La reciente iniciativa del gobierno venezolano de integrar a Puerto Rico a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) volvió a poner en consideración el debate sobre la independencia -y la autodeterminación- del país centroamericano.
¿Cómo integrar regionalmente a una nación que sigue sujeta a los plenos poderes del Congreso de EE.UU., mediante la cláusula territorial?
La República Bolivariana de Venezuela volvió a “patear el tablero” en el ámbito internacional, de cara a la próxima cumbre de la CELAC, a realizarse en La Habana, Cuba, el 28 y 29 de enero. Lo hizo a través de una exigencia pública de parte de su presidente, Nicolás Maduro: que Puerto Rico se incorpore a este mecanismo regional, único que integra a 33 países de nuestro continente, excluyendo a EE.UU. y Canadá.
La paradoja reside en que Puerto Rico es, desde 1952, un “Estado Libre Asociado a EE.UU.”: es decir, aunque tiene gobernador –Alejandro García Padilla-, su Jefe de Estado es nada menos que Barack Obama. El pedido de Maduro no tiene sólo que ver con la –escasa- factibilidad actual de que el ingreso se realice mediante algún representante: el trasfondo es el anhelo de poner fin a un régimen neocolonial que sufren los puertorriqueños, y la denuncia de esta situación ante la opinión pública internacional.
“Puerto Rico es la agenda pendiente de independencia y dignidad nuestraamericana que dejó el Libertador Simón Bolívar” , fue la frase elegida por Maduro para manifestar la situación neocolonial que vive este país. Velozmente, organizaciones sociales y colectivos políticos puertorriqueños avalaron la propuesta venezolana. El presidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), Héctor Pesquera Sevillano, manifestó que desde la fundación de la CELAC el organismo latinoamericano y caribeño “está incompleto” sin Puerto Rico. Pesquera Sevillano aprovechó para agradecerle a Maduro por “reconocer la realidad de que Puerto Rico no puede estar fuera del cónclave latinoamericano” e insistió que esa oportunidad permitiría a la isla “salir de las cadenas coloniales y convertirse en una república”. Incluso desde el ámbito cultural apareció la solidaridad con Venezuela frente a la audaz propuesta: René Pérez, músico de Calle 13, agradeció el gesto, afirmando que “vale mucho para los que creemos en la independencia de la isla”.
El año pasado, el Comité de Descolonización de la Organización de Naciones Unidas (ONU), a propuesta de Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Cuba, ratificó el “derecho inalienable” del pueblo de Puerto Rico a la libre autodeterminación e independencia, destacando al país como “una nación con identidad propia e inconfundible”. También se manifestó allí la denuncia de la ONU frente a la persecución sufrida por los militantes independentistas, entre los que se destaca el caso del Óscar López Rivera, preso político desde 1981 en EE.UU por solo exigir la independencia de su país.
¿Podrá la propuesta venezolana reinstalar en la agenda política continental el rechazo a la subordinación política y económica que aún sufre Puerto Rico? ¿Escuchará la administración de Obama el pedido de la comunidad internacional –tanto en la ONU como en la CELAC- para debatir esta flagrante situación neocolonial en pleno siglo XXI; o, como en el caso del bloqueo a Cuba, hará oídos sordos? La próxima cumbre de la CELAC, en Cuba, servirá para analizar la posición de los diferentes gobiernos del continente –incluso aquellos aliados a Washington, quienes conformaron la Alianza del Pacífico- en relación a este tema.
Juan Manuel Karg. Licenciado en Ciencia Política UBA. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación – Buenos Aires |