Desde hace años que el gobierno estadounidense trabaja sobre las fuerzas de seguridad interna en los países latinoamericanos.
Desde que los militares cayeron bajo el repudio general de la ciudadanía, tras la irrupción de la democracia, fundamentalmente en los países del Cono Sur, el imperialismo comenzó a actuar con mayor dedicación sobre las policías locales. Bajo la excusa de la lucha contra el narcotráfico, se incrementó sustancialmente los “apoyos” a las fuerzas de seguridad, materializado a través de “donaciones” de equipos, suministros de diferente tipo, logística y asesoramiento. Si bien, donde podían, seguían trabajando sobre las Fuerzas Armadas, la mayor acentuación de la penetración imperialista se está dirigiendo hacia las policías. México es uno de los ejemplos, pero otros también nos vienen a la memoria: la represión en Pando, Bolivia, que pretendía generar una asonada; el intento de golpe de estado en Ecuador, donde la policía fue el brazo armado de la derecha, y sin ir más lejos la asonada policial que se produce en estos momentos en Bolivia, sin hablar de la represión salvaje de la policía paraguaya contra campesinos que está desembocando en el golpe “institucional” que se está produciendo en Paraguay mientras escribo estas líneas. ¡Alerta! Los gobiernos progresistas de la región deberán hincar el diente en las policías. No olvidamos el papel de la policía Metropolitana durante el golpe de estado al comandante Chávez en el 2002. Por ahí, mucho más que a través de las Fuerzas Armadas, es dónde se está colando la infiltración imperialista. La vinculación de esto con los altos niveles de inseguridad, el tráfico de armas, el narcotráfico, el contrabando y la delincuencia conforman un mismo combo; impulsado por las derechas fascistas y apoyado desde los centros de inteligencia con sede en Washington. Es por eso que alertamos sobre la necesidad, como lo hizo Fidel en su momento, de condenar a la delincuencia, sea del tipo que sea, como de acciones contrarrevolucionarias. Y las acciones contrarrevolucionarias no se combaten con el apoyo, precisamente de aquellos que fomentan la inestabilidad en la región. |