Mi querida Clarisa: Cuando aprendí que había 5 prisioneros políticos en los gulags estadounidenses y pude oír algunas de sus voces sentí la urgencia de comenzar a servir la justa y noble causa que ellos y ellas habían escogido servir. Don Oscar Collazo llevaba 17 años preso, y Lolita Lebrón, Irving Flores Rodríguez, Andrés Figueroa Cordero y Rafael Cancel Miranda llevaban 13 años.

Su excarcelación se hizo una prioridad para jóvenes que estábamos empezando a luchar por un mundo mejor y más justo.  Para mí era importante hacer lo que se tuviera que hacer para excarcelarlos, pero que fueran los Cinco los que decidieran lo que se tenía que hacer. Cuando por fin se logró su excarcelación yo estaba en el clandestinaje y no podía tener contacto con ellos. Celebré con mucha alegría el momento que llegaron a Chicago y a Puerto Rico. Ellos eran nuestros HÉROES NACIONALES como los había llamado Don Juan Antonio Corretjer. Lo que no anticipé en aquel glorioso momento fue que 23 meses más tarde entraría yo por la misma puerta que habían salido Don Oscar Collazo e Irving Flores. Al entrar me prometí que trataría de emularlos y de no dejar que los retos que iba a enfrentar me quebrantaran mi espíritu o voluntad. Estaba listo para estar allí los años que tuviera que estar.

Poco después de estar en la penitenciaría de Leavenworth llamé a la casa de Don Juan y él me puso a hablar con Don Oscar Collazo López. Me dio muchos y buenos consejos. El conocía el lugar como la palma de su mano. Su voz pausada, clarita y bien segura me ofrecieron la oportunidad para apreciar su sabiduría, su compasión, la mente crítica y el gran amor por la Patria que el poseía. Fue toda una cátedra y todavía hoy día trato de seguir los consejos que me dio y de emular su ejemplo. La lección mas grande fue la de inculcar en mi mente la urgencia de vivir sin permitir que los desafíos de la vida me pararan. Porque una cosa es hablar de presos y presas políticas, luchar por su excarcelación con mucho compromiso y amor y otra es serlo en carne y hueso.  Yo no tenía la menor idea de lo que él y los otros cuatro Héroes Nacionales habían experimentado durante tantos años de estar encerrados en los gulags hasta que no comencé mi peregrinación por sus antros.

La segunda vez que hablamos él me habló más de las condiciones en Puerto Rico y de como él veía la realidad dentro del independentismo. Tenía una apreciación realista, pero ello no le quitaba el deseo de seguir luchando y no expresaba resentimientos, molestias o culpaba a nadie por las condiciones que prevalecían. El veía la crisis como un reto más para seguir luchando y trascendiendo los escollos que teníamos que enfrentar. No había nada de sectarismo. Sus palabras fueron más que alentadoras. Me abrían una ventana para que pudiera yo ver la realidad nuestra. De nuevo era el pensador crítico, el sabio, el hombre de corazón compasivo el que había compartido más de una hora hablándome y enseñándome y preparándome.

La tercera conversación y la última que tuvimos fue el día de la muerte de Don Juan Antonio Corretjer.  Él fue el que me dio la triste y dolorosa noticia.  Me calmó y me advirtió que tenía que prepararme bien porque era una experiencia que iba a sufrir durante los años que iba a estar prisión. Me habló de Don Juan y de Don Pedro.  Ese día fue una conversación como la que un padre tiene con un hijo.  No sabía que sería la última.

Poco tiempo después me hicieron un caso más y me trasladaron a la penitenciaria de Marion - donde otro de nuestros Héroes Nacionales, Rafael Cancel Miranda, había pasado años preso.  Entré por la misma puerta que él había salido.  Y el hecho de que él hubiera salido por aquella puerta después de más de 25 años preso me dio fuerza y esperanzas para enfrentar cualquier reto que tuviera que enfrentar.  Después de 32 años preso sigo profundamente agradecido de todos los buenos ejemplos que me dieron los Cinco Héroes Nacionales, han sido mi norte y sigo tratando de emularlos.

No sé cuantas personas tuvieron el privilegio de haber hablado con Don Oscar Collazo López. Aquellas personas que tuvieron la dicha de haberlo conocido y de haber escuchado lo que él tenía que decir tienen el deber de compartir con nuestro pueblo lo que él les enseñó y como influyó en sus vidas.  Existe la necesidad de que nuestro pueblo tenga conocimiento de ese gran prócer, de su sabiduría y de lo mucho que hizo por nuestra Patria.  Porque sólo así su legado puede pasar de generación a generación.  Servir la justa y noble causa que él escogió servir y hacerlo como él lo hizo, debe de estar bien documentado para el beneficio de la lucha no sólo por la descolonización de nuestra Amada Patria sino también por la lucha por un mundo mejor y más justo.  Es nuestro deber no sólo celebrar el Centenario de su cumpleaños sino también el de dar a conocer quién fue ese gran patriota y ese HÉROE NACIONAL.

ABRAZOS CARIÑOSOS Y PATRIÓTICOS A TODAS y TODOS.

EN RESISTENCIA Y LUCHA,

Con mucho amor, tu padre

Oscar López Rivera