Betances, en entrevista con un periodista de Le Voltaire (París) en 1889, dijo: “Yo también soy un viejo soldado de la República francesa. En 1848 cumplí con mi deber. Cuando de la libertad se trata, todos los pueblos son solidarios”.
Revoluciones de 1848
Ramón Emeterio Betances (1827 – 1898) generalmente es conocido por su protagonismo dirigente en la revolución puertorriqueña de 1868 (el Grito de Lares). En esta efeméride de su natalicio exploramos su actividad política en 1848. Se trata del Betances en transición de estudiante de escuela secundaria a universitario y quien, a comienzos de ese año, tenía 20 años de edad. ¿Por qué interesa examinarlo con relación a ese año en particular?
Todos los días de la historia de la sociedad humana son importantes. Hay momentos del proceso histórico, sin embargo, que son singulares. El año 1848 es uno de ellos. Una confluencia de factores – crisis económicas, sociales y políticas – suscitaron revoluciones más o menos simultáneas en diversos países de Europa especialmente entre febrero y junio de 1848. Entonces el subcontinente europeo no estaba compuesto por los estados nacionales según sus configuraciones políticas y territoriales del presente.
Se produjeron revoluciones armadas en Francia; el Imperio Austríaco (comprendiendo Austria, algunos espacios alemanes, Bohemia del pueblo checo, el territorio de los eslovenos, el territorio lombardo-veneto del norte italiano, el reino de Hungría con dominación sobre polacos, eslovacos, ucranianos, romanos, croatas y serbios); Italia (dividida en el Ducado de Florencia, Reino de Nápoles y Estados Pontificios); la Confederación Germánica (subdividida en reinos, ducados y ciudades libres); España (con sus países subordinados de la península ibérica); y Portugal.
En el libro Las revoluciones de 1848 (1984), José María Juarranz de la Fuente resume la complejidad de aquel escenario histórico. En todas partes elementos de las clases burguesas lucharon por establecer regímenes liberales capitalistas (en la forma de monarquías constitucionales o repúblicas). Con las revoluciones, en general, se buscaba abolir el feudalismo o reducir los privilegios señoriales donde existieran. A su vez, en Alemania, Italia, Hungría y Bohemia (país checo), por ejemplo, floreció el nacionalismo ya fuera procurando la unidad nacional, la independencia o ambas. Hubo levantamientos de campesinos en diversos lugares. A su vez, la clase obrera asalariada irrumpió con fuerza propia contra las contradicciones del capitalismo en su contexto industrial luchando por el socialismo o por reformas laborales y reivindicaciones electorales (derecho al voto); aquí y allá los trabajadores contaron con aliados de clase media. Los estudiantes universitarios tuvieron un papel destacado en unos y otros casos y desde diversas posturas políticas.
Señala el historiador Mark Rapport, en la obra 1848 Year of Revolution (2008) que fueron los liberales alemanes los que acuñaron la frase Völkerfrühling – “Primavera de los Pueblos” – con que se caracterizó aquella epopeya de esperanzas libertadoras para la gente y las naciones. En medio de aquel torbellino político especial de 1848, Ramón Emeterio Betances estuvo un tiempo en Francia y pasó unas vacaciones en Puerto Rico.
Entre Toulouse y París
En las biografías ha sido difícil ubicar con precisión en qué lugar y cuándo se encontraba Betances en Francia en 1848. Las imprecisiones se deben en gran medida a lo muy poco que escribió el propio Betances sobre su niñez y juventud estudiantil, y a los escasos datos sobre ello en la documentación conocida. Una pieza del rompecabezas no considerada antes ayuda a ubicarlo mejor en París al estallar la revolución en febrero. La hipótesis solo es posible a base de inferencias indirectas.
Betances nació el 8 de abril de 1827 en Cabo Rojo, uno de los pueblos importantes al suroeste de Puerto Rico. Allí tuvo su crianza familiar afectiva y educación primaria. He intentado contextualizar aquél período inicial de su vida en mi ensayo El Cabo Rojo de Betances (2007). Luego de fallecer su madre, la puertorriqueña María del Carmen Alacán (en 1837), su padre don Felipe Betances, inmigrante dominicano, pequeño comerciante y hacendado azucarero, envió a Ramón Emeterio a proseguir estudios superiores y universitarios a Francia. Según documenta el historiador Félix Ojeda Reyes en la biografía El Desterrado de París (2001), don Felipe encomendó el cuido de su hijo al farmacéutico francés Jacques Maurice Prévost y a la esposa de éste, la caborrojeña María Catalina de Caballiery Bey. Refiere la investigación “Betances en Toulouse, 1839 – 1846” (revista Sin Nombre, abril-junio 1976) donde su autor Jacques Gilard postula que la confianza del encargo familiar se entiende por la amistad y la solidaridad masónica, credo compartido por el padre de Betances y el inmigrante francés. Por no poder oficializar su título de farmacia en Mayagüez, importante pueblo y puerto al oeste de Puerto Rico donde vivía, Prévost regresó a Francia. Suponemos que el acomodado propietario Betances aportó económicamente para el sustento y estudios de su hijo.
Para 1839, pues, con unos 12 años Ramón Emeterio ya estaba situado con su familia adoptiva en Grisolles, un pequeño pueblo de la región central de la Cordillera de los Pirineos, al suroeste de Francia. El adolescente Betances cursó la escuela secundaria, llamada bachillerato en el contexto académico francés, en la ciudad de Toulouse (Tolosa) distante sólo 34 kilómetros (unas 21 millas) de Grisolles. En la biografía El Antillano (1988), la historiadora Ada Suárez Díaz observa que Betances completó una especie de doble bachillerato en Letras, el 12 de agosto de 1846 (a los 19 años) y en Ciencias, el 16 de marzo de 1848 (próximo a cumplir 21 años); ella cita del “expediente académico suministrado por la Universidad de París, Facultad de Medicina”.
En el Collége Royal de Toulouse donde estudió Betances, señala Ojeda Reyes, el calendario escolar transcurría desde mediados de octubre hasta la tercera semana de agosto. ¿Cómo se explica que el segundo bachillerato fuera conferido en marzo del 48? ¿Estaba en Toulouse o en París? Puede ser que terminara sus cursos y exámenes finales ya para agosto de 1847 y que el diploma se lo expidieron unos meses después. No se sabe con exactitud cuándo Betances se trasladó a París a las gestiones de ingreso en la Universidad para estudiar medicina y buscar alojamiento. Por una indicación suya sabemos que inicialmente se hospedó en el Barrio Latino.
Pero si París era el volcán de la revolución, Toulouse no se queda atrás en la agitación antimonárquica. La complejidad social y la actividad política en aquella ciudad ha sido plenamente documentada y analizada por el historiador Ronald Aminzade en su obra Class, Politics and Early Industrial Capitalism: A Study of Mid-Nineteenth-Century Toulouse, France (1981). La escena política de Toulouse, apunta Aminzade, también tenía su “dinámica de lucha de clases localizada”. La burguesía republicana encabezada por Jacques Joly se agrupó en un Comité Central; Balansac, un librero y orador republicano-socialista y otros formaron el Comité du Sud; los comerciantes organizaron el Comité de Commerce. La clase obrera realizó diversas movilizaciones y se constituyeron otros grupos como el Club de la Voix du Peuple, Club des Ecoles y Club de la Liberté. Estudiantes universitarios fundaron “su propio comité electoral” bajo el liderato de Batut, llamado el Comié de l’Avenir Republicaine. Betances partió de Toulouse con ese trasfondo que de alguna manera lo impactaría. Llegó a París con la mecha encendida; lo esperaban las barricadas revolucionarias.
Lo escrito por Betances
El distinguido sociólogo e historiador uruguayo, Carlos Rama (1921 – 1983), quien fue profesor visitante en la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, dedicó parte de su labor académica a la vida y obra de Betances. En Las Antillas para los antillanos (ICP, 1975), antología de escritos de Betances, Rama incluye el texto “Recuerdos de un revolucionario” (pp. 150 -155), que fue su última aportación a La Revue Diplomatique en 1898 antes de fallecer el 16 de septiembre de ese año en París.
En dicho escrito, Betances rememora algo sus pasos políticos pioneros, y subrayó su medio siglo de militancia revolucionaria con estas palabras: “Y heme aquí, por mi parte, próximo a festejar el 24 de febrero de 1898, mis bodas de diamante con la Revolución”. Puntualizó una fecha especial, pero no dijo directamente dónde se encontraba.
Casi una década antes, en entrevista con un periodista de Le Voltaire (París) en 1889, dijo: “Yo también soy un viejo soldado de la República francesa. En 1848 cumplí con mi deber. Cuando de la libertad se trata, todos los pueblos son solidarios”. Esta cita la informó el historiador Paul Estrade, de la Universidad de París y uno de los especialistas sobre Betances, en la conferencia conmemorativa Ciudadano Betances: ¡presente!, de la Jornada Betances, en Mayagüez, el 8 de abril de 2008 (versión digital). Tampoco indicó el joven estudiante-soldado dónde y con quiénes militó del lado republicano. Para que no haya lugar a equivocación, sobre todo en los entuertos ideológicos del Puerto Rico colonial donde por “republicano” se entiende “anexionista”, en la historia política de los siglos 18 y 19, República tiene el doble significado de independencia de un país que ha sido sometido a la dominación imperialista y de una forma de gobierno democrático presidencialista, no-monárquico, electo por el pueblo. En aquel contexto se trataba de un gobierno de configuración burguesa-capitalista electo por los votos de una porción limitada de varones (no de mujeres) del país en cuestión y en que participaban los partidos políticos permitidos.
Por otra parte, en Recuerdos de un revolucionario (1898) Betances apuntó que mientras ya estudiaba en París, en 1851, se reunió con “un grupo de jóvenes cubanos, ricos, alegres y plenos de esperanzas”. A aquellos jóvenes que simpatizaban con una expedición anexionista dirigida por el general Narciso López, que pretendía independizar a Cuba de España para seguidamente anexarla a Estados Unidos, Betances les hizo una advertencia: “No plantéis la palma en Washington ni el manzano en La Habana, pues perecerán ambos”. Cuando se enteraron del desastre de la expedición (López fue capturado y ejecutado), Betances animó a los desconcertados jóvenes exclamando “¡Cuba triunfará por sí misma!”. Al grito de “¡Viva Cuba Libre!”, los reorientó hacia un juramento: “Trabajar hasta la muerte contra el despotismo español, a favor de la independencia de las Dos Antillas”. La trama anexionista de Narciso López, con apoyo de elementos hacendado-esclavistas del sur de Estados Unidos, que se venía gestando desde 1843 ha sido documentada ampliamente por el historiador Philip S. Foner en A History of Cuba and its Relations with the United States, Vol. II (1963). Hay otro dato relacionado con el episodio antedicho que resulta clave para descifrar la instancia parisina de Betances de 1848. Es su señalamiento de que acompañando a los cubanos estaban dos puertorriqueños. “Uno de ellos”, escribe Betances, “el licenciado Vargas (de Ponce), que después se consagró a la defensa de las ideas liberales”. Y añade la pieza decisiva: “Vargas me había conocido militando en 1848”. Los cubanos supieron de Betances por Vargas, “y todos vinieron a arrancarme varias veces al fondo del Barrio Latino, donde yo comenzaba mis estudios de medicina, haciendo votos y lanzándolos a menudo en artículos de periódicos, a favor de la libertad de las Antillas”. Concordamos con Rama en su interpretación de que desde 1851 y posiblemente con anterioridad, Betances se había definido a favor de la independencia absoluta de Puerto Rico y Cuba. Es decir, desde sus años de estudiante universitario. En 1848, se puede decir, que era partidario del republicanismo liberal y democrático burgués. Ambos idearios confluirían en el programa de la revolución puertorriqueña de 1868.
Si se conocieron entonces es porque también Vargas había viajado a París, pues no creo que fue a conocerlo precisamente a Toulouse. ¿Quién era Vargas? Sus fechas de nacimiento y muerte son desconocidas. Se sabe lo suficiente para corroborar lo dicho por Betances sobre él.
Se trata de José Joaquín Vargas Torres, oriundo de Ponce, Puerto Rico. En Verdadera y auténtica historia de la ciudad de Ponce (1913), Eduardo Neumann lo incluye en el Capítulo XIX “Hombres distinguidos que brillan en Ponce”, con la fotografía que reproducimos aquí. Neumann lo identifica con los datos que siguen: “Abogado, hombre de gran talento, político entusiasta y orador castelarino que sabía entusiasmar y hacerse aplaudir con su oratoria llena de brillantes, rotundos, floridos y arrebatadores períodos. Fue un hijo de Ponce que se distinguió por su desinterés y ardiente patriotismo, muy digno del recuerdo póstumo”.
José Joaquín Vargas fue condiscípulo de Segundo Ruiz Belvis (1829 -1867) en la Universidad de Madrid donde estudiaron Derecho. Más tarde, junto a Betances, Ruiz Belvis fue uno de los principales organizadores iniciales de la revolución independentista. En mi ensayo Tapia, la Sociedad Recolectora y la Biblioteca Histórica de Puerto Rico (2012) constatamos, además, que Vargas fue uno de los doce integrantes conocidos de la Sociedad Recolectora de Documentos Históricos de Puerto Rico, fundada por Román Baldorioty de Castro y otros universitarios puertorriqueños en Madrid en 1851. A ella perteneció Betances y a saber si la presencia de Vargas en París ese año guarda alguna relación también con esta tarea académica.
Ubicado en Ponce como abogado, en 1867 Vargas fue objeto de persecución política por sus ideas abiertamente a favor de la abolición de la esclavitud. En la obra José Julián Acosta y Su Tiempo (1940; ICP 1965), Ángel Acosta Quintero (hijo del prócer) documenta el incidente de la discusión entre Vargas y el conservador Valentín Suiró en “la botica de Pedro Garriga” el 18 de enero de 1867. Suiró difamó al comisionado liberal ante la Junta Informativa de Ultramar, José Julián Acosta, con la falsa noticia que había vendido una esclava anciana (que en realidad no poseía). Vargas salió en su defensa y respaldó la posición de los comisionados liberales (Acosta, Ruiz Belvis y Francisco Mariano Quiñones) de abolición radical e inmediata de la esclavitud. Sus palabras fueron tildadas de “subversivas”, pero debido a las diversas versiones de testigos, su intento de que se le castigara no prosperó. También el comerciante ponceño Carlos Elías Lacroix defendió a Acosta. Lacroix, en 1868, formó parte del comité central independentista. Ciertamente eran amigos mas no sabemos si Vargas estuvo involucrado en la sociedad secreta de Ponce.
Posteriormente, formó parte del Partido Liberal Reformista en la década de 1870. Algunos datos sobre su actividad liberal se registran por el historiador Lidio Cruz Monclova en Historia de Puerto Rico, Siglo XIX, Tomos II y III (2da. ed, 1979). En 1871 fue electo miembro de la Diputación Provincial por el pueblo de Juana Díaz; participó en la Junta Informativa para el Fomento Moral y Material de Puerto Rico, en 1873; y en 1887 formó parte del Partido Autonomista Puertorriqueño. Ése es el “licenciado Vargas” de los recuerdos de Betances.
Betances no escribió –o no se ha descubierto información– sobre su militancia a favor de la República Francesa de 1848. Sin embargo, resumió lo que para él aquella revolución aportó para el liberalismo mundial. En un discurso recogido en la revista La Republique Cubaine en 1896, reproducido por Carlos Rama en la antología citada, Betances hizo un contrapunteo entre la Revolución Francesa de febrero de 1848 y la Revolución Cubana de febrero de1895. En el mismo se pone de manifiesto parte del ideario democrático liberal sostenido por Betances. “La Revolución del 48”, dijo Betances, “en efecto ha dejado tres cimientos de los que se puede decir que, por el bienestar del pueblo, ellos no se derrumbarán jamás: la abolición de la esclavitud con Schoelcher, el sufragio universal con Ledru-Rollin y el derecho de asociación con Louis Blanc”.
Estos tres aspectos políticos, la identificación y discusión de los personajes mencionados, la revolución en Francia en sus dos fases (derrocamiento de la monarquía del rey Luis Felipe I en febrero, y la represión desatada contra los elementos radicales y la clase obrera en junio) –insertando a Betances en esos procesos– requieren una investigación y análisis más profundo, que desborda el presente espacio. Queda para ocasión futura. Lo que está claro de su reflexión es que las reivindicaciones liberales revolucionarias de 1848, en su aplicación a Puerto Rico y a Cuba, pasaron por el Grito de Lares y el Grito de Yara de 1868, y continuaban entrelazadas con la revolución cubana de 1895 (la Segunda Guerra por la Independencia) y la revolución por la independencia que fomentaba sin cesar para Puerto Rico.
(Tomado de Claridad) |