Los procesos de cambios soberanistas, de Justicia Social y avances revolucionarios que en este siglo XXI se vienen desarrollando en América Latina y el Caribe, han venido siendo acompañados de una serie de medidas expropiatorias, [...]

confiscatorias y de compras forzadas de bienes de los grupo burgueses nacionales e internacionales por parte de los Estados, con la finalidad de revertir procesos de privatización y desnacionalización promovido por las elites neoliberales burguesas gobernantes en las dos últimas décadas del siglo XX, con la visión de asumir el control de las riquezas patrimoniales de las Naciones, con el objeto de emprender, con  independencia y determinación, el camino de un proyecto de país que responda a los verdaderos intereses de los pueblos y no del Gran Capital nacional e internacional.

Estos importantes recursos industriales, agrícolas, servicios públicos  y energías,  fueron parte de la oferta política de gobiernos como los del comandante Chávez, en Venezuela y de Evo Morales, en Bolivia pero que se fueron extendiendo en Ecuador y Nicaragua y, ahora, continúan en la  Argentina, con el reciente caso de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, YPF,  generando diversos tipos de reacciones por parte de los sectores burgueses nacionales e internacionales directamente afectados, de sus gobiernos y en los organismos de control global del Capital financiero internacional (OMC, FMI, BM, BCE, G-8 etc), los cuales han sido derrotados, en lo político, jurídico y económico, por una acertada estrategia de firmeza en la decisión política, blindaje en la fundamentación jurídica y negociación indemnizatoria adecuada en algunos casos, que ha permitido proteger los derechos e intereses de nuestros pueblos.

La verdad de las cosas es que la tan cuestionada figura de la Expropiación – y su expresión más radical, la Confiscación -  es parte fundamental de la historia de la lucha de clases de la Humanidad, en la que los Estados de los Propietarios (Esclavistas, Feudales y Burgueses), aplicaron tales medidas contra los esclavizados, siervos, señores feudales, las Iglesias, pequeños propietarios, campesinos y trabajadores, contra los pueblos conquistados, contra quienes tenían otros Dioses o los que se sublevaron contra sus gobernantes; siempre motivados  por el deseo de agrandar sus dominios y propiedades, construir obras civiles en favor de sus territorios y gobiernos, apropiarse de personas, minas y bosques valiosos, castigar a los insurrectos e insumisos,  usar tales bienes en favor de sus guerras, emprendidas con el fin de dirimir sus conflictos de intereses entre sus Estados de Propietarios o  de fracciones internas de tales Estados.

Los Estados Burgueses no han sido la excepción en la aplicación de la figura Confiscación-Expropiación, por cuanto sus nacimientos requirieron del inmenso patrimonio de las clases feudales, con el fin de liberar tierras, minas y fuerza de trabajo, en favor del desarrollo del nuevo modelo de producción y distribución y apropiación Capitalista de la riqueza socialmente producida por los trabajadores, especialmente en los casos en que se trató de luchas anticoloniales, en las que también fue imprescindibles a la clase burguesa insurgente quitarle a los imperios y sus Estados coloniales, como en los casos de América Latina, Asia y África, todas las propiedades que éstos le habían robado, confiscado y expropiado a los pueblos colonizados y esclavizados, con el fin de apropiarse de ellos o incorporarlo a sus Estados Nacionales, tales inmensos patrimonios, con los cuales soportar su modelo de desarrollo  burgués pos-colonial y neutralizar la posibilidad insurgente de los grupos feudales y coloniales  desplazados del Poder.

En la actual etapa de la lucha de clases internacional, caracterizada por una severa crisis del Sistema Capitalista que afecta la estrategia imperialista de imponer un Estado Global sobre el conjunto de Estados, Naciones, pueblos y etnias, basada en un nuevo modelo  económico bajo el dominio de la gran burguesía financiera internacional, es inevitable que los grupos burgueses nacionalistas y, con más razones, corrientes revolucionarias anticapitalistas, apliquen las figuras de la Confiscación-Expropiación para defender los intereses de las grupos burgueses en el Poder, en un caso y, en el otro caso, los procesos nacionales de cambio dirigidos a la construcción de nuevos modelos económicos, con el objeto de favorecer el desarrollo de un tipo de economía nacional productiva, bajo la rectoría del Estado, en proceso de deslinde de su dependencia neocolonial, que privilegie la distribución expansiva del producto socialmente producido y el uso de la riqueza nacional en favor de los sectores explotados y excluidos de la aún sociedad burguesa.

En conclusión: la Confiscación-Expropiación, es una figura histórica fundamental de la historia de la lucha de clases, que explica la distribución y la redistribución de la riqueza material de los Estados, los grupos sociales, los  individuos y los pueblos durante la vigencia de las distintas etapas de la sociedad de los Propietarios y en la actual etapa de transición histórica pos-capitalista y que, su uso, dirigido a desapropiar a los grupos internacionales y nacionales burgueses, es una medida política legítima y necesaria para permitir la fortaleza del Estado y las clases y sectores sociales alternativos, con el fin de posibilitar los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que hagan posible una sociedad más justa, con desarrollo integral y sustentable, democracia política y social y en solidaridad con todos los pueblos del planeta Tierra.