Las realidades vitales de nuestro país y el deterioro en las relaciones con la metrópoli sugieren que sí. No pasamos, sin embargo, de la situación “pre-revolucionaria” o “preparatoria a cambios fundamentales” al logro de tales cambios, por causas y factores muy importantes que necesitan analizarse y explicarse con claridad.
Diversos observadores y teóricos de las situaciones revolucionarias, en diferentes experiencias de la humanidad, han concluido que existe una situación pre-revolucionaria cuando las clases sociales y sectores ciudadanos beneficiarios del régimen existente empiezan a no poder serlo, como antes. Cuando, sobre todo las clases medias, han tenido logros socioeconómicos importantes pero comienzan a perderlos. La pérdida de lo que antes se tuvo de progreso, más que la pobreza y ausencia total del mismo, es lo que conduce a movimientos certeros y exitosos hacia cambios fundamentales en la vida política, económica y social de las sociedades.
Empobrecimiento general
Una mirada a lo que ha acontecido en Puerto Rico durante todos estos años de recesión económica y crisis fiscal demuestra que, según todas las clases sociales mejoraron sensiblemente su situación económico-social en los tiempos de bonanza en la economía del Puerto Rico territorial (1950-1970), ahora casi todos los sectores van perdiendo posiciones ganadas, la clase media se achica y se halla en riesgo de deslizarse hacia abajo en la escala económico social y en su calidad de vida, y la situación general del País es de incertidumbre. Esto se suma a los miles de puertorriqueños, de diversas clases sociales, que han perdido millones en sus inversiones fracasadas a causa de la crisis o que han perdido su casa propia, hasta sus hogares, a consecuencias de la debacle económica que vive el País. Son condiciones, todas ellas, de las cuales suelen surgir situaciones pre-revolucionarias y grandes cambios.
¡Tío Sam no te quiere!
Las relaciones con la metrópoli, que en otros tiempos lucían favorables a la mayoría de los sectores del País, de algún modo, a pesar de la condición territorial, se han tornado ahora muy negativas. Repasemos: Estados Unidos se niega a rescatar la economía de nuestro gobierno de la crisis fiscal a pesar de que la responsabilidad por la tal crisis es tanto de ellos como nuestra. Primeramente, porque las condiciones territoriales dificultan que nuestro gobierno pueda estimular la economía puertorriqueña en tiempos de la globalización y ellos no hacen nada para modificarlas; segundo, porque los tratados de libre comercio de la propia metrópoli con otros países han echado al piso nuestra anterior posición de privilegio y competitividad en el mercado estadounidense, y tampoco se ha diseñado algo para enfrentar eso; tercero, porque EEUU eliminó la 936 y otros tratos contributivos que antes beneficiaron la economía puertorriqueña y se niega a aprobar otros nuevos; cuarto, porque los programas federales para los pobres van a la baja. Ya hemos visto los datos de cómo pagamos igual para el Medicare, pero recibimos menos que los estados. Y los fondos del PAN y otras ayudas se han puesto más restrictivos. Quinto, y más grave, porque la metrópoli sólo nos sirve indiferencia y realimentaciones negativas.
Nos culpan sólo a nosotros de la crisis fiscal, cuando ellos también tienen responsabilidad. Recientemente Bloomberg citó datos que demuestran que bancos importantes controlados por el gran capital estadounidense e internacional, como UBS, Citigroup y Goldman Sachs, mediante sus operaciones en nuestro país, se llevaron de Puerto Rico tanto como $900 millones tan sólo en cobros (fees) por el “servicio” de manejar una nueva deuda de 126.6 millardos (billions) desde el año 2000 hasta hoy, deuda en la cual incurrió el gobierno de Puerto Rico ya excesivamente endeudado. Para lucrarse ellos, promovieron mayores deudas de nuestro gobierno interno en contubernio con una clase política egoísta que no piensa para nada en bien del País ni en el Pueblo, sino en sus propios beneficios económicos y políticos.
Y ThinkProgress ha demostrado con claridad meridiana el daño que les hacen a nuestro País los fondos buitres con el fin de seguir enriqueciendo billonarios estadounidenses a la par que se sigue empobreciendo nuestro gobierno y se lanza a nuestra gente a mayor austeridad y pobreza. Esto es tan indignante para los observadores decentes, que ThinkProgress ha citado al candidato a la presidencia de Estados Unidos (Independiente, por Vermont), Bernie Sanders, quien ha catalogado de “moralmente indignante” (“a moral outrage”) que se trate de imponer mayor austeridad al Pueblo de un país como Puerto Rico, donde el 56% de sus niños ya viven bajo el nivel de pobreza. Máxime cuando, como indica Sanders, todo eso se pretende hacer con el fin de convertir en más ricos todavía a los billonarios estadounidenses que “invierten” en fondos buitres para prestarlos a nuestro gobierno interno a precios de usura, como han hecho ya en Grecia, Argentina y otros países caídos en crisis fiscal.
Como siempre ha ocurrido en la historia de las relaciones coloniales, las autoridades oficiales de la metrópoli culpan exclusivamente a los habitantes de la colonia. Lo hizo Inglaterra cuando la situación en la India entró en crisis, e igualmente lo hizo Francia en Argelia. Los culpables son los habitantes de la colonia, que ellos, los dominantes, suponen inferiores. No son ellos, que son ricos y además se autoproclaman “civilizadores”. La situación en las relaciones entre Estados Unidos y Puerto Rico se agrava para todos por cuanto las autoridades de la metrópoli reaccionan a todo, no sólo echándonos la culpa como si ellos fueran observadores inocentes, sino con reiteradas negativas o actos de desatención e indiferencia ante los reclamos del País. Uno que otro legislador inconsecuente, que viene a Puerto Rico a buscar dinero para que los incautos y colonizados boricuas le ayuden a financiar su campaña de re-elección, dice de labios hacia afuera que el Congreso “debe ayudar más a Puerto Rico” pero, al fin y a la postre, NO hace nada concreto para lograrlo. Al mismo tiempo, las acciones y escritos oficiales del Congreso, de la GAO y de otras autoridades importantes de Estados Unidos están repletas de indiferencia o de un NO rotundo. No, a eliminar la aplicación de las leyes de cabotaje para Puerto Rico. No, a aprobar algún rescate o “bail-out” para el gobierno del País, aunque sí se lo dieron a los bancos de Wall Street. No, a que podamos tener el derecho a la protección de la ley de quiebras federal. No, a que podamos hacer nuestra propia ley de quiebra para nuestras corporaciones públicas.
En lo político: indiferencia y un “no indirecto” al proyecto de Pierluisi sobre la estadidad federada. La última joya en este aspecto la trajo el senador Republicano por California, Darrel Issa, quien dijo claramente que el proyecto de Estadidad para Puerto Rico de Pedro Pierluisi es un “elemento distractor”. ¿Y por qué es distractor? A buen entendedor con pocas palabras basta. Es distractor porque es una fantasía, no tiene las más mínimas probabilidades de ser atendido por el Congreso: no sólo no lo van a aprobar, sino que ni siquiera lo van a discutir. Por lo tanto, Issa dijo con razón que dicho proyecto distrae de lo importante: atender la crisis fiscal de Puerto Rico.
Y el candidato Republicano Jeb Bush, hijo, de quien una vez gritó aquí falsamente “Estadidad Ahora”, ya les dijo claro a los estadistas: arreglen la crisis fiscal primero, y luego entonces, planteen la estadidad. Esto ha sido claramente decirles: olvídense por buen tiempo (para no decirles más humillantemente que para siempre) del supuesto “proyecto histórico” del PNP. Al mismo tiempo, las autoridades estadounidenses le han dicho claramente al PPD que no es constitucional el llamado crecimiento orgánico del Estado Libre Asociado territorial, con lo cual le entierran también su supuesto “proyecto histórico”, ése que ha defendido todavía la cúpula que controla dicho partido.
Sin proyecto el bipartidismo tóxico
¿Qué más cantazos y vapuleos de la metrópoli necesita el Pueblo de Puerto Rico para entrar en una situación pre-revolucionaria y a favor de un cambio verdaderamente descolonizador? Los dos partidos principales del bipartidismo tóxico que asfixia al País están sin proyecto histórico viable o creíble. ¿A causa de quién? De la metrópoli estadounidense que niega ambas cosas: una por inconstitucional (ELA territorial con más poderes) y la otra por indeseable para ellos (la estadidad). El grito de que “el ELA debe crecer” dentro del marco territorial, que lanzó García Padilla el 25 de julio en Sabana Grande, ha quedado como lo más absurdo y patético que pueda proclamar líder alguno en Puerto Rico, porque la propia metrópoli ya ha dicho que ese camino está cerrado por anticonstitucional. El ELA territorial no puede crecer hacia una situación sin leyes de cabotaje, por ejemplo, porque ya la GAO dijo que eso afectaría negativamente los intereses de Estados Unidos. En todo lo que se examina o plantea, los intereses de EEUU valen el 100% y los del Pueblo de Puerto Rico 0%. ¿Alguna semejanza entre eso y los tiempos de la “luna de miel” con el Estado Libre Asociado territorial en los años 1950 y 1960 del siglo pasado? Ninguna.
Las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos han dado un giro de 180 grados por voluntad de la metrópoli. Y el otro reclamo, el de Pierluisi sobre la estadidad como solución a la crisis fiscal, se ha estrellado igualmente contra la indiferencia del Congreso, ante el informe económico de la GAO sobre las inconveniencias de la estadidad y frente al hecho incontestable de que Estados Unidos no quiere un nuevo estado que esté en las condiciones económicas y fiscales en las que se encuentra Puerto Rico. Ante todo eso, resulta risible y ridículo el llamado “Plan Tenesí” de Ricardo Rosselló. Tan humillados han quedado los estadistas en Puerto Rico que ahora resulta que ellos mismos explican el Plan Tenesí como algo muy venido a menos, una especie de “Plan Tenesito Jíbaro y Humillado”. El verdadero Plan Tenesí consistía en elegir senadores y representantes y mandarlos a Washington a exigir un asiento y la admisión como estado federado. Ante las negativas e indiferencias de Washington, los estadistas del PNP ahora explican el “Plan Tenesito Jíbaro y Humillado” como el de enviar unos cabilderos para mendigar a favor de la estadidad en los pasillos del Congreso. ¡Pero si eso es lo que ha hecho el PNP toda la vida! Gastar millones en cabilderos que entretienen a congresistas corruptos o inmorales que reciben dinero, regalos y prebendas de los dirigentes estadistas de Puerto Rico, prometen ayuda, y luego la misma se traduce en declaraciones huecas que NO implican acción pro-activa alguna. ¡A eso han reducido los dirigentes del PNP el Plan Tenesí! ¿Por qué? Pues porque por fin se dieron cuenta de que la ley federal no les va a permitir elegir congresistas puertorriqueños para enviarlos a Washington, porque Puerto Rico, como territorio no incorporado, no tiene derecho a eso. Operar el Plan Tenesí desde Puerto Rico, un territorio no incorporado, no sólo es ilegal sino que viola la constitución de Estados Unidos, la cual sólo concede a los estados federados el derecho a elegir congresistas. No les dejarían ni imprimir las papeletas para esa supuesta elección, como se las hicieron retirar a Pedro Rosselló González cuando intentó hacer un “simulacro” de voto presidencial en Puerto Rico. Por lo tanto, ante la imposibilidad de aplicar el verdadero Plan Tenesí, los dirigentes del PNP se conforman con nombrar a dedo a unos puertorriqueños que se la van a pasar gastando dinero del País como cabilderos, a ver si logran convencer a algunos legisladores de que por lo menos le den apoyo de “lip service” a su “ideal” de estadidad federada. Patético y deleznable, evidentemente. Todo lo que nos llega de la metrópoli, en lo económico y en lo político en estos tiempos es: No y No y No.
Con esta realidad, los partidos y sus dirigentes políticos han perdido toda credibilidad ante la mayoría de los puertorriqueños, que no somos tontos. Siempre hay fanáticos que les siguen y les vitorean, por las razones que sean, como la señora de más de 70 años que dijo en Sabana Grande que sería “Popular hasta la muerte”. Pero la mayoría de quienes no son fanáticos, piensan con su cabeza y tienen más de dos dedos de frente, aun entre quienes en el pasado han sido votantes del PPD o del PNP, hoy tiemblan ante la desesperanza y la incertidumbre. Muchos todavía prefieren el “flanco de la huida” de una manera u otra: la huida del proceso electoral sumándose a los abstenidos, la huida frente a la crisis y baja calidad de vida en el País, yéndose a vivir fuera de Puerto Rico y la huida de condiciones económicas y políticas duras a base de chupar lo más que puedan, para ellos y sus familias, de las piltrafas que han quedado de los recursos de nuestro gobierno interno o de los gobiernos municipales. Con ello rehúyen, además, de actuar con patriotismo: se salvan ellos, aunque el País se hunda en la miseria. No les importa un pepino el País. Se reparten contratos en la CEE para beneficiarse personalmente, incluso si eso significa que ese mismo gobierno, esa misma estructura gubernamental, deja sin desayuno a miles de niños puertorriqueños con la excusa de que no hay agua en las escuelas.
Con lo dicho, ya vamos atisbando algunas de las razones por las cuales la situación en Puerto Rico, en el plano político, no se acaba de mover hacia un cambio profundo. Todo se deteriora en nuestra institucionalidad: los partidos, el gobierno y la administración pública, la supuesta democracia, las relaciones con Estados Unidos, las infraestructuras físicas, los centros comerciales que cierran tiendas todos los días, la capacidad del gobierno para atender las necesidades de sus ciudadanos más vulnerables, etc. No obstante, el País está en una situación de inmovilismo donde el viejo sistema económico, político y social se deteriora y se desgrana poco a poco, pero no acaba de morir, y lo nuevo, el País del futuro, no acaba de nacer. Por qué estamos en esa situación es algo que amerita un análisis sistemático y a fondo. A eso precisamente dedicaré mi próxima contribución a CLARIDAD: ¿Qué factores explican que no entremos plenamente en una situación pre-revolucionaria que nos dirija al cambio? ¿Qué fuerzas internas y externas nos mantienen a la deriva y sin norte? ¿Cuáles pueden ser algunas de las vías al alcance de nosotros, los ciudadanos constructivos que realmente amamos el País, para enfrentar esas fuerzas, debilitarlas y hacer posible el cambio hacia un proceso liberador, descolonizador y constructivo?
* El autor es Profesor de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
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