Mensaje ofrecido por el Lic. Eduardo Villanueva Muñoz en el Encuentro Internacional por los Derechos Humanos, celebrado en la Universidad del Sagrado Corazón, del 7 al 10 de diciembre del 2012.
Compañeros y compañeras puertorriqueños, distinguidos invitados internacionales que asisten a este encuentro, gracias por su asistencia y por aceptar la invitación a participar en este esfuerzo por difundir la situación de los derechos humanos en nuestra patria y en el mundo. Felicito a los compañeros organizadores por la justa iniciativa de dedicar este acto al compañero Lcdo. Juan Santiago, que fue el iniciador de la idea de preparar el encuentro con el fin de adelantar la causa de la excarcelación del patriota Oscar López. El Lcdo. Juan Santiago fue maestro, líder organizador de comunidades y grupos de interés en reclamo de causas justas, abogado de causas más que de casos, y en fin, el paradigma de lo que debe ser el abogado frente a los requerimientos de justicia.
El derecho a la autodeterminación de los pueblos y a ejercer la soberanía, es un derecho inalienable no sujeto a elecciones o intervenciones extranjeras que propicien su negación. Por esos principios en defensa de la autodeterminación de los puertorriqueños y la independencia de su patria es que está preso Oscar López y por ello es un imperativo moral luchar por su excarcelación aun cuando no se comparta algunos de sus ideales, como los compartimos nosotros. Los puertorriqueños han dado cátedra cuando ha sido necesario demostrar unidad nacional en defensa de principios y de causas que le son comunes a grupos diversos, porque se trata de la defensa de principios universales como lo es la defensa de la vida, el derecho de los pueblos a vivir en paz y la defensa de los recursos naturales que son la reserva de la riqueza del pueblo para una economía autosustentable. Por eso reconocemos a todas las personalidades de distintas ideologías y organizaciones políticas que han sido consistentes en su reclamo de exigir al Presidente de Estados Unidos la excarcelación de Oscar López. A todos los hombres y mujeres de los diversos partidos políticos de nuestro país que nos han acompañado en la defensa de los derechos humanos y el reclamo consensuado de que se excarcele a Oscar, nuestro agradecimiento eterno.
La grandeza y la justeza de un ideal, muchas veces puede medirse por la entrega y las renuncias que inspira en las personas y los pueblos que lo defienden para que sea imperecedero en el tiempo. Los hombres y mujeres que viven como decía Hostos, enfermos del ideal, lo que quiere decir metafóricamente es, que son los consagrados a darlo todo en aras del mismo, porque saben que es una manera de entregar a la patria una defensa, un acervo, que lo salvará para la historia y para las reservas de futuras generaciones que lo usufructúen. En el libro que editara el Doctor Luis Nieves Falcón, Entre la Tortura y la Resistencia, se detallan las torturas y el trato especial que se le ha dado a Oscar López a lo largo de sus treinta y un años de encarcelamiento, dirigidos a romper su espíritu, su salud mental y física, de modo que cuando salga de la cárcel si fuera posible, sea un guiñapo humano. Se le mantuvo doce años aislado, se le ha dado comida expirada, se le interrumpía el sueño, se le prohibió asistir al funeral de su madre, han hecho extremadamente difícil el uso de materiales adecuados para pintar en la cárcel, interceptan su correspondencia y sus llamadas telefónicas y en última instancia celebraron una vista para considerar la libertad bajo palabra que fue absolutamente pro forma. Se le ha negado la libertad bajo palabra llevando a los procesos a declarar a personas que alegan ser perjudicadas por un atentado por el cual Oscar no fue acusado ni convicto en modo alguno.
Ante todos esos atropellos y abusos en los Gulags Yanquis, Oscar lee, pinta, comparte cartas con jóvenes estudiantes a los cuales ayuda en trabajos educativos que se les asignan. Este servidor que lo ha visitado en tantas ocasiones y que dialoga con él semanalmente, jamás le ha escuchado quejarse por los años preso, lejos de su familia y de la patria por la cual ha dado su vida. Nunca le he visto triste o de mal humor. Nunca le he escuchado renegar de los años invertidos en la lucha de liberación de los puertorriqueños. Oscar no quiere que se le considere el más valiente ni el más vertical de sus compañeros de lucha a los que considera igual en valor y resistencia. ¿Qué hace que una persona como Oscar tenga la capacidad de resistir tantos años de vejaciones y sufrimientos sin perder la integridad mental y sin convertirse en un ser huraño y resentido, por la vida de sufrimiento que le ha tocado vivir en la cárcel, ya más de treinta y un años? Oscar sabe que es parte de la historia de lucha de un pueblo heroico que ha resistido ante el coloniaje que le tocó vivir, ya más de cinco siglos sin que aun se le reconozca plenamente el derecho a su autodeterminación e independencia.
Oscar se sabe parte de la historia de gente como Betances, Hostos, De Diego, Albizu Campos, Juan Antonio Corretjer, Gilberto Concepción de Gracia, Juan Mari Brás, Rubén Berríos y Filiberto Ojeda. Así también; Lolita Lebrón, Blanca Canales, Carmín, Pérez Doris Torresola, Isabel Rosado y tantos otros héroes y heroínas que han luchado contra toda adversidad en condiciones de inferioridad militar y numérica, cara al sol, con el pecho abierto a la muerte y la soledad de la cárcel para defender la única patria y nación que tienen, que es la puertorriqueña. Oscar comprende que vale la pena entregar la vida y el talento que nos fuere dado a un pueblo que ha resistido ser asimilado, para defender su cultura, su idioma, sus mores, sus costumbres, sus efemérides, su modo de ver el mundo en la integración de las razas, del mestizaje que lo formó para internalizar que no existen razas superiores. Mucho menos naciones, con el derecho reclamar que pueden tener el derecho de poseer a otra nación como una propiedad suya, que es lo que se plantea en el derecho bárbaro Norteamericano con la doctrina de los territorios no incorporados, según lo exponen los casos insulares y el informe de Casa Blanca. Oscar es representante de un pueblo que logró sacar a la marina más poderosa del mundo de Vieques y de Culebra, que ha resistido contra la pena de muerte, que ha vencido el servicio militar obligatorio, que ha conseguido apoyo mundial en diferentes organismos reconocidos internacionalmente para combatir la situación colonial. Oscar es delegado ante el mundo de un pueblo que ni se rinde ni se vende, que como dijo uno de sus hijos preclaros: “que sólo se arrodilla ante Dios”.
La lucha de Oscar por su pueblo no ha sido en vano, a él se le reconoce ya como uno de nuestros libertadores más dignos y valerosos, como un maestro entre maestros. Algún día, como a Don Pedro se le reconoció como uno de los libertadores de La América irredenta, también a Oscar y a quienes como él resistieron para que nuestro pueblo no fuera asimilado y rechazara como lo ha hecho recientemente el régimen colonial, se les tendrá en el pabellón de la patria para ser parte de la memoria histórica de la nacionalidad puertorriqueña. Nuestros prisioneros políticos son símbolos del pueblo que le tocó enfrentar al imperio más poderoso de la tierra, a sus organismos militares, sus agencias de inteligencia, a sus armas y sus técnicas de guerra. Así como David se enfrentó a Goliat, Puerto Rico por el sacrificio de sus hijos e hijas luchó y venció. Cuando esa gesta se reconozca, será la hora de la alborada, de la libertad ganada por el sacrificio de sus hijos e hijas. Por eso es tan justo que este congreso se dedique a la memoria de un luchador como el Lcdo. Juan Santiago y a la causa de la libertad de Oscar López Rivera. Gracias…
* El autor es Coportavoz del Comité Pro Derechos Humanos.
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