Incluso antes de su asesinato, se han trazado los paralelos entre Filiberto Ojeda Ríos y Ernesto Che Guevara. Me interesa continuar esta tradición, pero con énfasis en un aspecto sub-estudiado tanto en el caso de Filiberto como en el del Che.
La figura del Che es usualmente destacada como la del guerrillero heroico. Muchos no saben que el Che además fue uno de los economistas más importantes del Siglo XX. La economía, como todas las ciencias sociales, tiene diferentes escuelas de pensamiento económico. En un extremo tenemos la economía neoclásica que sirve de fundamento teórico para el neoliberalismo. En el otro extremo, tenemos lo que se ha llamado la economía heterodoxa, que aglutina las diferentes perspectivas económicas, muchas de las cuales se caracterizan por estar aliadas a las diversas fuerzas progresistas. En la economía neoclásica, como es de esperar, no se menciona al Che en lo absoluto. Sin embargo, en la economía heterodoxa, especialmente en la escuela económica conocida como la “Economía Política Marxista”, se conoce al Che no sólo por su lucha revolucionaria, sino también por sus aportaciones a la teoría económica. El Che fue uno de los mayores exponentes en el periodo conocido en Cuba como “el Gran Debate,” donde se deliberó sobre el rumbo económico de la Revolución Cubana, e incluso de las instituciones económicas del bloque soviético. Sus anotaciones y críticas al Manual de Economía Política de la URSS representan una obra fundamental de teoría económica y sus implicaciones para construir una nueva sociedad. El Che debatió con economistas cubanos, estadounidenses, franceses, y soviéticos, y demostró tener un análisis económico mucho más profundo que muchos economistas con PhD. Por ejemplo, el Che profundizó sobre el rol que podían tener distintas instituciones, como las relaciones de mercado o las empresas cooperativas, durante un periodo de transición al socialismo.
Filiberto Ojeda Ríos, en este aspecto, también se parece mucho al Che. A través de sus mensajes y entrevistas, Filiberto demostró tener un conocimiento económico más profundo que muchos de los economistas que han asesorado a las diversas administraciones del ELA. A modo de ejemplo, en el 2005, tres años antes de que detonara la Gran Recesión en los EEUU, Filiberto ya pronosticaba que el capitalismo estaba en picada. En Puerto Rico, nuestra depresión económica actual detona en el 2006, y Filiberto previó los agudos aumentos en nuestro costo de vida, al igual que los aumentos en criminalidad que éstos iban a ocasionar. Filiberto incluso se adentró en el campo de Sistemas Económicos Comparados, discutiendo cómo Puerto Rico debía reconstruir su economía con una transición paulatina en donde nos alejaríamos de una economía de mercado. En su último mensaje en Lares, Filiberto planteó: “Se han apoderado del comercio interno puertorriqueño arruinando a los nacionales, con la instalación de sus grandes centros comerciales y megatiendas; se han convertido en los controladores y dueños de nuestra industria…”.
En este breve planteamiento, Filiberto apunta a una de las raíces fundamentales de nuestra crisis. Como el economista alemán Friederich List durante el Siglo XIX, el economista estadounidense Paul A. Baran durante la primera mitad del Siglo XX, y el economista egipcio Samir Amin en la actualidad, Filiberto destaca el rol del dominio del capital extranjero en la obstaculización del desarrollo económico. En la economía, se contrasta el desarrollo extrovertido, en donde el desarrollo está guiado y dominado por fuerzas foráneas, y el desarrollo autocentrado, donde el desarrollo es endógeno, guiado por fuerzas locales. No debemos confundir desarrollo autocentrado con ‘autarquía’. Vivimos en un mundo interconectado (que no es intrínsecamente malo), y no se trata de que el 100% de nuestros productos sean “Hecho en Puerto Rico.” Se trata de que seamos nosotros y nosotras, de manera democrática y planificada, los que guiemos el futuro económico de la nación. Cuando tenemos una dinámica de desarrollo extrovertido, donde son otros los que guían y controlan nuestro futuro, tenemos una situación como la actual. Hoy, no sólo salen de nuestra Isla miles de millones de dólares en ganancias para el capital foráneo, sino que las riquezas que se quedan adentro de la Isla son mal utilizadas por los empresarios locales. Como apunta Filiberto, la solución tampoco es luchar por tener una economía dirigida por grandes empresas puertorriqueñas o monopolios puertorriqueños. Se trata de construir una nueva economía, cada día menos dominada por mercados, y administrada de manera democrática y participativa por todos los puertorriqueños y todas las puertorriqueñas. ¿Cómo llegamos a eso?
Un tema muy discutido durante los años antes y después del asesinato, fue el tema de la unidad. Preguntas claves que deben servir de punto de partida son: ¿unidad entre quiénes y para qué? Revisando su propuesta del Frente Popular para la Salvación Nacional (FPSN), vemos que Filiberto tiene respuestas particulares a estas preguntas. El documento del FPSN plantea:
El Frente aspira a lograr la acción conjunta de organizaciones de carácter progresista y de intereses sociales múltiples… El Frente respeta los derechos de cada organización, su espacio de trabajo y su forma particular de laborar… [Permitiendo] que el Frente se convierta en un instrumento para dar a conocer entre las organizaciones las diversas luchas sociales… El Frente se compone de diversas organizaciones con objetivos sociales y espacios de trabajo reivindicativos específicos. El Frente ofrece la oportunidad de poner en contacto a estas organizaciones…
Filiberto no está planteando estrictamente unidad de las fuerzas independentistas; está planteando unidad de las fuerzas progresistas del País. Los que necesitan unirse en la acción, utilizando la lucha tanto en las urnas como en la calle, no son los que creen en la soberanía, son las víctimas del sistema actual. La unidad tiene que ser entre la clase trabajadora, las comunidades pobres y trabajadores, la comunidad LGBTT, las/os feministas, las/os ambientalistas, y todas las demás víctimas de este sistema. La unidad no debe ni puede ser con históricos cómplices del sistema actual, ni con los ricos y poderosos criollos.
Finalmente, se destaca que Filiberto entendía que la revolución no se da de un soplo, sino que tendrá diferentes fases. La independencia y la abolición del capitalismo no se podrán dar en un año, aun si tuviésemos el apoyo del 51% de la nación. Debemos delinear objetivos de corto, mediano, y largo plazo con esto en mente. Quizás nuestro objetivo principal de corto plazo deba ser concretizar la unidad al interior del pueblo trabajador, en toda su heterogeneidad, reconociendo que el asunto del estatus es necesario, pero no suficiente, para resolver nuestros problemas.
* Ponencia en el conversatorio A diez años del 23 de septiembre: Presente y futuro de la lucha por la independencia, 24 de septiembre de 2015, Universidad de Puerto Rico-Recinto Universitario de Mayagüez.
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