(22 de diciembre de 2014) - En marcha la gesta histórica del presidente Barack Obama de derretir las amarras de la incomprensión y abolir las erradas políticas del aislamiento a Cuba, en términos del Caribe y Latinoamérica, al mandatario estadounidense le queda por agotar de su agenda de respeto a los derechos humanos un asunto puntual: la excarcelación del preso político Oscar López.
Mirando nuestra historia, es triste que el presidente de Estados Unidos haya desaprovechado un día como el de hoy -lunes 22 de diciembre- cuando solemnemente se celebra el 119 aniversario del primer izamiento de la bandera puertorriqueña. Para acabar con el baldón que esto constituye para una nación, como la estadounidense, surgida al clamor de la libertad individual y colectiva, de la justicia y del respeto a los derechos humanos, debió decretar ya la excarcelación de López Rivera. Pero esta negativa por ahora, este retraso, no debe desalentar a quienes, absolutamente fuera de consideraciones ideológicas, han estado abogando por su liberación.
En esa comunión de propósito se han unido con sinceridad el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla; el comisionado residente y presidente del principal partido de oposición, Pedro Pierluisi; el exsenador y presidente del Partido Independentista Puertorriqueño, Rubén Berríos Martínez; otros dirigentes políticos, líderes religiosos, de la sociedad civil, e, inclusive, dignatarios estadounidenses e internacionales, como el presidente Bill Clinton. Este último, de hecho, ha catalogado la sentencia de 70 años impuesta al prisionero político puertorriqueño como algo “fuera de proporción en relación con las ofensas” por las que se le enjuició y sentenció, en ninguna de las cuales se le vinculó con hechos de sangre ni con daño físico de ninguna índole a persona alguna.
Ese dato, entre otros muchos, debe ser tomado en cuenta -si es que no lo han sido- por el presidente Barack Obama y por su secretario de Justicia en el ejercicio de su ministerio, el cual incluye hacer la recomendación de rigor al primer mandatario. Algunos de ellos incluye el hecho irrefutable de que López Rivera nunca fue vinculado específicamente a la acusación que dio margen a su juicio en 1981 relacionada con las bombas lanzadas en Fraunces Tabern en 1975. Otro, que la única ocasión en que ha habido evidencia contundente de que Oscar López Rivera tuvo un arma en sus manos ocurrió durante su participación en Vietnam como soldado del Ejército de la nación que entonces le concedió una medalla de bronce por ese servicio y ahora lo mantiene entre los prisioneros políticos con la mayor condena en la historia de Estados Unidos y el mundo.
Pero, sobre todo, para el presidente Obama debe estar latente, por propia experiencia, el dolor humano que conlleva la persecución y el discrimen por raza, por razones políticas o por religión.
La ceremonia que se efectúa llevada a cabo en la sede del Ateneo Puertorriqueño, con motivo del izamiento de la bandera de Puerto Rico, coincide con el anuncio hecho el miércoles pasado por el presidente Obama sobre los acuerdos con el gobierno cubano para la liberación, como ya se ha hecho, de 53 personas que Estados Unidos identificaba como prisioneros políticos. En medio de este proceso, debería figurar en la lista de liberados el pepiniano Oscar López Rivera.
Sería una decisión con la que el presidente se crecería aún más. Pero más que eso, constituiría la reafirmación de una política estadounidense de respeto a los derechos humanos y de profundo acatamiento a la diversidad de pensamiento y preferencias políticas.
Debe internalizar el presidente Obama, como establece el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que, “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” y que “el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la Humanidad”.
No debe, entonces, insultarse más la conciencia del pueblo estadounidense y de toda la Humanidad manteniendo ni un día más en injusta, antidemocrática y vengativa prisión a “un hombre libre” como Oscar. |