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El lado desconocido de Filiberto PDF Imprimir Correo
Escrito por Jaime Torres Torres   
Martes, 06 de Octubre de 2015 11:31

filiberto-trompetista

A mis manos llegó una extraña recopilación de canciones cubanas y puertorriqueñas conceptualizada y ordenada por don Filiberto Ojeda Ríos que, en la coyuntura del décimo aniversario de su martirio, acaecido el 23 de septiembre de 2005 en Hormigueros, revelan con elocuencia un rasgo desconocido por la opinión pública sobre el fenecido boricua.

 

 



Las circunstancias en que recibí el disco compacto son muy relevantes, pero no es prudente su dilucidación. Lo que sí importa, y es oportuno aclarar en la presente efeméride, es que la imagen de Filiberto ha sido demonizada por algunos poderosos medios que, con su silencio, ofrecen un servicio periodístico mediocre a la nación y al Mundo, sin demostrar un ápice de dignidad y respeto a su heterogéneo universo de lectores.

Podríamos comentar el perfil religioso-cristiano de Filiberto y sus esporádicos encuentros en el clandestinaje con el Arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, pero es menester reflexionar, para honrar la memoria del patriota, sus andanzas por el pentagrama.

Una fuente obligada es el libro La Luz desde la ventana (Conversaciones con Filiberto Ojeda Ríos). Publicado en 2002 por Ediciones Puerto, en el capítulo “Al compás del son y otros ritmos”, su autor, el fenecido abogado y sociólogo Luis Nieves Falcón, revela que en Cuba, en el umbral de la década de 1960, nada más y nada menos, ¡Filiberto fue maestro de trompeta de Arturo Sandoval!

“Al llegar a Cuba audiciona con la orquesta de Obdulio Morales en el Club Tropicana y comienza a trabajar el mismo día. Con Morales, también trabaja en el Circo Nacional de Cuba, lo cual considera una de las experiencias más hermosas de su vida profesional. A las pocas semanas de estar en Cuba, pasa a formar parte de la orquesta del maestro Armando Romeo, la cual acompaña el espectáculo en el Tropicana. Allí, tiene la oportunidad de compartir la primera silla con el extraordinario trompetista Manolo Mirabal (El Guajiro), posterior integrante del Buena Vista Social Club. Mientras se desempeña como músico en el Tropicana trabaja en el Conservatorio de Cubanacán. Ofrece clases de técnica de trompeta a jóvenes músicos cubanos, entre los cuales se encuentra Arturo Sandoval. Al enterarse de la existencia de estas clases, varios músicos de Camagüey, Matanzas y Artemisa le solicitan poder tomar las mismas, lo cual acepta hacer gratuitamente”, narra Nieves Falcón en su libro.

En Puerto Rico, Filiberto tocó con varias orquestas. Irónicamente, a los 16 años, revela Nieves Falcón, ingresó al Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y se unió a la Banda del ROTC, que dirigía Rafael Alers.

Filiberto estudió en la Escuela Libre de Música de San Juan y aunque originalmente se sintió atraído por el clarinete, le confesó a Nieves Falcón que, por un error en la solicitud de admisión, se indicó que su interés era estudiar trompeta. En 1948, versa el libro, sustituyó un viejo cornetín por un instrumento que ganó en un concurso y que le entregó don Ernesto Ramos Antonini.

Ángel del Busto, Sixto Bello, Rafael Duchesne y Adrian Benjamín fueron algunos de sus profesores. Además, Filiberto fue trompetista de las bandas de música clásica y popular de la institución académica.

“Posteriormente, la escuela crea una sinfonieta dirigida por el profesor Guillermo Figueroa y en la cual participan algunos profesores y estudiantes. ‘Fito’ (como le apodaban) es uno de éstos. En la sinfonieta es que comienza a conocer la música clásica, las oberturas de todas las óperas, los valses de Strauss y diversas marchas. Es el repertorio obligado de la escuela para actividades de coronación, graduaciones, conciertos y recitales. Finalmente, en unión a varios compañeros, forma un grupo para llevar aguinaldos en la época navideña. En ese grupo toca la primera trompeta”, reseña Nieves Falcón.

En Nueva York, orientado por el profesor Del Busto, estudió con Edward Treutel, del Conservatorio de Música Julliard, y con Carmine Caruso.

Acá tocó con las orquestas de Miguelito Miranda, con La Panamericana de Lito Peña, la Sonora Ponceña, la Happy Hills y en la Ciudad de los Rascacielos, con las bandas de Joe Valle y Vicentico Valdés, cuya orquesta alternó en el Palladium con las de Tito Puente, Tito Rodríguez y Machito.

Sobre su paso por la Sonora Ponceña en 1963, su fundador, el centenario don Quique Lucca, resalta sin ambages la sensibilidad y caballerosidad de Filiberto.

“Mi relación profesional y personal con Filiberto Ojeda fue de mutuo respeto. Él llegaba a Ponce los jueves, ensayábamos, tocábamos los viernes, sábados y domingos. Entonces, él se quedaba en casa con nosotros de tres a cuatro días, siempre muy caballero, muy respetuoso. Después se iba a San Juan los lunes. Así fue durante los 10 a 12 meses, en el 1963, que fue trompetista de la orquesta”, documenta don Quique en su autobiografía “La Sonora Ponceña: Al compás de una vida”, publicada en 2007 por The Poets’ Refuge en Nueva York.

Don Quique revela que era frecuente el tema de la política en sus conversaciones con Filiberto. “Hablábamos mucho de política durante los viajes a San Juan y me escuchaba con todo respeto. Él, muy atento, escuchaba mis argumentos y en ocasiones me decía: ‘Caray, ahora sí tú me has puesto a pensar’. Cuando vino a Puerto Rico, y durante una entrevista que le hicieron por la WPAB, él preguntó por mí y los de WPAB lo trajeron aquí. Yo me alegré de verlo y compartir de nuevo con él porque, gracias a Dios, siempre mantuvimos un buen aprecio. Yo sentí mucho la muerte de Filiberto”.

Un testamento diferente

A pesar de que posteriormente Filiberto Ojeda Ríos, asesinado por el FBI a la edad de 72 años , consagraría y sacrificaría su vida a la lucha por la liberación de Puerto Rico, la música siempre fue su fiel, leal e incondicional acompañante.

A veces, cuando se acercaba la Navidad, ya fuera con grillete en su domicilio o desde el clandestinaje, se las ingeniaba para configurar unas colecciones de canciones que grababa en casete -y más adelante en cd- que le obsequiaba a sus familiares, amigos y compañeros de lucha.

La que nos ocupa, una de posiblemente dos o tres que recién llegó a nuestras manos, el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, en la región Oeste, la reeditó en un disco compacto que apenas se consigue, posterior a su asesinato en 2005.

Se presume que Filiberto la grabó par de años antes.

“Queridos compañeros y compañeras, esta selección musical la hemos confeccionado con mucho cariño para compartirla con quienes sabemos tienen un compromiso inquebrantable con nuestra lucha libertaria. Consta la misma de un escogido musical muy especial que incluye canciones patrióticas y clásicas del quehacer cultural histórico puertorriqueño al igual que del tradicional cubano. Es indudable que los puertorriqueños, como nación caribeña y latinoamericana, estamos obligados a dar cumplimiento al pensamiento de Betances y de José Martí, consistente en lograr una verdadera unidad caribeña que abra las puertas al desarrollo de la Federación de las Antillas. Estamos en el umbral del tercer milenio convencidos de que los años que se avecinan serán años de arduas luchas, de muchos sacrificios y de definición encaminada hacia nuestra patria libre y soberana. Vivimos para ello porque somos patriotas y revolucionarios. Vivimos para ello porque la libertad, la igualdad, la humanidad y el decoro constituyen el derrotero de nuestro pueblo. Estamos convencidos de que la libertad, no importa cuánto tiempo nos tome para alcanzarla, será irreversiblemente nuestra. No obstante, sabemos que cuando luchamos vivimos como hombres y mujeres libres. La libertad la cargamos en nuestro espíritu; la llevamos en nuestras almas y la ejercemos día a día en nuestras vivencias y luchas. Para todos, un fuerte abrazo patriótico, revolucionario y lleno de hermandad y afecto. Que el espíritu de todos se fortalezca y que nunca sea sometido a los incesantes sobornos que el sistema vende para comprar conciencias. Así la libertad será sentida con más fuerza. Con el abrazo patriótico y revolucionario, va la patria libre. ¡Qué viva Puerto Rico libre hasta la victoria, siempre!”

Tras sus palabras introductorias, la secuencia inicia con el Dúo Los Compadres en la interpretación del son “Chan chan”, uno de los clásicos de Francisco Repilado, el ilustre Compay Segundo.

El balance de composiciones cubanas y boricuas es perfecto, resultando evidente que Filiberto conocía a profundidad los cancioneros populares de ambas Antillas.

De Sindo Garay, continúa con la trova tradicional “La bayamesa”, interpretada por Compay Segundo, cuya presencia es notoria durante la primera parte de la grabación con sus interpretaciones de “Ahora me da pena”, “Morir de amor”, con Charles Aznavour, y el clásico “Lágrimas negras” de Miguel Matamoros.

El nostálgico recorrido de Filiberto por el pentagrama cubano culmina con la Orquesta Aragón y su versión de “Tres lindas cubanas” y con la interpretación de Pablo Milanés del bolero “Y tú qué has hecho”.

En su homenaje a la Patria, avasallado por la nostalgia, echa mano a la versión original de la danza Verde luz de Antonio Cabán Vale “El Topo”.

De la agrupación Dos Generaciones, en el género de las voces y las guitarras, comparte con sus amigos el bolero Añoranza de Pedro Flores.

Cada vez que yo pienso en mi tierra

es feliz el placer que me brinda

porque no hay una tierra más linda y

más bella que la tierra en que nací.


Original de Pedro Ortiz Dávila “Davilita”, la colección “Cuba y Puerto Rico de un pájaro las dos alas” sigue con la versión de El bambú.

A ti te pregunto hermano boricua

cuál es tú opinión: ¿si seguir por siempre

tristes y sumisos igual que el bambú

o gritar bien alto y exigir que acabe

nuestra esclavitud?


De Puerto Rico, bolero moruno a trío que canta Edward, y Los carreteros, clásico de Rafael Hernández interpretado por el Cuarteto Marcano, Filiberto continúa su escogido con la danza Perla del Caribe al estilo del dúo Quique & Tomás.

Canto por no llorar

siento y sufro por tu dolor.

Tierra del mar y el sol

Borinquen mía, tierra de mi corazón.


Escuchamos nuevamente a Dos Generaciones con “El patriota” y luego a Davilita con El Yunque y el cordero.

España y el destino nos legaron
como símbolo el cordero inofensivo
y yo opino que han debido de cambiarlo.
El cordero por El Yunque de Luquillo
esa mole de roca inaccesible
que se alza en el Oriente de mi tierra
orgulloso, rebelde e indestructible
cual debe ser la raza borinqueña.


De un hombre que eleva su espíritu con la música del lirismo poético de El buen borincano de Rafael Hernández, “Olvídame” de Roberto Cole y “Pétalos de rosa” de Paquito López Vidal, inmortalizadas por la Orquesta Nacional y la de Rafael Muñoz, con el cantante José Luis Moneró, respectivamente, no se pueden esperar ofensas a la Patria.

Ahí está su legado a la cultura musical antillana.

No hay duda, pues, de su testamento de amor por Borinquen, evidente en el derramamiento de su sangre, hasta el extremo, y muriendo de pie, con las botas puestas, como lo sintetiza Residente Calle 13 en unas líneas de Querido FBI.

Murió desangra’o, mi gente

que murió desangra’o

Nunca arrodilla’o,

lo van a tener que enterrar para’o

Con el machete al la’o…

 

Fuente: En Rojo

A mis manos llegó una extraña recopilación de canciones cubanas y puertorriqueñas conceptualizada y ordenada por don Filiberto Ojeda Ríos que, en la coyuntura del décimo aniversario de su martirio, acaecido el 23 de septiembre de 2005 en Hormigueros, revelan con elocuencia un rasgo desconocido por la opinión pública sobre el fenecido boricua.

Las circunstancias en que recibí el disco compacto son muy relevantes, pero no es prudente su dilucidación. Lo que sí importa, y es oportuno aclarar en la presente efeméride, es que la imagen de Filiberto ha sido demonizada por algunos poderosos medios que, con su silencio, ofrecen un servicio periodístico mediocre a la nación y al Mundo, sin demostrar un ápice de dignidad y respeto a su heterogéneo universo de lectores.

Podríamos comentar el perfil religioso-cristiano de Filiberto y sus esporádicos encuentros en el clandestinaje con el Arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, pero es menester reflexionar, para honrar la memoria del patriota, sus andanzas por el pentagrama.

Una fuente obligada es el libro La Luz desde la ventana (Conversaciones con Filiberto Ojeda Ríos). Publicado en 2002 por Ediciones Puerto, en el capítulo “Al compás del son y otros ritmos”, su autor, el fenecido abogado y sociólogo Luis Nieves Falcón, revela que en Cuba, en el umbral de la década de 1960, nada más y nada menos, ¡Filiberto fue maestro de trompeta de Arturo Sandoval!

“Al llegar a Cuba audiciona con la orquesta de Obdulio Morales en el Club Tropicana y comienza a trabajar el mismo día. Con Morales, también trabaja en el Circo Nacional de Cuba, lo cual considera una de las experiencias más hermosas de su vida profesional. A las pocas semanas de estar en Cuba, pasa a formar parte de la orquesta del maestro Armando Romeo, la cual acompaña el espectáculo en el Tropicana. Allí, tiene la oportunidad de compartir la primera silla con el extraordinario trompetista Manolo Mirabal (El Guajiro), posterior integrante del Buena Vista Social Club. Mientras se desempeña como músico en el Tropicana trabaja en el Conservatorio de Cubanacán. Ofrece clases de técnica de trompeta a jóvenes músicos cubanos, entre los cuales se encuentra Arturo Sandoval. Al enterarse de la existencia de estas clases, varios músicos de Camagüey, Matanzas y Artemisa le solicitan poder tomar las mismas, lo cual acepta hacer gratuitamente”, narra Nieves Falcón en su libro.

En Puerto Rico, Filiberto tocó con varias orquestas. Irónicamente, a los 16 años, revela Nieves Falcón, ingresó al Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y se unió a la Banda del ROTC, que dirigía Rafael Alers.

Filiberto estudió en la Escuela Libre de Música de San Juan y aunque originalmente se sintió atraído por el clarinete, le confesó a Nieves Falcón que, por un error en la solicitud de admisión, se indicó que su interés era estudiar trompeta. En 1948, versa el libro, sustituyó un viejo cornetín por un instrumento que ganó en un concurso y que le entregó don Ernesto Ramos Antonini.

Ángel del Busto, Sixto Bello, Rafael Duchesne y Adrian Benjamín fueron algunos de sus profesores. Además, Filiberto fue trompetista de las bandas de música clásica y popular de la institución académica.

“Posteriormente, la escuela crea una sinfonieta dirigida por el profesor Guillermo Figueroa y en la cual participan algunos profesores y estudiantes. ‘Fito’ (como le apodaban) es uno de éstos. En la sinfonieta es que comienza a conocer la música clásica, las oberturas de todas las óperas, los valses de Strauss y diversas marchas. Es el repertorio obligado de la escuela para actividades de coronación, graduaciones, conciertos y recitales. Finalmente, en unión a varios compañeros, forma un grupo para llevar aguinaldos en la época navideña. En ese grupo toca la primera trompeta”, reseña Nieves Falcón.

En Nueva York, orientado por el profesor Del Busto, estudió con Edward Treutel, del Conservatorio de Música Julliard, y con Carmine Caruso.

Acá tocó con las orquestas de Miguelito Miranda, con La Panamericana de Lito Peña, la Sonora Ponceña, la Happy Hills y en la Ciudad de los Rascacielos, con las bandas de Joe Valle y Vicentico Valdés, cuya orquesta alternó en el Palladium con las de Tito Puente, Tito Rodríguez y Machito.

Sobre su paso por la Sonora Ponceña en 1963, su fundador, el centenario don Quique Lucca, resalta sin ambages la sensibilidad y caballerosidad de Filiberto.

“Mi relación profesional y personal con Filiberto Ojeda fue de mutuo respeto. Él llegaba a Ponce los jueves, ensayábamos, tocábamos los viernes, sábados y domingos. Entonces, él se quedaba en casa con nosotros de tres a cuatro días, siempre muy caballero, muy respetuoso. Después se iba a San Juan los lunes. Así fue durante los 10 a 12 meses, en el 1963, que fue trompetista de la orquesta”, documenta don Quique en su autobiografía “La Sonora Ponceña: Al compás de una vida”, publicada en 2007 por The Poets’ Refuge en Nueva York.

Don Quique revela que era frecuente el tema de la política en sus conversaciones con Filiberto. “Hablábamos mucho de política durante los viajes a San Juan y me escuchaba con todo respeto. Él, muy atento, escuchaba mis argumentos y en ocasiones me decía: ‘Caray, ahora sí tú me has puesto a pensar’. Cuando vino a Puerto Rico, y durante una entrevista que le hicieron por la WPAB, él preguntó por mí y los de WPAB lo trajeron aquí. Yo me alegré de verlo y compartir de nuevo con él porque, gracias a Dios, siempre mantuvimos un buen aprecio. Yo sentí mucho la muerte de Filiberto”.

 

Un testamento diferente

A pesar de que posteriormente Filiberto Ojeda Ríos, asesinado por el FBI a la edad de 72 años , consagraría y sacrificaría su vida a la lucha por la liberación de Puerto Rico, la música siempre fue su fiel, leal e incondicional acompañante.

A veces, cuando se acercaba la Navidad, ya fuera con grillete en su domicilio o desde el clandestinaje, se las ingeniaba para configurar unas colecciones de canciones que grababa en casete -y más adelante en cd- que le obsequiaba a sus familiares, amigos y compañeros de lucha.

La que nos ocupa, una de posiblemente dos o tres que recién llegó a nuestras manos, el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, en la región Oeste, la reeditó en un disco compacto que apenas se consigue, posterior a su asesinato en 2005.

Se presume que Filiberto la grabó par de años antes.

“Queridos compañeros y compañeras, esta selección musical la hemos confeccionado con mucho cariño para compartirla con quienes sabemos tienen un compromiso inquebrantable con nuestra lucha libertaria. Consta la misma de un escogido musical muy especial que incluye canciones patrióticas y clásicas del quehacer cultural histórico puertorriqueño al igual que del tradicional cubano. Es indudable que los puertorriqueños, como nación caribeña y latinoamericana, estamos obligados a dar cumplimiento al pensamiento de Betances y de José Martí, consistente en lograr una verdadera unidad caribeña que abra las puertas al desarrollo de la Federación de las Antillas. Estamos en el umbral del tercer milenio convencidos de que los años que se avecinan serán años de arduas luchas, de muchos sacrificios y de definición encaminada hacia nuestra patria libre y soberana. Vivimos para ello porque somos patriotas y revolucionarios. Vivimos para ello porque la libertad, la igualdad, la humanidad y el decoro constituyen el derrotero de nuestro pueblo. Estamos convencidos de que la libertad, no importa cuánto tiempo nos tome para alcanzarla, será irreversiblemente nuestra. No obstante, sabemos que cuando luchamos vivimos como hombres y mujeres libres. La libertad la cargamos en nuestro espíritu; la llevamos en nuestras almas y la ejercemos día a día en nuestras vivencias y luchas. Para todos, un fuerte abrazo patriótico, revolucionario y lleno de hermandad y afecto. Que el espíritu de todos se fortalezca y que nunca sea sometido a los incesantes sobornos que el sistema vende para comprar conciencias. Así la libertad será sentida con más fuerza. Con el abrazo patriótico y revolucionario, va la patria libre. ¡Qué viva Puerto Rico libre hasta la victoria, siempre!”

Tras sus palabras introductorias, la secuencia inicia con el Dúo Los Compadres en la interpretación del son “Chan chan”, uno de los clásicos de Francisco Repilado, el ilustre Compay Segundo.

El balance de composiciones cubanas y boricuas es perfecto, resultando evidente que Filiberto conocía a profundidad los cancioneros populares de ambas Antillas.

De Sindo Garay, continúa con la trova tradicional “La bayamesa”, interpretada por Compay Segundo, cuya presencia es notoria durante la primera parte de la grabación con sus interpretaciones de “Ahora me da pena”, “Morir de amor”, con Charles Aznavour, y el clásico “Lágrimas negras” de Miguel Matamoros.

El nostálgico recorrido de Filiberto por el pentagrama cubano culmina con la Orquesta Aragón y su versión de “Tres lindas cubanas” y con la interpretación de Pablo Milanés del bolero “Y tú qué has hecho”.

En su homenaje a la Patria, avasallado por la nostalgia, echa mano a la versión original de la danza Verde luz de Antonio Cabán Vale “El Topo”.

De la agrupación Dos Generaciones, en el género de las voces y las guitarras, comparte con sus amigos el bolero Añoranza de Pedro Flores.

Cada vez que yo pienso en mi tierra

es feliz el placer que me brinda

porque no hay una tierra más linda y

más bella que la tierra en que nací.

Original de Pedro Ortiz Dávila “Davilita”, la colección “Cuba y Puerto Rico de un pájaro las dos alas” sigue con la versión de El bambú.

A ti te pregunto hermano boricua

cuál es tú opinión: ¿si seguir por siempre

tristes y sumisos igual que el bambú

o gritar bien alto y exigir que acabe

nuestra esclavitud?

De Puerto Rico, bolero moruno a trío que canta Edward, y Los carreteros, clásico de Rafael Hernández interpretado por el Cuarteto Marcano, Filiberto continúa su escogido con la danza Perla del Caribe al estilo del dúo Quique & Tomás.

Canto por no llorar

siento y sufro por tu dolor.

Tierra del mar y el sol

Borinquen mía, tierra de mi corazón.

Escuchamos nuevamente a Dos Generaciones con “El patriota” y luego a Davilita con El Yunque y el cordero.

España y el destino nos legaron
como símbolo el cordero inofensivo
y yo opino que han debido de cambiarlo.
El cordero por El Yunque de Luquillo
esa mole de roca inaccesible
que se alza en el Oriente de mi tierra
orgulloso, rebelde e indestructible
cual debe ser la raza borinqueña.

De un hombre que eleva su espíritu con la música del lirismo poético de El buen borincano de Rafael Hernández, “Olvídame” de Roberto Cole y “Pétalos de rosa” de Paquito López Vidal, inmortalizadas por la Orquesta Nacional y la de Rafael Muñoz, con el cantante José Luis Moneró, respectivamente, no se pueden esperar ofensas a la Patria.

Ahí está su legado a la cultura musical antillana.

No hay duda, pues, de su testamento de amor por Borinquen, evidente en el derramamiento de su sangre, hasta el extremo, y muriendo de pie, con las botas puestas, como lo sintetiza Residente Calle 13 en unas líneas de Querido FBI.

Murió desangra’o, mi gente

que murió desangra’o

Nunca arrodilla’o,

lo van a tener que enterrar para’o

Con el machete al la’o…

 

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