Desde el fin de la Guerra de la Triple Alianza (1870), el Paraguay fue dominado por una oligarquía voraz, que acaparó –junto con empresas anglo argentinas y anglo brasileñas– las tierras y los principales negocios. Para manejar mejor sus intereses y los de las empresas extranjeras, constituyeron dos partidos, el Colorado y el Liberal, buscando engañar a todo el pueblo de que solamente allí debían participar. En realidad, nunca dieron participación al pueblo, al que utilizaron como carne de cañón para resolver sus campales disputas por negocios turbios.
Así han gobernado –destrozado, sería un término más adecuado– al país. Como pelean por un botín y no por ideales superiores, hoy tenemos, luego de 145 años de bipartidismo cupular, un país con 50% de analfabetismo funcional, similar cifra de pobreza real y la peor concentración de la tierra del mundo, 85% en manos de tan solo un 2,5% de la población.
Ello no quiere decir que no hayan existido –y existan– excelentes dirigentes colorados y liberales, que no tienen ningún peso en las decisiones de las cúpulas de sus partidos.
Los únicos dos intentos por terminar con el bipartidismo cupular que tuvieron éxito –y hasta hoy se los recuerda como los mejores gobiernos a favor del pueblo– fueron la Revolución Febrerista, que luego de implantar las 8 horas de trabajo y la reforma agraria fue echada mediante golpe de Estado, y el gobierno de Fernando Lugo, que hizo realidad la salud pública gratuita y la atención a la tercera edad y a la indigencia (teko porä). Obtuvo 240 millones US$/año más de Itaipú que, bien empleados –no el robo que se instauró con el FONACIDE–, implicarán un salto cualitativo en la educación y en todo. Lugo también fue derrocado mediante golpe de Estado (parlamentario).
¿Cómo se ejerce el bipartidismo cupular? Con el dinero. Allí está Cartes, quien no era ni siquiera colorado, pero compró su candidatura dentro de la ANR y luego la compró a nivel nacional. Para gobernar designa a dedo a sus aliados dentro de la ANR y se entiende con la cúpula liberal, conducida por Blas Llano, presidente del Congreso puesto allí por Cartes. Antes fueron otros poderosos plutócratas, o militares, los que impulsaron el bipartidismo cupular, como el dictador Stroessner (quien eligió a sus propios interlocutores liberales), Rodríguez y Wasmosy. Es el poder militar y del dinero, ahora, con el fundamental respaldo de los medios empresariales de prensa, el que impone el modelo bipartidista cupular, a fin de evitar el riesgo de la democracia participativa.
Hay sectores que se prestan a ese juego del bipartidismo cupular, diciendo que el problema es el Partido Colorado (o el Liberal), y se alían o buscan el apoyo de Llano, o de Cartes, para alcanzar sus fines inmediatos, pero fortaleciendo al bipartidismo cupular. Así, para la Intendencia de Asunción, hoy algunos dicen que el problema es Samaniego, el candidato de Cartes, y con ello quieren justificar su alianza con Blas Llano; en definitiva, fortalecerán al bipartidismo cupular. La cuestión es superar el bipartidismo cupular, superar el Pacto Azulgrana (Cartes – Llano) que desgobierna hoy el Paraguay, y no aliarse con cualquiera de tales cúpulas.
El Tercer Espacio, liderado por el Frente Guasú, que enfrenta al bipartidismo cupular –al Pacto Azulgrana neoliberal y autoritario– está creciendo en todo el país, al crecer la lucha contra el modelo neoliberal y autoritario, por una verdadera democracia participativa y una justicia social. Ya forman parte de este Tercer Espacio muchas bases coloradas, liberales y oviedistas, así como partidos y movimientos políticos, ciudadanos y sociales de todo el país, de un amplio espectro. Todos debemos ser parte del Tercer Espacio progresista, democrático y participativo, a fin de superar el nefasto bipartidismo cupular. No sólo ganará el país y su pueblo, sino que también ganarán los demócratas colorados y liberales, que hoy no tienen chances de crecer en sus partidos.
Fuente: Radio Ñanduti |