“Yo no tengo dudas, además de que estoy juramentado como todos nosotros por el Comandante Chávez para elegirlo Presidente, de que Nicolás es un hijo de Chávez y será un Presidente Patriota.” Elías Jaua, Canciller República Bolivariana de Venezuela
Mientras el pueblo venezolano acudía a votar el domingo 14 de abril de 2013, el presidente Nicolás Maduro Moros, cumplía con su deber en el Liceo Bolivariano Miguel Antonio Caro, ubicado en Catia, Parroquia Sucre, en Caracas. Significativamente, Maduro votaba en la escuela que lleva el nombre de un hermano colombiano con una trayectoria muy singular. Caro participó en la redacción de la Constitución de Colombia de 1886, luego ejerció como Diputado del Congreso Nacional, asumió la posición de Presidente del Consejo de Estado, Vicepresidente de la República y, finalmente, la de Presidente de la República de Colombia. Tan impresionantes coincidencias con la trayectoria histórica del presidente Maduro parecían augurarle al Presidente venezolano un saldo victorioso en un día tan especial. Tras ejercer su derecho al voto, Maduro invitaba a sus compatriotas a votar, a sentir la emoción que él había sentido tras cumplir el juramento hecho al Gigante de la Patria, el comandante presidente Hugo Rafael Chávez Frías. De allí, partía en peregrinación hacia el Cuartel de la Montaña donde, en compañía de su Comandante Supremo, y en unión a su familia esperaría el pronunciamiento del pueblo.
El pueblo venezolano acudió a votar masivamente, eligiendo a Nicolás Maduro presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Con la elección de Maduro, se reafirma una cualidad sembrada en el cargo por el anterior Presidente Hugo Chávez: ser un presidente patriota. En la historia de Venezuela se citan ejemplos de presidencias anteriores a la del Comandante Presidente Chávez, de presidentes sumisos a los deseos de los Estados Unidos de Norte América y muy preocupados por los recaudos de las rentas petroleras, para utilizarlos con fines que distaban mucho de cumplir con un deber patriótico.
La elección del presidente patriota Nicolás Maduro representa la ratificación del modelo chavista, engranado en la Revolución Bolivariana, de una patria soberana, independiente y libre. Como tal, prima el fortalecimiento de Venezuela como potencia independiente en lo social, económico y político, enmarcada en la región latinoamericana y caribeña, reforzando sus vínculos con sus hermanos de la Patria Grande. Esa visión es la de un gobierno que mira hacia sus ciudadanos, hacia el pueblo, considerando siempre su bienestar. Por eso, el presidente Maduro ha dicho: “La historia continúa”. Para que ese vaticinio se cumpla, era fundamental que el pueblo venezolano colocara la piedra angular, tal y como lo ha hecho, eligiendo a un Presidente Patriota. Nicolás Maduro, definitivamente, da la talla.
El actual presidente constitucional comenzó desde muy jovencito su lucha patriótica. Entre quienes tienen memoria de su participación revolucionaria, se encuentra el ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, Elías Jaua Milano. En un relato que se remonta dos décadas, Jaua vierte sus recuerdos:
“Los primeros recuerdos que tengo del camarada Nicolás, son de agosto de 1991, en reuniones de la Coordinadora Popular de Caracas, donde diversas organizaciones planificábamos un paro de un día contra el Paquetazo Neoliberal de Carlos Andrés Pérez. Nicolás representaba al sindicato del Metro de Caracas, pero nosotros sabíamos que era “ligoso”, como les decíamos a los camaradas que militaban en la Liga Socialista.
Luego, hacia 1996 y 1997 comencé a verlo en algunas reuniones del naciente MVR, con los recelos que nos veíamos, en el seno del movimiento bolivariano, quienes veníamos de militar en distintas organizaciones de izquierda, pero al fragor de la campaña electoral de 1998 para elegir Presidente a nuestro Comandante Chávez, nos fuimos conociendo y ganando confianza mutua, el grupo de compañeros y compañeras civiles y militares que trabajamos en torno al naciente gigante.
En 1999, compartimos el histórico espacio de la Asamblea Nacional Constituyente, y allí tuvimos muchas veces que conspirar junto a otros y otras camaradas, para confrontar el reformismo que intentaba frenar el carácter revolucionario que el Comandante Chávez y nuestro pueblo reclamaban para la nueva Constitución.
La confrontación de clases, planteada por la burguesía en el 2001, 2002 y 2003, nos forjó aún más. De esas batallas, militares y civiles patriotas, salimos fortalecidos en nuestro compromiso patrio y revolucionario, en la conciencia de la necesidad de la unidad cívico militar y en nuestra lealtad al Comandante Chávez.
Luego de la victoria popular, que coronamos con la ratificación de nuestro Presidente en agosto de 2004, compartimos con Nicolás Maduro el privilegio de ser ministros del gigante Chávez, y estar muchas horas junto a él aprendiendo, asimilando el sueño, el pensamiento y los proyectos concretos del Comandante Chávez para nuestra amada Patria, para el pueblo de Venezuela, especialmente para el pueblo pobre y sufriente.
De tantas experiencias, quiero compartir con Uds. un recuerdo, fue la vez que el Comandante nos explicó cómo distribuir las finanzas públicas, nos dijo que una parte había que dedicarla al funcionamiento del Estado y a la sociedad corporativizada (sindicatos, gremios, universidades, militares etc.), otra parte para la inversión pública productiva y luego mirándonos a los ojos nos dijo “y otra parte muy importante, para los pobres, para los que no tienen a nadie que pida por ellos”. Nicolás estaba allí.
Nicolás pudo aprehender la capacidad de liderazgo y el don de mando que el Comandante Chávez practicaba y, sobre todo, su infinito amor por el prójimo. Me consta, Nicolás Maduro está formado por Chávez y va a estar apoyado por nosotros, un equipo formado por Chávez, no sólo en el arte de gobernar, sino sobre todo formado ideológicamente para no dudar en defender los intereses de nuestra Patria y en saber escoger siempre la opción preferencial por los pobres, la opción de Cristo, la sociedad Socialista.
Nicolás, junto a otros compañeros y compañeras, acompañamos humanamente el proceso de enfermedad y tratamiento del Comandante Chávez. En estos dos últimos años, pudimos adentrarnos en la inmensa y hermosa espiritualidad de un hombre bueno, de un cristiano auténtico: Hugo Chávez. Lo acompañamos como unos hijos e hijas apoyan a un padre, y eso nos hizo hermanos.”1
La visión más íntima que aporta el canciller Jaua es un atisbo en el intelecto y en el corazón del Primer Mandatario de la hermana Venezuela, que hoy cuenta con un Presidente que sigue las líneas de la Revolución y las líneas de Chávez, que han sido las suyas propias. De su hoja de vida se desprende que durante sus funciones en la Cancillería, Nicolás Maduro supo regresar erguido de todos sus viajes y ejecuciones diplomáticas. Con honorabilidad y firmeza representó a Venezuela en el exterior, en sus relaciones con presidentes, vicepresidentes y ministros. Su trabajo en los diversos espacios regionales ha sido muy elocuente y próximamente asumirá la presidencia pro témpore de Mercosur, para gloria de sus hermanos.
Indudablemente, la República Bolivariana de Venezuela ha señalado su decisión inequívoca de caminar con Nicolás Maduro por los senderos de paz y de vida que él propone, encarnando los más vivos sueños que alberga el morral de Patria que carga sobre sus espaldas. Gloria al bravo pueblo venezolano en su victoria de un especial domingo en el que conmemora el regreso a la Patria de un Presidente Patriota.
Nota
1. Elías Jaua Milano, “La candidatura de la Patria”, 7 de abril de 2013, http://www.aporrea.org/actualidad/a162994.html. |