Ha sido un proceso memorable. Aunque algunos puedan pensar que el resultado del referéndum del 19 de agosto en Puerto Rico se debió a la flojera e incapacidad de los líderes de los dos partidos principales del país, el gobernador Luis Fortuño y el candidato a la Gobernación por el Partido Popular Democrático, [...]
Alejandro García Padilla, lo cierto es que fue la constancia y tenacidad de las organizaciones sociales, sindicales y religiosas, las posturas de los partidos emergentes, así como el decidido apoyo de un amplio espectro de líderes cívicos y culturales de Puerto Rico lo que permitió canalizar la indignación ciudadana en una votación contundente. A través de su voto, la población expresó claramente que además de defender los derechos fundamentales, repudia las viejas formas de hacer política y de gestionar el gobierno. La población le planteó al liderato del país un enorme reto: la reinvención de la política para lograr las aspiraciones colectivas de equidad, justicia, trabajo y prosperidad.
Análisis
El importantísimo paso dado en el referéndum abre opciones, renueva esperanzas y señala un camino por donde podría comenzar la renovación de la política y la reformulación de estrategias de desarrollo económico, social y cultural. Una nueva era podría estar comenzando para el país, pero de todos y todas dependerá que la ilusión colectiva que hoy tenemos se convierta en una realidad duradera, asentada en una democracia participativa con transparencia, fuertes valores éticos y eficacia en la gestión pública. Para que eso suceda, desde el espacio electoral debemos recorrer todavía un largo trecho, que necesitará de mucha humildad, de grandes dosis de solidaridad, de voluntad de llegar a acuerdos de principios y estratégicos, así como compromiso con el bien común. Hay, sin duda, líderes políticos en el país que pueden ayudar a encauzar una nueva corriente de pensamiento y acción en esta dirección, pero la histórica proclividad al tribalismo sigue siendo un desafío a superar. De cara a las elecciones generales de noviembre, habrá que dialogar mucho, ceder mucho y acercarse mucho para no defraudar a la población que acaba de expresarse tan contundentemente sobre el cambio que desean.
El triunfo del NO en las dos consultas fue consistente y bien distribuido geográficamente en todo Puerto Rico. Se logró con la movilización boca a boca y cara a cara y con el uso intensivo de las redes sociales, sin dinero ni publicidad engañosa. Fue la fuerza de la convicción y la sensatez básica de los seres humanos la que logró derrotar al oportunismo que proponía la política tradicional. Ello confirma que existe gran sintonía entre las preocupaciones y aspiraciones de la gente con la lectura de la realidad y las propuestas de cambio que desde la sociedad civil y los nuevos partidos políticos se están haciendo. De poder continuar generando esa sinergia, podríamos comenzar a hacer cambios duraderos porque los dos partidos mayoritarios hace tiempo perdieron la sintonía con la ciudadanía. Los resultados del referéndum así lo confirman.
En la enmienda a la Constitución sobre la fianza el NO triunfó en 64 municipios, lo que equivale al 82% del total. En otros ocho municipios (10%) los resultados fueron muy cerrados y están sujetos a revisión. En la propuesta de reforma legislativa el NO triunfó en 55 municipios (70.5%) y en otros 17 municipios (22%) los resultados favorecieron al SI por muy estrecho margen, también estando sujetos a revisión. La horizontalidad de los patrones de votación refleja que a lo largo y lo ancho de Puerto Rico la mayoría de los puertorriqueños podemos coincidir en asuntos fundamentales que nos conciernen.
El NO también ganó cómodamente en todos los sectores sociales, incluyendo los extremos más ricos y más pobres, tradicionalmente asociados al PNP. Ello sugiere que el PNP ha perdido, o que no logró movilizar a su base de apoyo fundamental desde 1968.
Tras los resultados del referéndum, algunos agoreros - perdedores de mala onda tanto del PNP como del PPD - expresaron que con el rechazo a las enmiendas constitucionales se ponía fin a las aspiraciones de tener una legislatura más efectiva y de zanjar el crecimiento de la criminalidad en el país. Nada más lejos de la realidad. Se ha abierto ahora el espacio para definir, desde las fuerzas vivas que hicieron posible el NO-NO, los contenidos de nuevas propuestas que realmente respondan a las necesidades y a las visiones de la población. Ojalá puedan formarse grupos de trabajo ciudadano para proponer nuevas maneras de encarar estos desafíos. Ojalá puedan también forjarse acuerdos rápidos entre los partidos representados en la CEE para poner en marcha un mecanismo que pueda desembocar en una profunda reforma de nuestro sistema electoral que garantice la representación proporcional y formas más democráticas de votar. Ojalá puedan también los nuevos partidos formalizar alianzas estratégicas, entre ellos y con otros, para comenzar a sanear la Legislatura y la gestión pública tras las elecciones de noviembre.
Quedan apenas dos meses para las próximas elecciones y mucho por hacer para responder a la extraordinaria coyuntura que los votantes acaban de generar. Preocupa sobremanera la ausencia de jóvenes en los procesos electorales. Todavía no hay datos de votación por edades, pero la observación de docenas de funcionarios de colegio en el referéndum con quien pude conversar, así como la observación personal en recorrido por los centros de votación, mostró que en los colegios apenas aparecían. De ahí que uno de los principales retos para noviembre será sensibilizarlos al hecho de que se puede, de que colectivamente podemos comenzar a cambiar al país. Si cada persona pone una pizca de humildad, la sazona con una buena dosis de amor y solidaridad y aprendemos a valorar y celebrar la diversidad y el trabajo colectivo, ganamos la batalla por otro Puerto Rico. Nos la sirvieron en bandeja de oro; mejor que una medalla olímpica. Hagamos algo con ella.
*La autora es una reconocida socióloga puertorriqueña y estudiosa de procesos políticos.
Fuente: Claridad |