaragua (11 de enero de 2007); en 2008, Honduras (25 de agosto de 2008, actualmente suspendida a raíz del golpe de Estado al residente Zelaya en 2009); y Dominica (26 de Enero de 2008); Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda (24 de Junio de 2009); Santa Lucía (30 de julio de 2013); Granada y San Cristóbal y Nieves (14 de diciembre de 2014).
[2] Esta tendencia toma fuerza por las condiciones históricas de los procesos de transformación social que apoyaron estos gobiernos, pues el boom de los precios de los comodities y posterior redistribución de la renta nacional controlada por el Estado, proveniente de la actividad extractiva, fue la base material para el aumento de la inversión social y el gasto público que logró reinvertir muchos de los efectos de la larga noche neoliberal en sus países.
[3] Significa “Buen vivir” es una filosofía que tiene como origen la mitología kichwa conocida entre las tribus andinas, aplicado como principios constitucionales en Ecuador y Bolivia
[4] Recuperado el día 15-10-2015 en: http://www.telesurtv.net/bloggers/TISA-amenazante-secreto-ofensivo-20150831-0012.html.
[5] Este hecho ha sucedido en diversas oportunidades como por ejemplo “ El reclamo incorporado por la estadounidense Phillip Morris contra Uruguay, de 2 mil millones de dólares debido a los anuncios en las cajetillas de tabaco […] Ecuador fue sentenciado a pagar 2 mil 300 millones de dólares a Occidental Petroleum por la construcción de un pozo en el Amazonas, y Libia pagó 900 millones de dólares de ”beneficios perdidos” de un proyecto turístico en que se habían invertido 5 millones de dólares.” Recuperado el día 10-10-2015 en: http://www.telesurtv.net/bloggers/TISA-amenazante-secreto-ofensivo-20150831-0012.html.
[6] Por ejemplo, la Unión Europea aplica el Pacto Agrícola Común (PAC) destinando anualmente cerca de 50.000 millones de € (47 % de su presupuesto) para subsidiar la agricultura al igual que EE.UU., con la Ley Agrícola “Farm Bill”, que nació en el 2008 con una dotación de 300.000 $ millones. Recuperado el día 8-10-2015 en: http://www.telesurtv.net/bloggers/Naufragio-del-TTIP-20151007-0002.html
[7] En Venezuela llamaron IESA Boys a los ideólogos del neoliberalismo de los 80, asesores presidenciales de Carlos Andrés Pérez que en su mayoría pertenecía al Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) que hoy persigue los mismos objetivos, la formación de cuadros políticos tecnócratas de derecha. [8] García, A. Linera (2015) Democracia, Estado, Nación. Editorial Trinchera C.A, Caracas – Venezuela. p.84.
Fuente: Rebelión |