Aún luego de dejar el gobierno de Cuba, Fidel Castro es, sin lugar a dudas, el político vivo más influyente de América Latina. Hablamos de casi nueve décadas de alto voltaje político, entre las cuales hay más de cincuenta años de liderazgo de una revolución que trastocó el escenario político regional del siglo XX, y configuró un nuevo momento para todos nuestros países.
Con la revolución cubana comenzó un debate sobre la posibilidad de avanzar en nuevas relaciones dentro de nuestras sociedades, en un horizonte poscapitalista. Sin embargo, la caída del Muro de Berlín, y la nítida hegemonía norteamericana a nivel global que esto conllevó puso en jaque a la isla, que bloqueada, igualmente soportó los embates del conocido “período especial”.
Fidel se resignificó con los gobiernos posneoliberales que tuvieron lugar en la América Latina de la última década: a partir de aquel momento, con la llegada de Chávez, Kirchner, Tabaré-Mujica, Evo Morales y Correa, Cuba pasó a ocupar un rol diferente, y tuvo una voz destacada que, por ejemplo, se evidenció en la presidencia de la CELAC durante el año 2013. Podríamos decir que la región volvió su mirada sobre la isla, luego de dos décadas -80´ y 90´- de aislamiento provocado por administraciones neoliberales que seguían los dictados de Washington en relación a la política a llevar adelante respecto a La Habana -con la expresa motivación de hacer caer al gobierno de Castro-.
No es casual, entonces, que durante su discurso en la Cumbre de los Pueblos 2005 de Mar del Plata, en paralelo a la cumbre presidencial que le dijo No al ALCA, Hugo Chávez recordara a Fidel con las siguientes palabras: “me pidió que les saludara, y que aunque el físicamente no está aquí, está aquí con nosotros”. Aquella derrota de la propuesta de libre comercio de Bush también era una derrota de la política contra Cuba que Washington pretendía llevar adelante en la región. Por ello, el actual cambio de orientación de EEUU en relación a la isla es también una victoria de Fidel: por la consistencia argumental de sus planteos, pero sobre todo por haber resistido con firmeza a décadas de un bloqueo inhumano que perjudicó a todas luces la economía cubana.
Por último, un elemento adicional para comprender la grandeza del personaje en cuestión: con una lucidez que sorprende en relación a su edad, Fidel sigue reflexionando sobre los grandes hechos de la política internacional. Así opinó recientemente acerca de la extorsión de la Unión Europea sobre Grecia, graficando los límites de aquel proceso de integración que alguna vez fue el paradigma en las relaciones internacionales del siglo XX. También se reunió con Vladimir Putin, durante el viaje que el presidente ruso realizó por América Latina durante 2014, destacando el mundo multipolar que está naciendo. En aquellas puntadas coyunturales, Fidel sigue mostrando su cabal comprensión de la realidad internacional, convulsionada, compleja, pero apasionante. Hablamos de un personaje que sigue sorprendiendo por su vigencia y que, a sus 89 años, aún marca agenda en la política de la región y el mundo.
Fuente: La Época (Bolivia)
Politólogo UBA / Analista internacional |