La llamada “oposición”, como se le conoce a la derecha mantuana en Venezuela, vuelve al ataque en otro intento de golpe de estado, fraguado junto a la prensa comercial y sus cómplices en el resto del mundo.
Las noticias que nos llegan dicen que el Gobierno de Nicolás Maduro está masacrando estudiantes, quienes por su parte se manifiestan pacíficamente con reclamos democráticos. La desinformación es tal que hasta sectores de la izquierda puertorriqueña hacen coro a estas voces, mientras otros en incertidumbre, ante la manipulación de los hechos, no encuentran argumentos para defender el renacimiento del socialismo de estas supuestas acciones de lesa humanidad.
Acá se repite de memoria el libreto de los medios corporativos estadounidenses, desde la FCC hasta los diarios y canales principales. Es el mismo sonsonete que retumba desde que se descubrió y nacionalizó el petróleo en Venezuela. Estaban locos por que muriera Hugo Chávez para ver qué pasaba. Repetían “¿Y después de Chávez, que?”, y lo contestan con risas grabadas. Hasta nuestro Willie Colón se mofó de su cáncer, diciendo que en Venezuela había dos presidentes, uno maduro y otro podrido, olvidando que esta misma enfermedad la combaten compatriotas suyos como Robi Rosa, Cheo Feliciano y Dagmar.
El ataque inicial se basó en que “Maduro no es Chávez”, como es evidente. Yo añado que tampoco es un García Padilla, ni mucho menos Obama, el Premio Nobel de la Paz cuyos aviones bombarderos salivan al mirar a Caracas. Para éstos, la única fórmula de estatus para Puerto Rico es el ‘quo’. García Padilla, quien ganó por un margen similar al de Maduro, es más de lo mismo o peor, pues no tiene los galones para enfrentar las amenazas de las agencias crediticias, receta neoliberal del imperialismo económico mundial. Ni siquiera considera importantes las manifestaciones sobre una inclusión de Puerto Rico en la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) y PETROCARIBE entre sus estrategias para paliar la presente crisis. ¿Obama? Él es el Primer Ejecutivo del gran bufete de Wall Street y la Reserva Federal. Nuestro principal escape ante la crisis ahora mismo es cualquiera de los “gates” que abundan en el mexicano aeropuerto Luis Muñoz Marín, nueva pieza sagrada del Jet Blue de Luis Fortuño.
Entonces, quieren pintar un Maduro cantinflesco, con parodias sobre el pajarito y otras ‘güevonadas’, usadas en los medios para desvirtuar su figura democráticamente electa en abril pasado. Pero el hecho de que se murió Chávez y la derecha no logró desviar el curso de la Revolución Bolivariana es su primer logro, a pesar del ínfimo margen porcentual que obtuvo. Si algo ha reivindicado esta revolución es la lucha en la calle, en la brea, la lucha de clases. El reto asumido por este socialista de historia, sindicalista y obrero, habría sido muy difícil para cualquiera. ¿Qué habría pasado en Cuba con un Fidel tempranamente asesinado? Estudie lo que pasó en Rusia cuando Lenin murió, o con la Gran Colombia de Bolívar sin Sucre; todas revoluciones acechadas por el zamuro del imperialista. Un chofer de guagua le ganó la presidencia a un burgués educado en Estados Unidos. ¡Gran ilusión para las demandas recientes de los choferes de la AMA! ¿Alguien recuerda cuando la Asociación de Choferes era la vanguardia revolucionaria del proletariado puertorriqueño que renovó el movimiento obrero ante la crisis de La Gran Depresión de los ‘30?
Tras la elección de Maduro, la burguesía artifició una escasez de productos en los comercios, una secuela del paro patronal de la industria petrolera que siguió a su fallido golpe de estado en 2002. En ese entonces, como ahora, una alianza compuesta por el Gobierno revolucionario, el pueblo organizado y la fuerza armada se impuso sobre la derecha y los mercenarios del imperialismo global. Aquel golpe fallido, junto al paro petrolero que le siguió, facilitó la nacionalización de la industria principal del país, habilitó una fase de profundización revolucionaria y amplió la participación popular en el proceso democrático y su reordenamiento económico. Ahora, llega una oportunidad para que el Presidente revalide ante el fervor de la gente, como continuador de un proyecto revolucionario que estrechó la brecha entre ricos y pobres, y elevó los estándares de la educación, vivienda, salud y participación ciudadana en el proceso político. Si se dice que Maduro esta masacrando gente es embuste, esto no es Kabul ni Bagdad. Consideración merece la pequeña y voraz representación del movimiento estudiantil venezolano, perteneciente a una burguesía rencorosa que protesta porque se pierde la conciencia ‘mayamera’ en su país. Estos no son los chamaquitos que enfrentaron a Chicky Starr y sus luchadores en la ‘IUPI’. En esta ocasión, son los mozalbetes armados y desestabilizadores pagados por la derecha los que están con los “estudiantes”. No piden facilitar el acceso, ni la democratización del sistema educativo de su país, como nuestros universitarios. Es una clase social asustada ante el hecho de que Maduro no es Chávez, pero que eso no es un problema ya.
Las Naciones Unidas y la Unesco han reconocido a Venezuela por sus alcances en la educación, al crear 41 programas nacionales de formación, 20 casas de educación universitaria, cuatro institutos tecnológicos, seis universidades politécnicas y 10 universidades. La República Bolivariana no es solamente el segundo territorio con mayor matrícula universitaria de América Latina (después de Cuba), si no el quinto en el planeta tierra. En 1998, la matrícula universitaria era de 785 mil estudiantes; pero en 2011 llego a dos millones 340 mil estudiantes universitarios, en un incremento del 300 %. La inversión en educación universitaria en 1998 se ubicó en 1,183 millones de bolívares; en 2011, llegó a 23,000 millones de bolívares, en un incremento del 1,800 por ciento. Los índices de escolaridad en educación primaria se incrementaron del 86 al 93 por ciento, además de que la reprobación de grado disminuyó un 40 por ciento, y la deserción escolar un 64 por ciento. Estas cifras, todas indiscutidas por oposición alguna, figuran en un informe histórico emitido en 2011 por el Estado, como motivo del aniversario 200 de la Constitución de Venezuela.
Las Misiones
Mientras, con el petróleo se establecieron las Misiones Bolivarianas en 2003. Al reconocer el deterioro de su sistema educativo público y la progresiva exclusión del conocimiento a las mayorías empobrecidas, el Gobierno adoptó medidas para la recuperación de la planta física de las escuelas y creó más escuelas y liceos bolivarianos. Para salvar a la población adulta excluida se crearon distintas etapas de alfabetización, escolarización primaria y secundaria, y de acceso a educación superior y especialización universitaria. La Misión Robinson I, para la erradicación del analfabetismo, benefició a un millón 300 mil venezolanos en un solo año, representando el 9% de la población mayor de diez años, y ubicó a Venezuela a nivel internacional como territorio libre de analfabetismo. De igual forma, la Misión Robinson II garantizó los estudios básicos de la población alfabetizada con un curso de escuela primaria en dos años, mientras que la Misión Ribas se ocupó de la educación secundaria y diversificada a quienes no la terminaron o no tuvieron la oportunidad de acceder a ella. La Misión Sucre para la educación universitaria debido a las desigualdades persistentes en el sistema formal, creó programas de educación a distancia en ambientes locales, comunidades populares y aldeas universitarias. Estos se articulan a su vez con los programas de la Universidad Bolivariana de Venezuela para garantizar la integración de los estudiantes en sus propias comunidades.
¿Está masacrando gente el gobierno de Maduro? Embuste. ¿Está reprimiendo al movimiento estudiantil venezolano este gobierno socialista? Mentira. Lo mismo se dijo de Chávez en abril de 2002, cuando los medios noticiosos lo presentaban como un loquito, un caudillo militar latinoamericano más, que se cree Bolívar y que de socialista solo tenía ese fantasma represivo del estalinismo. En Venezuela hubo caudillos de verdad como José Antonio Páez, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, además de diversos matices de ‘Muñoces Marines’ durante el ‘Puntofijismo’ de la IV República en la Venezuela Saudita, algunos de los cuales naufragaron en Puerto Rico. Se dijo en abril de 2002, que el gobierno de Chávez estaba matando a los civiles, cuando una sección del ejército lo mantenía secuestrado en una base militar, mientras un grupito de ejecutivos de FEDECAMARAS se preparaba para coronar ‘dedocráticamente’ al candidato de la “oposición” Carmona Estanga. Como en otras tantas novelas latinoamericanas tramadas en Washington, la alta oficialidad comenzó a mandar francotiradores para dispararle a su gente, para culpar al gobierno bolivariano, para reclamar la cabeza de Chávez. Mientras tanto, en la televisión solo pasaban episodios de Los Picapiedras.
La respuesta violenta de la “oposición” se debió a que cuando Chávez ganó por primera vez en el ‘98, no le tembló el pulso al convocar a una Asamblea Nacional Constituyente a los pocos meses. Aprobada por vía de referéndum, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela estableció una sociedad “democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural”. Impulsó modelos alternativos a la democracia representativa y el neoliberalismo, la redistribución del poder, un régimen económico solidario y sustentable, disponiendo al Estado como regulador de las relaciones económicas. En 2001, la Asamblea Nacional aprobó 49 leyes para reordenar la economía y consolidar el carácter de la nueva república. Este fue el contexto en el cual se tramó la conspiración de los dinosaurios del ‘puntofijismo’ de la IV República el 11 de abril de 2002. Igual que ahora, había una burguesía apátrida en sus encarnaciones económicas, partidistas y periodísticas, como la que regenta Puerto Rico. Pero la gente salió a las calles por su Presidente y lo libró de la lapidación imperialista, secundando su proyecto socialista. Con su carisma incomparable, Chávez manifestó que bajaría “al quinto infierno” si fuera necesario para continuar el camino.
Algunos escépticos se olvidan de lo que ha sido capaz esta oposición mantuana en su lucha sin cuartel por defender su capitalismo salvaje y su American way of life.
Me huele a azufre. Vale preguntarse si ante una “oposición” golpista, las victorias de la revolución no deben defenderse del desestabilizador derramamiento de sangre que promueven los medios que desinforman. Los dejo con palabras de Chávez a la Obi Wan Kenobi: “Hay que batallar por dentro contra el veneno, ese veneno del capitalismo, del individualismo, del egoísmo, de la ambición personal por tener riqueza. Vamos a despojarnos de ese demonio de una vez y siempre en la tierra venezolana”.
El autor es historiador y poeta. Recientemente, participó del cónclave en Caracas de ‘Puerto Rico para la CELAC’, como representante cultural. Es graduado de la Universidad Interamericana y posee una maestría en historia del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en San Juan.
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