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¡Qué duro es descolonizarse! PDF Imprimir Correo
Escrito por Eduardo Villanueva Muñoz   
Miércoles, 27 de Mayo de 2015 08:50

oscar

El movimiento sociopolítico y de derechos humanos en que se ha convertido la petición para que el presidente de Estados Unidos (EE UU), Barack Obama, excarcele a Oscar López cada vez es más masivo.



Existe un amplio consenso sobre el tema en diversos sectores de la sociedad puertorriqueña, sectores que en otras instancias tienen grandes dificultades para ponerse de acuerdo. El trípode en que se monta la campaña, en la nación puertorriqueña, al interior de EE UU, y a nivel internacional, ha logrado expresiones y aliados fundamentales para que Obama comprenda que es del interés político de su país y su partido, excarcelar a Oscar. ¿Por qué no lo hace, qué espera? Diversos factores lo explican.

A nivel de psiquiatría política podemos decir que la enfermedad del coloniaje es como la del sadomasoquismo. El colonizador depende tanto del colonizado para sentirse superior y que tiene alguien a quien proteger, como el colonizado de sentirse inferior y delegar que lo protejan. Ambos se refuerzan positivamente y derivan placer de sentirse necesitados en el rol lastimoso que se han asignado, por complacencia y por inercia.

La campaña para excarcelar a Oscar es un reto monumental, porque aspira a vencer la resistencia de Estados Unidos a concedernos una victoria de pueblo y porque tenemos que convencer a nuestro pueblo, de que podemos lograrlo sin que él ni nosotros abdiquemos un solo principio. En el camino se hacen concesiones tácticas que buscan sumar apoyos y demostrar que el intento de mantenerlo preso para disuadir conducta e ideales, ha fracasado. Los que le escriben, quienes lo visitan, los que lo convierten en un icono de valor y resistencia, se suman a la fuerza arrolladora que derrumba los barrotes de la cárcel psíquica y del chantaje psicológico que es su encierro. El pueblo luchando por la universidad pública, por la autogestión agrícola, por la preservación de terrenos productivos, por el rescate de playas, en defensa de la autonomía de los legisladores que en cierta medida se enfrentan al neoliberalismo, son ejemplos de que Oscar se reproduce en las luchas de su pueblo.

El pueblo combate y Oscar resiste porque su vida tiene sentido, el sentido de saber que representa a un pueblo sojuzgado que quiere y necesita romper cadenas y que cuenta con el ejemplo valeroso de quien ha enfrentado al opresor y moralmente ya lo ha vencido. Los niños le escriben y Oscar le contesta con parábolas de respeto a lo que representa una niñez que tiene que erguirse sobre ideales de amor a la Patria. Las mujeres van al puente y tienden puentes para que las escuchen y son creativas en sus consignas, además de formar diversas alianzas de sectores y grupos que ponen la acción donde ponen la palabra. Algunos veteranos de guerra comprenden que es mejor ser veterano del ejercicio de la defensa propia para preservar la nacionalidad que se pretende destruir que luchar por patria ajena. Se pelea la guerra necesaria para evitar el despojo de lo propio.

El derecho a la autodeterminación es inalienable, no depende de mayorías. Oscar lo defiende y preserva con su lucha para que futuras generaciones lo usufructúen. Por eso es que decimos que, paradójicamente, luchamos para excarcelar un hombre libre. No hay fórmula intermedia entre la libertad y la esclavitud, es un deber ser un(a) combatiente anticolonial.

Oscar salva para la historia el principio de que la mayor virtud es el valor y por amor a la Patria vale la pena ser libre hasta en la cárcel. De ahí su serena resistencia hasta que nos lo devuelvan a casa.


* El autor es Portavoz del Comité Pro Derechos Humanos de Puerto Rico.

Fuente: Claridad

 

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