«Si cada hermano y hermana venezolana rememora el apretón de manos, el abrazo o el beso que recibió del Presidente en algún momento durante todos estos años, juntos podremos unir energías para reconstituir la fuerza gigantesca de la que habló el Canciller.»

A Nicolás Maduro, a quien recuerdo con especial afecto. Por creer.

“Tengo razones médicas, científicas, humanas, amorosas, políticas,

para mantenerme al frente del gobierno y de la candidatura

con más fuerza que antes.”

(Hugo Rafael Chávez Frías - 24 de julio de 2011)

Esa noche resulté la agraciada en el sorteo. El mismo estaba condicionado a la contestación de una pregunta específica y quien acertara en la contestación, obtendría el premio. En este caso, conocer un dato pertinente me permitió recibir el galardón, el cual conservo con especial apego.

Aquella noche de 2007, se despedía de nosotros la hermana Olga Díaz Martínez –a quienes algunos conocen como Olga Vásquez–, quien representó muy digna y excepcionalmente a su patria durante su asignación en el consulado venezolano en Puerto Rico. Olga asumiría el cargo de Cónsul General en Cartagena de Indias, en Colombia, donde todavía permanece ofreciendo su labor con empeño, por una revolución en la que cree y por la que siente.

Sonriente, Olga lanzó la pregunta, que resonó en el recinto: ¿Dónde nació el presidente Chávez? Barinas fue la contestación que logró la entrega del premio, por ser el estado al cual pertenece Sabaneta, donde nació el Presidente.

Se dice que los revolucionarios están inspirados por profundos sentimientos de amor. En Olga, es exactamente así. Infundida de esa manera, ofrecía un objeto que tenía un colosal significado para ella. Lo destinaba a una hermana o hermano puertorriqueño, como estímulo para las luchas de nuestro pueblo. Obsequiar una prenda de tanto valor fue la acción singular de una mujer venezolana, valiente y comprometida, que optaba por desprenderse de un objeto memorable, en el cual ella misma, con sus actuaciones, había labrado proezas bolivarianas, no solo para su patria chica, sino para la patria grande de nuestra América.

El premio era un pedazo de la historia bolivariana contemporánea: un libro que alberga los esfuerzos de mujeres y hombres venezolanos empeñados en legar a su generación y a las venideras una mejor patria y una mejor historia. El libro es un ejemplar de la Constitución que fue adoptada en 1999 por la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela, configurada bajo el mandato presidencial del comandante Hugo Rafael Chávez Frías.

Hoy, cuando el presidente Chávez está en etapa de recuperación de su más reciente intervención quirúrgica, las energías y los esfuerzos de sus compatriotas pueden servir de estímulo para su recuperación. Desde un archipiélago cercano, como Puerto Rico, compatriotas de la patria grande recordamos acciones como las de Olga, que sirven para reafirmar nuestro amor por un pueblo hermano y por el Presidente que guía su destino e inspira a otras naciones del mundo.

Atesoro con especial emoción las expresiones recientes del vicepresidente Nicolás Maduro, quien me hizo evocar vívidamente la fuerza que habita en el apretón de manos del presidente y la energía tan gigantesca que se desprende de su abrazo: “Me apretó con una fuerza gigantesca mientras hablábamos.” Rememorarlo fue sentirlo vibrar. Si cada hermano y hermana venezolana rememora el apretón de manos, el abrazo o el beso que recibió del Presidente en algún momento durante todos estos años, juntos podremos unir energías para reconstituir la fuerza gigantesca de la que habló el Canciller. Es una energía viva que debemos alimentar para que crezca y fortalezca al Presidente. Mientras su pueblo esté fortalecido, él también lo estará. Así lo ha dicho: “Uno trata de dar, de desprenderse de casi todo y entregarse de lleno al pueblo.  Entonces, ¿cuál es mi bálsamo? Mi bálsamo es el pueblo. Me voy a las calles y se me quita cualquier mal, y me tiro en brazos del pueblo.”

En estos días va menguando la época navideña, durante la cual muchos han dejado de lado la intolerancia y se han acercado más como seres humanos, deseando bendiciones a familiares y amigos. Merece que se extienda ese período más allá de las festividades y se recaben deseos de un restablecimiento total por parte de todos, partidarios y opositores, para el presidente que vive inspirado por profundos sentimientos de amor, especialmente hacia su pueblo y hacia la humanidad. Desde Puerto Rico, donde habita un barrio con el nombre de Barinas, enviamos nuestras energías para que siga ardiendo la llama de la revolución avivada por el ciudadano a quienes los venezolanos llaman “el corazón de mi patria”.

Fuente: Claridad