El oeste tiene un embrujo patriótico ilimitado. Ha sido gestor de múltiples eventos históricos, entre los cuales se encuentra el haber sido la cuna del Padre de la Patria, Dr. Ramón Emeterio Betances; de Eugenio María de Hostos, Segundo Ruiz Belvis, la querida Lola Rodríguez de Tió y Mariana Bracetti.

Representando a otra generación, tenemos a Don Juan Gallardo, Domingo Vega Figueroa, Juan Mari Brás, Don Rafael Cancel Rodríguez, Rafael Cancel Miranda, Pedro Baigés Chapel, Roberto Journet, Doña Lydia Barreto y Doña Loida Figueroa (aunque nació en Yauco), Alberto Márquez, Pedro Grant (Aguadilla). No termino.

Se me pueden haber quedado decenas de vivos y muertos que hicieron de la lucha patriótica y social la esencia de su existencia. Soy afortunada por haber disfrutado de la amistad y el acompañamiento de muchos(as) patriotas anónimos(as) de la nueva lucha de Independencia, como Don Abraham Camacho, José Santiago (Chepe), Don Santiago Mari y el Chino y Rafa Vázquez Báez. La Nueva Lucha de Independencia, como se denominó ese periodo a partir de la fundación del Movimiento Pro Independencia el 11 de enero de 1959 fue una gran cantera de cuadros en el área oeste.

En décadas previas, internacionalistas puertorriqueños habían ido a combatir en la Guerra Civil Española. En el 1986, en Brazzaville,en la República Popular del Congo, celebrando un 26 de julio en la Embajada Cubana, me contaron amigos cubanos que habían asistido cerca de las salinas en Cabo Rojo a mítines de solidaridad con la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista “ en el patio de una gallera cerca de las salinas en el Corozo. La actividad fue auspiciada por Acción Patriótica Unitaria, organización que dirigía Juan Antonio Corretjer. Lamentablemente esa historia se nos está perdiendo, me decía Don Manuel (Neco) Camacho, hijo de uno de los líderes del Partido Comunista que se fundó en la década del treinta, y que fueron participantes de las huelgas en las salinas aledañas al Faro de Cabo Rojo.

Don Neco tiene casi noventa años y una memoria privilegiada. Recordó que el Movimiento Independentista Puertorriqueño (MPI), vanguardia patriótica de ese momento se fundó en el pueblo de Mayagüez, en la casa de Doña Pupa, quien compartió su historia de vida en el documental sobre las carpetas. En esas historias está la energía de este pueblo, la que aflora en nuevas jornadas de lucha obrera en otra escalada neoliberal.

Repito: el oeste tiene un embrujo. El compañero Miguel Sánchez, vino un día al Colegio, (el Recinto Universitario de Mayagüez) y dejó su comunidad del Caño Martín Peña, para dar lo mejor de sí, a cargo de esa zona por el Partido Socialista, el Nuevo Movimiento Independista y el Movimiento Independntista Nacional Hostosiano (MINH). Los(as) mayagüezanos(as), trascendiendo líneas partidistas, adoptaron la lucha de Vieques como la suya.

Entre tantas historias patrióticas, me interesó hacer constar la gesta de solidaridad del compañero Gonzalo Cabassa Ramírez, del Barrio Guaniquilla de Cabo Rojo, en el sector de la Playa Buyé. Es la razón de este comentario.

Supe del compañero Gonzalo Cabasa allá para los setenta, del siglo XX, cuando el MPI me destacó como organizadora a tiempo completo en la zona de Mayagüez. En una reunión del Partido Socialista Puertorriqueño, cercano a una celebración del 26 de julio, el triunfo de la Revolución Cubana, alguien comentó que en Buyé vivía un compañero que había sido miembro del Movimiento 26 de julio. Esos relatos no se dejan pasar y un día fui a conocerlo.

“Ciertamente. Gonny, como comencé a nombrarle, me mostró las fotos de la huelga de hambre que se hizo en Nueva York, cuando el gobierno arrestó a miembros de una célula de apoyo del M-26 de Julio, luego de detener un barco que llevaba “herramientas de solidaridad para Cuba.” Me mostró su carnet del 26 de julio, fotos de sus amigos en los cuarteles de Santiago de las Vegas, recortes de periódicos que daban fe de lo que nos narraba. Le cuestionaba, cómo alguien que había luchado por una revolución, no había ido a conocerla. Así fue que nos pidió localizar a sus amigos. Sólo así iría a Cuba.

La búsqueda duró más de un año. Llevamos sus papeles a la Habana, hablamos con personas que pudieran ayudarnos a localizar a los combatientes de las fotos. Como no nos dimos por vencidos(as), los conseguimos. Lo otro fue cuestión de lograr que se le invitara a Cuba y de organizar la visita. Lo recibieron con honores. Otro internacionalista que regresaba a casa. Los documentos originales de Cabassa son ahora parte de un museo, como testimonio de solidaridad entre los dos pueblos. Él se trajo las copias, las cuales tiene en una pared en su hogar, como altar que le recuerda día a día ese noble gesto de solidaridad.

¿Cómo llegó Cabassa al Movimiento 26 de julio?

Gonny Cabassa me narró que nació en el Barrio Bervedero, de Cabo Rojo. Ahora tiene 83 años. Cursó hasta el cuarto grado, y trabajó como agricultor, en fincas de caña. Era quien subía la caña. Tuvo que emigrar hacia Nueva York, debido a lo difícil que era encontrar trabajo. Allá comenzó trabajando en hoteles, “pero luego pasé a trabajar en la bodega con mi suegro.”

“Siempre simpaticé con Fidel”, me cuenta. Un día, estando en la bodega del suegro, llegaron cinco personas solicitando una aportación para el Movimiento. Entre el suegro y él, reunieron $30. Entre las personas (3 muchachas y 2 muchachos) había personas puertorriqueñas, recuerda. Antes de que éstos(as) se fueran, preguntó la dirección, y allí llegó a afiliarse. Narró que le pidieron su acta de nacimiento, y que en el grupo había también dominicanos. Lleva claro en su memoria que era el 208, de la Calle 88 y que el presidente era el joven cubano Arnaldo Barrón, a quien arrestaron con el barco de solidaridad para Cuba. Ese barco llevaba armas para la Revolución. Luego de los arrestos, se hizo una huelga de hambre en solidaridad con los detenidos, la cual duró ocho días.

Cuando Batista huyó, sabiéndose vencido, los miembros del Movimiento que estaban en el exterior, marcharon a Cuba, a consolidar el proceso revolucionario. Se abrió una ruta desde Miami, y Cabassa viajó desde Nueva York. Ya en Cuba, se alistó en el Cuartel Santiago de las Vegas. Al cabo de algunos meses, regresó a Nueva York con su familia. Para el 1963, se mudó nuevamente a Cabo Rojo, donde se reincorporó a la lucha por la independencia, como afiliado del Partido Nacionalista. En esta ocasión, trabaja en la mecánica. Cabassa rememora la intensidad en la persecución contra el independentismo, el carpeteo, las infiltraciones en los organismos. También expresó su solidaridad con Oscar López y Norberto González. “Estoy muy deseoso de que regresen a su tierra”, concluyó. Agradezco a Cabassa que me permita compartir esta historia y sus fotos y documentos con lectores de Claridad. (Fuente: Claridad)