La falta de identificación del problema de la economía, no importa si la economía estuviese en expansión o en recesión, fue cuajando la crisis que enfrentamos. El problema de Puerto Rico es estructural, tenemos las manos amarradas por un estatus que no nos da espacio para acción y enderezar nuestro rumbo económico y social. La estructura económica y social que surge del ambiente político colonial, establece leyes y reglamentos federales que imponen estructuras culturales y económicas.
Enfrentamos la falta de liderato que no permite enderezar la situación de Puerto Rico, junto con el agotamiento del modelo económico de industrialización por invitación (modelo exógeno) desde la década del 1970, la instauración de un modelo de dependencia de fondos y programas federales y la imposición de recetas neoliberales sin analizar las consecuencias para la sociedad. Por otro lado, se añade que por años se concentraron en que un indicador de crecimiento era la construcción, con el indicador de ventas de cemento. Casi todos los informes económicos del gobierno resaltaban la importancia de la construcción, que es uno asociado al consumo. Por eso, cuando cae la construcción por la burbuja inmobiliaria la economía isleña se vio afectada.
La falta de visión de los administradores es parte del problema. A eso le unimos que se ha perdido la capacidad de innovación y de responder a los retos económicos y sociales con medidas innovadoras y efectivas que teníamos hasta la década del 1970 cuando cambiamos al modelo de la dependencia.
La crisis económica y social que padecemos es consecuencia del problema político que no permite que podamos actuar, es estructural. Tienes un problema estructural cuando no puedes crear leyes para defender tus productos, para defender a tu pueblo, para proteger tus industrias y podríamos seguir mencionando. A su vez, este problema político produce como efecto la mala administración, la politización y la corrupción, con problemas estructurales (estructuras distorsionadas) que se van ampliando y minan la capacidad de recaudos del Gobierno. Además, no reconocer la realidad isleña y caribeña, hace que los análisis sean sesgados. ¿Por qué sesgado? Porque muchos ideólogos dan a entender que lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para aquí y no se dedican a informar de los estragos que ha causado ese análisis torcido.
Por años construimos una mentira sobre el Puerto Rico próspero, moderno y de alto consumo que choca ante la realidad de no poder financiar el aparato gubernamental, pagar el servicio de la deuda pública y al mismo tiempo reactivar la economía.
Los números hablan
Para los años fiscales 2012, 2013 y 2014, el nivel de gastos fue de $11,966, $9,885 y $9,126 millones, respectivamente. En el renglón de recaudos se mostró una disminución en los mismos años fiscales de $8,573, $8,131 y $9,037 millones. Y una deuda pública “acumulada” que para diciembre de 2014 ascendía a $75,280 millones. Cada día la sociedad se está polarizando al aumentar la desigualdad, según refleja el índice Gini que mide el nivel de desigualdad de las riquezas, que es de más de 0.471, lo que es lo mismo que existen unos pocos que reciben muchos ingresos mientras la mayor parte de la población tienen bajos ingresos. La falta de equidad, la pobreza y la desigualdad están correlacionadas con la falta de empleos. Este aumento en la desigualdad reduce la clase media y crea inestabilidad social y económica, que para mantener su nivel de consumo debe recurrir al endeudamiento excesivo.
El modelo agotado
El sistema económico de Puerto Rico de atraer empresas extranjeras (economía exógena) comenzó a colapsar desde 1969, y posteriormente se agrava (1996) con la eliminación de la Sección 936 que por años mantuvo funcionando la economía artificialmente. Pero como no teníamos instrumentos para crear un nuevo modelo que le sustituyeran, ni voluntad política para hacerlo, nos dedicamos a tapar el problema para no enfrentar las estructuras políticas, económicas y sociales que nos limitan. Por eso, en estos momentos carecemos de un modelo o de planes económicos y sociales para salir de la crisis y continuamos improvisando para tapar los problemas, privilegiando grupos, aumentando el déficit del gobierno, aumentando la deuda para cuadrar el presupuesto, afectando a los trabajadores, con la inversión estancada y engañando a todos con la falsa ilusión de prosperidad. Las consecuencias son la crisis que enfrentamos desde el 2006, el continuar haciendo lo mismo, repitiendo los mismos errores y socializando los costos de oportunidad, sin medir lo que nos cuesta. La crisis, la falta de crecimiento en la economía y la degradación del crédito ha sido la consecuencia directa de las propias acciones del gobierno y del modelo neoliberal impuesto en todos lados desde la década de 1970 para expandir el capital a nivel global, otorgar exenciones contributivas, subsidios, reducir los costos laborales y un gobierno facilitador.
La solución
La solución del problema económico del país requiere un Plan de País que plantee los objetivos y las prioridades sociales y a su vez presente soluciones radicales, que tienen que partir desde la raíz, y que se plasme en un nuevo modelo económico y social que pueda articular las políticas económicas entre la economía endógena (nacional) y la exógena (atraer empresas extranjeras) de manera que tengamos una economía interrelacionada, con diversas empresas y con empleos dignos con equidad para todos. Necesitamos objetivos sociales, económicos y ambientales de consenso para crear ese plan que establezca hacia dónde vamos y lo que queremos. En las políticas públicas que se desarrollen para ese modelo se debe fortalecer la infraestructura científica y tecnológica para poder crear nuevas empresas y productos. Por otro lado, debe fortalecer la creación de capital nacional para poder reinvertir en la economía nacional. Y en especial, se debe evaluar todo gasto para que se justifique con criterios de eficiencia y eficacia y que tenga beneficios sociales. Además, requiere compromiso y consenso para lograr esos planes desde el corto plazo a largo plazo y un Gobierno ágil, eficiente, que mida y articule los objetivos sociales que nos establezcamos como pueblo. Un Gobierno que sea ese eje central de nuestra vida social y que trabaje por su pueblo para lograr los objetivos y prioridades sociales establecidas.
Este cambio de paradigma requiere que se evalúen las nuevas ideas, que se evalúen y planifiquen de forma eficiente, se necesita voluntad política y social para establecer las nuevas políticas públicas, requiere compromiso, transparencia, rendición de cuentas y eficiencia y eficacia en el uso de los fondos públicos. A pesar de la limitación política, podemos transformar la economía, pero requiere pedir mayores poderes que nos permitan crear un modelo alejado de la dependencia.
Necesitamos mayor poder económico y un plan de consenso social. Mientras tanto, se deben considerar algunas acciones recomendadas por diversas personas:
- Tener mayor poder político y económico que permita eliminar las leyes de cabotaje que encarecen los productos, comprar petróleo a Venezuela que permita reducir los costos de energía y utilizar esos ahorros para estimular la economía.
- Realizar una auditoría ciudadana de la deuda. Conocer en qué consiste la deuda, cómo se tomó, a quién benefició o para qué se utilizó. Asignar responsabilidad por mal uso de fondos. Y que cada ciudadano se comprometa con conocer y evaluar el uso de los fondos públicos. Sanear las finanzas públicas comienza con reducir la inmensa deuda pública que somos incapaces de pagar y evitar vender activos del pueblo (cuestionar y evaluar la privatización). Debemos comenzar con restringir el seguir tomando prestado, pues si vamos a seguir sacrificándonos con ajustes económicos, debemos pedir que se limite seguir tomando prestado para cuadrar el presupuesto o pagar la deuda. Debemos ser responsables fiscalmente.
- Establecer un proceso de reforma gubernamental discutido entre todos los empleados; debe ser uno que no empobrezca al trabajador que genera las riquezas y que no empobrezca al pueblo, los dueños de los activos del gobierno. Hay que estudiar el costo de la política pública de austeridad fiscal, pues al reducir los gastos del gobierno, dejamos a la sociedad desprotegida, no cumplimos con el contrato social y con la función del Estado.
- Es necesario evaluar y medir los costos de los incentivos contributivos y los subsidios en cuanto a sus beneficios y costos sociales.
- Es necesario aumentar el impuesto a las empresas foráneas por lo menos hasta un 10 por ciento. Dado que ya tenemos el impuesto al consumo, es necesario que se aumente la captación del IVU al 85% y se mejore su fiscalización. De esta manera aseguramos que se tenga los recaudos suficientes y podamos hablar de reducir los impuestos a los trabajadores, para así buscar un sistema más equitativo y justo. De lo contrario, seguiremos con el mismo problema. De estos recaudos hay que asignar una porción para crear el capital que necesitamos para estimular la economía, crear empresas de aquí y reinvertir en actividades productivas.
- El dinero que se obtenga se debe utilizar para estabilizar la situación fiscal del gobierno y para reducir los impuestos a los trabajadores y buscar formas de estimular el ahorro, la demanda y la inversión. Que se evalúe todo gasto social y que sea con criterios sociales justificados pero sin dejar de invertir en mejorar la calidad de vida, en la equidad económica y se avance hacia el desarrollo económico y social.
- Debe establecerse un fondo anual para financiar un programa de investigación y desarrollo de productos nuevos, y de empresarios puertorriqueñas. La investigación y la innovación debe ser clave en el nuevo modelo. La investigación es importante para poder innovar, crear y modificar productos. La innovación y el fortalecimiento institucional, hace que se descomponga la dependencia. Entender que la innovación es un espíritu de cambio e imaginación, es repensar, reimaginar, tomar lo mejor de las ideas y métodos nuevos para crear, innovar y emprender. Pero si queremos invertir en la economía endógena debemos ser innovadores para tener una economía competitiva, más justa, con posibilidades de desarrollo económico que integre y considere ese desarrollo físico, social, de conocimientos, ambiental y cultural.
- Es indispensable relacionarse con las economías emergentes del Caribe, Centro y Suramérica, y las organizaciones que las articulan, particularmente las que se basan en la solidaridad. Esto, con el fin de abrir mercados para la compra y venta de productos a mejores costos, la eliminación de las leyes de cabotaje, con mayor soberanía económica que permita articular estas políticas.
- La reforma gubernamental permite aprender a cambiar políticas asistencialistas para tener una transición hacia mayor autofinanciamiento. La transición a la autosuficiencia es para financiar una base productiva, como es favorecer la compra de productos agrícolas locales o para sustituir importaciones en lo que sea necesario, crear una infraestructura rehabilitadora y articular nuestro propio proyecto autosuficiente de desarrollo. De esta manera comenzamos a reducir la dependencia, aumentar la producción local, aumentar la oferta de exportación, crear una cultura de innovación económica y sobre todo aprender a resolver nuestros problemas y buscarle soluciones.
- El gobierno debe tener disciplina y prudencia en establecer prioridades y tomar decisiones públicas que sean capaces de proveer bienes y servicios y que permitan articular una política pública que balancee lo exógeno con lo endógeno. El consenso social es importante para determinar prioridades sociales y económicas y entender la importancia de lograr la equidad y la solidaridad. En vez de continuar remendando el modelo industrial agotado, la solución debe ser creada desde adentro (desarrollo endógeno) donde ganemos espacios económicos diversificados que se fortalezcan, construyendo herramientas eficaces que sustituyan el modelo actual.
Para reconstruir la economía y la sociedad de Puerto Rico, de forma que se encamine a un proceso de desarrollo, necesitamos aprender de nuestros errores y aciertos, y a crear y buscar nuevos conocimientos para construir un modelo que se ajuste a nuestra realidad. La economía no puede seguir siendo un enclave colonial, y cómo a finales del siglo 19 pedimos mayor autonomía para impulsar la economía, hoy debe ser parte del reclamo. Para articular propuestas para reconstruir la economía y superar el tema de la crisis, el desempleo, el endeudamiento, el déficit fiscal y la falta de disciplina en cuanto a los gastos y la eficiencia gubernamental que no permite articular el desarrollo socioeconómico y las políticas públicas para el funcionamiento del Estado, debemos tener poder. El proceso de aprendizaje provee lecciones que permiten crear una propuesta de una economía diferente que fomentea la creación de empleos; la inversión en una economía diversificada que fortalece la oferta gubernamental prevaleciendo en educación, en salud y en seguridad social; que promueve la igualdad de género; y nos aleje de la dependencia, es una alternativa real. Necesitamos un Gobierno fuerte y articulador, pero necesitamos poder económico para diseñar las políticas públicas que permita establecer objetivos sociales a largo plazo.
Debemos aprender de las lecciones para poder articular un proyecto que sea nuestro y que se adapte a nuestras aspiraciones. En el caso de Puerto Rico, necesitamos un proyecto que garantice crecimiento y desarrollo, que promueva y oriente un desarrollo que minimice los costos sociales y ambientales, buscando cumplir con el objetivo de crear riquezas y aumentar el empleo.
La falta de información nos confunde
En toda esta discusión de la crisis, la falta de discusión seria sobre los asuntos económicos y sociales de Puerto Rico hace que las personas repitan argumentos que no tienen base científica para probar su efectividad, pero al repetirlo tantas veces la gente cree que son verdad. Es parte del objetivo que tienen los ideólogos que venden ideas sin fundamentos, confundir al pueblo, trivializar los problemas y las posibles alternativas, y desviar la atención y discusión de los asuntos serios. Esos ideólogos (que responden a intereses económicos) se apropian del discurso crítico y lo tergiversan, al plantear que el problema es “estructural” e inmediatamente te ofrecen las recetas neoliberales y cambios estructurales al gobierno, para poder allegar dinero y que les paguen a los bonistas. Su discurso pretende convencer al pueblo que el problema es que “el Gobierno es el eje central de nuestra vida económica”, que es “el principal patrono, el principal deudor, el que dirige todo en la economía” y le añaden “la crisis nos obliga a repensar la viabilidad financiera del Gobierno y la deseabilidad del mismo”. Luego ofrecen sus llamadas “reformas estructurales” que consisten en “achicar y balancear” los presupuestos y bajar el gasto público; privatizar entidades públicas; disminuir el empleo público; bajar los impuestos a las empresas privadas para aumentar su competitividad internacional; sustituir el sistema contributivo “progresivo” de impuestos a los ingresos por los impuestos al consumo; disminuir la reglamentación gubernamental sobre la economía, además de pagar la deuda. Un discurso errado, desinformado, sin evidencia y a la vez sin validez, que demuestre qué ha sido exitoso. Y para trabajar psicológicamente al pueblo te dice “la crisis no es exclusiva de los “ricos” de la Milla de Oro, de los “Fondos Buitres” de Wall Street, sino que “todos vamos a recibir un golpe” si no se paga la deuda. En sus discursos nunca señalan que el Gobierno invierte una tajada mayor de su presupuesto para pagar el “servicio de la deuda”, que los empleos gubernamentales han disminuido al igual que los bienes y servicios que provee el Gobierno, que las reformas a los sistemas de retiro no han solucionado la crisis, que los impuestos no han mejorado la situación, engaños tras engaños construidos de realidades. El pueblo ha pagado la crisis y la deuda con las bajas en sus salarios, con los despidos, con los aumentos en costo de los bienes y servicios, con los aumentos en los impuestos, con la reducción de las pensiones y con toda la violencia que se genera por la crisis.
Y lo peor es que el gobierno, que no reconoce cuál es su función social, le cree a esos ideólogos y establece sin evaluar sus recetas y se olvida de medir los costos sociales y económicos, afectando el buen funcionamiento del país, y afectando a la sociedad en su conjunto. De tanto copiar se nos olvidó pensar y analizar y nos dedicamos a adoptar programas en vez de crear y buscar soluciones apropiadas. Y en esa miopía no entendemos que el problema es estructural y que lo impone el sistema político no te permite crear las condiciones para fortalecer la capacidad de innovación y creación que permita responder a los cambios y a la crisis.
* La autora es Catedrática del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Arecibo. Doctora en Económicas y Empresariales, MA Economista y MP Planificación Ambiental. Presidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Planificación SPP. Miembro de la Dirección Nacional del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.
Fuente: Claridad |