Honduras es hoy un país sumido en una crisis estructural de gran envergadura; su clase dominante, conservadora de la A a la Z, ha sido tan incapaz que ni siquiera ha logrado desarrollar un sistema capitalista dependiente cabal. Lo único que se le ha ocurrido es vender todo lo que se puede, reduciendo el Estado al simple papel de administrador del caos total.
A esta fórmula, tan simple como destructiva, le han agregado un aumento exponencial de los niveles de corrupción, al extremo que tipos como Fujimori, Peña Nieto, Salinas de Gortari y otros lucen como simples pillos de poca monta frente a los gobernantes hondureños de turno. La impunidad reina sin discusión, y hasta con la complicidad descarada de organismos como la tristemente célebre OEA, y, por supuesto, con la complacencia activa de los Estados Unidos.
La consolidación de una oposición fuerte, coherente, con una fuerte dosis de patriotismo y ánimo de construir otra Honduras, ha sido requisito indispensable para mantener la esperanza en un pueblo que vive permanentemente en frustración y desengaño. Sin embargo, como era de anticiparse, las dirigencias del Partido Liberal y el Partido Anticorrupción, han apostado seriamente a favor de la continuidad del desastre cuando han determinado que su camino no es el de la unidad.
Claro que a través de varios meses de lucha indignada, superando muchos obstáculos que van desde el oportunismo vil hasta la cooptación y dirección de los centros de poder norteamericanos, el pueblo hondureño ha madurado mucho su idea de lucha contra el régimen y los intereses que representa. Inteligentemente, el pueblo entiende que Juan Orlando Hernández, no es más que un payaso en el gran circo de dominación que nos imponen por la fuerza; que la historia nos da la razón cuando rechazamos la militarización del país.
Que las dirigencias del Partido Liberal y PAC renuncien a la lucha unificada no debería sorprender; ellos nunca han propugnado por un cambio profundo en Honduras. Este país trágico donde la iglesia, los periódicos, los políticos, las ONG, y muchos otros órganos se han confabulado para engañar para siempre a un pueblo que ya está cansado de ellos.
Queda con la bandera de la oposición el Partido Libertad y Refundación, LIBRE, que debe ser coherente con sus principios, sus estatutos y las razones por que lo convirtieron en la esperanza de un mañana para este país, tantas veces manipulado. Y no es LIBRE oposición porque sí; quizá el error más grande que se comete es creer que el Partido Nacional y Juan Orlando Hernández no les importa la desgracia del pueblo hondureño, en realidad no les ha importado nunca, defienden sus intereses y eso seguirán haciendo, cueste lo que cueste y haciendo lo que tengan que hacer.
Consecuentemente, nuestro pueblo debe también asumir la responsabilidad de liberarse, cueste lo que cueste, haciendo lo que tenga hacer. Tenemos de frente dos proyectos diferentes: uno, la Honduras injusta, la Honduras impune, la Honduras de los más fuertes, representada por el poder actual, y un proyecto de patria para todos, una Honduras de igualdad, de justicia, de Buen Vivir.
Pero el Partido LIBRE no es una panacea, está lejos de ser lo que necesita. Es fundamental, que siga propugnando por la unidad de la oposición. A pesar de ser el Partido Político mas calumniado, atacado y vilipendiado de la historia de Honduras, desde el General Francisco Morazán, este partido es el más abierto al debate, a la opinión adversa, y a la participación permanente de toda su militancia. Desde la autocrítica hasta los ataques mas apasionados llenan la discusión interna, que no siempre es bien intencionada.
El ataque que ha sufrido este partido por todos los medios de la derecha, incluyendo la infiltración de la derecha en esferas sensibles de la organización, no han podido romper con una consistencia que surge de las entrañas mismas de un pueblo que se acerca con fuerza a su primer victoria popular. Este un momento de mucha atención, la elección de la Corte Suprema de Justicia el próximo enero, ya está arreglada, el Partido Nacional controla todo y a esta altura necesita poquísimos votos para conseguir mayoría calificada en el Congreso Nacional. ES TIEMPO DE SER INTOLERANTE CON LA TRAICIÓN; cualquier diputado de LIBRE que falle a su compromiso con Honduras debe ser inmediatamente expulsado con la aclamación de este pueblo que quiere la verdad.
Los diputados de la bancada de LIBRE han hecho un papel encomiable (los que aún son de LIBRE), han cumplido una gran misión, y deberán seguir haciéndolo. Eso sí, hay que estar claros que ese es solo un escenario de la batalla; que en él no tenemos números para transformar, pero si es perfecto para acumular fuerzas. Es con humildad, con firmeza, disciplina y compromiso total que se construye la victoria.
Hoy imperativo caminar en un gran proyecto político, que involucre a todos y a todas; en la dirección de la organización, con la participación de cada ser humano que entienda que el camino por el que nos llevan es el de la miseria, la desigualdad, la violencia y el crimen. Ese proyecto que asume que ya no nos pueden sembrar miedo; que cada vez que nos atacan nos indignamos y más nos fortalecemos.
En medio del saqueo más grande que conozca la historia de Honduras (y quizá de toda América Latina), la misión no es solamente terminar con un problema; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es hacer la revolución. En esta etapa crítica, resulta impostergable la realización de la Gran Asamblea General del Partido LIBRE, con la vigilancia estricta de toda su militancia, para evitar el sabotaje que busca destruir.
Es tiempo de lucha, es tiempo de avanzar, es tiempo de construir victorias.
Fuente: TeleSur
Foto: G. Trucchi | LINyM |