El 22 de junio de 1826, en la Sala Capitular en la ciudad de Panamá, abría las sesiones el Congreso Anfictiónico convocado por Simón Bolívar. Fue el 7 de diciembre de 1824, dos días antes de la batalla de Ayacucho, cuando El Libertador había firmado la carta de convocatoria.
Ayacucho, era fruto del trabajo mancomunado de venezolanos, rioplatenses, altoperuanos, chilenos, peruanos, neogranadinos y ecuatorianos, que habían sacrificado todo en pos de la independencia. La hora de construir una Patria Grande, libre y unida, parecía estar al alcance de las manos. Pero la contrarrevolución también sacaba enseñanzas de la victoria patriota. De ahora en más, contra la unidad bolivariana, había que fomentar la desunión entre los americanos, objetivo primordial de todas las oligarquías locales y del colonialismo, aún hasta nuestros días.
Al Congreso asistieron los plenipotenciarios de Colombia (Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá), Guatemala (Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador y Nicaragua), México y Perú. Chile, las Provincias Unidas del Río de la Plata, Paraguay y Bolivia no asistieron por diferentes razones: falta de interés, aversión a la propuesta, desinteligencias, presión de las grandes potencias. Estados Unidos fue invitado por Santander, Bolívar se disgustó porque Estados Unidos no era parte del proyecto, y porque ya percibía el destino imperialista de esa nación.
El Congreso Anfictiónico fracasó. La acción disolvente del imperialismo y el egoísmo y la traición de las oligarquías locales logró hacer efecto en la América española recién liberada. La idea bolivariana se derrumbaba y con ella la de los conductores de la primera ofensiva unionista e independentista.
Pero el intento no fue en vano. A 200 años de la epopeya libertadora, nuevamente la idea ha tomado fuerza. UNASUR, la CELAC y el ALBA son realidades que reconocen a aquel Congreso Anfictiónico como su antecedente más directo, y también más glorioso. Hoy como ayer, lo decía Bolívar, la unidad debe ser nuestra divisa. |