Si alguien tenía aún alguna duda de que la estadidad sería la culminación del coloniaje en Puerto Rico, y de que la única verdadera salida a la crisis que tenemos como nación es la soberanía, basta echarle un vistazo al informe preparado por la Oficina General de Contabilidad de Estados Unidos (GAO, por sus siglas en inglés). Por el carácter institucional y no partidista de dicho organismo adscrito al Congreso federal, podemos concluir que, mediante dicho Informe, “el americano habló” finalmente sobre el costo verdadero que tendría para Puerto Rico la anexión.
Durante los próximos días y semanas, oiremos a los propagandistas de los partidos Popular y Nuevo Progresista (PNP) cada cual explicando el contenido del informe del GAO desde su particular óptica partidista, con los mismos argumentos que tradicionalmente han usado para amarrar y avivar sus respectivas huestes electorales. Pero, aunque el GAO hizo malabares para no decir que la estadidad es peor para los intereses de Estados Unidos, las principales conclusiones y señalamientos de su informe así lo sugieren. Por ejemplo, el informe es claro en que el impacto del pago de contribuciones federales por parte de individuos y corporaciones bajo el escenario de la estadidad reduciría sustancialmente, y hasta podría cancelar, el supuesto beneficio que Puerto Rico recibiría con el aumento en las asignaciones para algunas transferencias federales.
En resumen, en la ecuación costo beneficio, Puerto Rico saldría trasquilado con la estadidad y Estados Unidos también, no solo por la incertidumbre que representaría tal salto al vacío en los dos lados de la ecuación, sino porque en números concretos Puerto Rico perdería mucho más de lo que ganaría, afectándose especialmente los sectores que trabajan y producen en el País, aumentando aún más los niveles de dependencia de nuestra población, lo que obligaría al Tesoro federal a destinar varios miles de millones más para subvencionar un estado principalmente improductivo y pordiosero.
Según el GAO, bajo la estadidad las transferencias federales a Puerto Rico aumentarían en unos $5 mil millones, infinitamente menos que los $20 mil millones que los llamados profetas de la estadidad han pronosticado en sus cálculos más fantasiosos. Peor aún, este dinero adicional iría destinado a incrementar el consumo, principalmente en los renglones de salud, vivienda, y alimentos, por lo cual la base productiva continuaría estancada -que es precisamente la que debe revitalizarse para que la economía eche a andar- y más familias puertorriqueñas se sumirían en la pobreza y la dependencia. Si se cierran y se van las corporaciones foráneas a causa del aumento contributivo, y Puerto Rico pierde los empleos que aún hoy produce dicho sector, se perdería buena parte de la base productiva que aún nos queda. Por otro lado, si se imponen contribuciones federales a corporaciones e individuos en Puerto Rico, se le asestaría un golpe mortal a nuestra maltrecha economía, y se limitaría profundamente la capacidad de recaudos del Gobierno de Puerto Rico para dar servicios a la población.
Hay bases para señalar que si el GAO, por sus propios medios, llegó a estas determinaciones, es hora de que el pueblo puertorriqueño despierte a la verdad de que la estadidad es un mito cuidadosamente cultivado para la ventaja política del PNP, pero realmente no tiene futuro porque no le representa ningún beneficio económico ni político a Estados Unidos. Incluso la infraestructura de comunicaciones y radares que tienen aquí para la vigilancia electrónica de sus supuestos enemigos, podría ser trasladada a otro lugar de la región con costos considerablemente menores para el gobierno de Estados Unidos.
La posibilidad de la estadidad para Puerto Rico es solo un espejismo para consumo mediático que hasta ahora han sostenido ciertas voces en el Congreso de Estados Unidos, aliados del PNP por razones de financiamiento político. Ahora dicho mito se estrella ante las conclusiones de este informe que nos revela que la estadidad no sería la panacea promulgada por sus ideólogos, sino la culminación más abyecta y empobrecedora de la política colonial de Estados Unidos en Puerto Rico. Si los pronósticos de los expertos en opinión pública en Estados Unidos se cumplen y el Partido Republicano logra controlar el Senado y la Cámara de Representantes en las elecciones congresionales de este año, como se vaticina, este informe del GAO sería la herramienta perfecta para que dicha mayoría Republicana, enemiga acérrima de los programas de beneficio social y aterrada ante el avance de las minorías hispanas, entierre para siempre la posibilidad de la estadidad para Puerto Rico.
Por otro lado, Puerto Rico no puede continuar como una colonia bajo la cláusula territorial del Congreso de Estados Unidos. Esa incertidumbre mantiene vivas las aspiraciones y la movilización de los anexionistas hacia la estadidad o al menos, hacia que Puerto Rico pase a un limbo como territorio incorporado de Estados Unidos, perpetuando la crisis y perdiendo nuestros mejores talentos que seguirán abandonando el País en busca de empleos y una mejor calidad de vida en otro lugar.
En esta circunstancia, a Puerto Rico le queda solo el camino de la soberanía para salvarnos de la postración económica que representan la colonia y la anexión, y poder refundar, sobre unas nuevas bases y con los sectores trabajadores de nuestro pueblo, la Nación productiva y próspera que podemos y merecemos ser. |