Ponencia presentada en el congreso del 90 Aniversario del Partido Comunista de Brasil por el compañero Gabriel Muriente Pastrana, miembro del Comité Ejecutivo del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano de Puerto Rico (MINH).
Distinguidas Compañeras y Compañeros del Partido Comunista de Brasil,
Distinguidas Compañeras y Compañeros de América Latina y otras partes del mundo,
En primer lugar, saludamos el 90 aniversario de este Partido, 90 años que sabemos han sido de trabajo arduo no sólo por los enormes retos que conllevan las luchas por alcanzar una sociedad revolucionaria, sino también por las condiciones tan difíciles en que ha sobrevivido, siempre aportando a la sociedad brasileña; sin dejarse amilanar, sin dejarse arrastrar por derrotas circunstanciales, de origen e impacto nacional o internacional.
Esta magna celebración, en el contexto histórico que viven Brasil y todo el continente latinoamericano, son muestra de grandes triunfos y representa un triunfo en sí misma; sin dejar de reconocer, claro está, el largo camino que queda por recorrer, las jornadas de lucha que hay que seguir dando.
Por lo tanto, constituye para nosotros un enorme regocijo tener la oportunidad de celebrar esta importantísima ocasión junto a ustedes. Es motivo de mucha alegría tanto llegar hasta acá a reconocerles, como poder compartir ideas, impresiones sobre nuestras realidades e ir materializando la solidaridad entre nuestras organizaciones y países.
Agradecemos la invitación que nos han hecho. Vaya un fuerte abrazo del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano de Puerto Rico, desde la menor de las Antillas Mayores, al Partido Comunista de Brasil y al gigante Pueblo Brasileño.
Es siempre para un puertorriqueño, hijo de una nación caribeña y latinoamericana sometida al colonialismo desde hace más de medio milenio, razón de muchos sentimientos salir de nuestras islas y encontrarnos con nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños. Supone un acto de auto-reconocimiento, de reencuentro familiar y con el propio ser. No es que, como pueblo, no nos identifiquen y distingan evidentes rasgos culturales caribeños y latinoamericanos; no son, incluso, las complicaciones que nuestro contexto geográfico-espacial puedan representar (que como ejemplo de ello tenemos el alcance mundial de la Revolución cubana); sino que un muro difícil de franquear ha pretendido apartarnos, provocar la desconexión entre Puerto Rico y el resto de la América Latina y el mundo.
Y es que tras aproximadamente 405 años de colonialismo español, entre 1493 y 1898, el dominio colonial imperialista estadounidense nos tomó como botín de guerra, junto a Cuba, Filipinas y Guam, durante la Guerra Hispano-Cubano-Americana ese último año. Una de sus intenciones principales ha sido la de borrar para los puertorriqueños casi cualquier vínculo con nuestro continente, así como desconocernos y pretender hacernos desaparecer como nación con identidad propia.
De esta realidad se cumplen 114 años el próximo 25 de julio, que sumados a los 405 años de dominación colonial española, totalizan 519 años de dominio colonial de nuestras tierras, así como de un pueblo que ya se iba identificando a sí mismo como uno particular, hace ya más de 250 años.
Es Puerto Rico una colonia moderna, con infraestructura desarrollada, un aparente nivel de vida superior al de muchos países hermanos, elecciones cada cuatro años y una “democracia representativa” bastante afincada. Sin embargo, colonia al fin, bajo las mismas relaciones de poder y explotación fundamentales de lo que ha sido la relación colonia-metrópoli a través de los siglos. Un país sin el poder político para impedir que las agencias de seguridad y represión estadounidense asesinen en nuestro territorio a luchadores por la independencia, como sucedió con el patriota Filiberto Ojeda Ríos el 23 de septiembre de 2005.
Un país sin el poder político para proteger mínimamente su seguridad nacional alimentaria y evitar que casi el 90% de los alimentos que consumimos, en una isla con amplios terrenos fértiles, sean importados. Sin los poderes políticos para decidir, al menos, que esos alimentos entren a nuestros puertos en otra marina mercante que no sea la estadounidense, la más cara del mundo.
Un país que a pesar de los invaluables recursos humanos y naturales con los que cuenta, no ofrece, bajo las actuales circunstancias, opciones de desarrollo a su pueblo, a su juventud; viéndonos todos fuertemente golpeados por altísimos niveles de violencia, corrupción y narcotráfico, por la inseguridad en materia de oportunidades de trabajo, derechos sociales, laborales, de acceso a una educación y vida dignas y de calidad. Hacemos frente tanto a la metrópoli imperialista más poderosa del mundo, como a gobiernos coloniales que atentan continuamente contra los más elementales derechos humanos y contra nuestra integridad cultural y nacional. Tanto en nuestro territorio caribeño como en la metrópoli misma, donde residen más de cuatro millones de puertorriqueños y puertorriqueñas, que constituyen más de la mitad de nuestros nacionales.
Un país, Puerto Rico, sin el poder para entablar relaciones con nuestros hermanos países latinoamericanos y caribeños y del resto del planeta; que no puede evitar que delegaciones deportivas del hermano pueblo de Cuba se ausenten de importantes eventos, porque el visado lo otorga el gobierno de Estados Unidos y al ingresar a nuestro territorio entran oficialmente a territorio estadounidense, aplicándoseles inmediatamente las criminales leyes de embargo; además del clima de inseguridad a que son expuestos sus miembros.
Un país, Puerto Rico, que ha sido utilizado sistemáticamente por las fuerzas militares y de inteligencia estadounidenses para atacar a nuestros hermanos pueblos latinoamericanos y caribeños. No es casualidad que el primer coordinador de la Alianza para el Progreso, nombrado por el presidente Kennedy en 1961, fuese un puertorriqueño; que en nuestra isla Nena de Vieques se entrenaran durante décadas las tropas invasoras de tantos países hermanos como Granada y Panamá, entre otros; y que actualmente se espíe con innumerables sistemas de radares localizados en nuestro territorio nacional a estos países hermanos.
Es entonces, en el contexto de una lucha anticolonial contra la potencia capitalista e imperialista más poderosa del mundo, que adquieren sentido las ideas del socialismo en Puerto Rico. Si bien en condiciones particulares, no ajenas al contexto regional continental latinoamericano y caribeño, como queda claro por las razones ya expuestas y muchas otras.
Para el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, así como para numerosas organizaciones y sectores del pueblo puertorriqueño, nuestra lucha anticolonial y de liberación nacional es, así mismo, una eminentemente anticapitalista, pues hemos estado sometidos a más de un siglo de explotación capitalista. Es la lucha de un pueblo proletarizado, sometido por una burguesía extranjera. Parafraseando a Ho Chi Minh, creemos que la tarea principal de un comunista, de un socialista, de un revolucionario en una colonia (como lo fue Vietnam en su tiempo) es luchar por la independencia nacional.
Y con la independencia nacional y la construcción de una sociedad revolucionaria como bandera, hemos ido aprendiendo a converger con sectores con ideas diferentes, con los cuales puede haber incluso muchas diferencias en asuntos diversos, o pocas pero en asuntos relevantes. Pero con los cuales compartimos el compromiso de lucha por una sociedad superior, justa, donde primen la solidaridad, el buen trato, aprecio y cariño entre las personas y las sociedades, la sustentabilidad social y ambiental; no el individualismo, el egoísmo, el capitalismo y la destrucción salvaje en ninguna de sus formas y expresiones.
Son estos procesos aleccionadores, que nos permiten crecer ideológicamente, ampliar la profundidad y el detalle con que reconocemos las realidades, los procesos, nuestros propios pueblos y nuestras posibilidades de avance y de triunfo. Al mismo tiempo, extienden el campo fértil para sembrar nuestras ideas e ir cosechando un pueblo más luchador, más educado, más revolucionario. Avanzando con cada cual según su ritmo y posibilidades, pero avanzando. Sin claudicar a nuestras ideas y principios, sin confundir realidades circunstanciales con fórmulas mágicas; dispuestos a entrelazar brazos con sectores diversos en pos de intereses comunes, a equivocarnos y seguir hacia adelante.
A fin de cuentas, es en función de la gente, de los pueblos, que queremos construir otro modelo. Las condiciones para ello hay que crearlas, no surgen de la nada, y es a través de los procesos con la gente, entre la gente, y en otra dimensión, entre sectores y grupos, que se van adelantando. Aportamos poco si nos marginamos a nosotros mismos; ya mucho nos han marginado los opresores. Estemos presentes en cada lugar posible.
Cobra entonces mayor actualidad el sueño, ya en vías de materializarse cada día más, con innumerables y valiosísimos esfuerzos, de la integración latinoamericana y caribeña. Sueño con referentes decimonónicos, como la República Centroamericana, la Gran Colombia, o el Antillanismo propuesto tanto entre las Antillas hispanas, como posteriormente, entre las francófonas. Pero con tanta vigencia como tienen las ideas de la dialéctica y el materialismo histórico.
La lucha por el socialismo hoy en América Latina y el Caribe, en realidad se enmarca en una lucha continental de liberación nacional y rescate de la riqueza, la democracia y los derechos básicos de nuestros pueblos, en tanto están constituidos como Estados. En ese sentido, se asemeja la lucha por el fin del colonialismo en Puerto Rico y otras colonias en nuestro continente, a la lucha por el fin del neocolonialismo en el mismo espacio geográfico. Sin embargo, tienen ustedes en sus países, en mayor o menor medida, algo fundamental que nosotros aún no alcanzamos: el poder político para realizarlo, el poder político que permite la independencia.
Es así como, en el marco del bicentenario de la independencia de tantos pueblos latinoamericanos durante estos años, el pueblo puertorriqueño no ha experimentado un solo día de soberanía nacional. Así como es imperativo de los sectores y agrupaciones puertorriqueñas revolucionarias, participar y fomentar las diversas luchas en nuestro país, es imperativo solidario e internacionalista de nuestros hermanos latinoamericanos apoyar dichas luchas, el derecho de Puerto Rico a su autodeterminación e independencia. Del mismo modo, es nuestro deber y compromiso revolucionario respaldar las luchas en Brasil, como en cualquier pueblo latinoamericano y caribeño, como en Palestina o el Sáhara Occidental.
Es de suma importancia también y para ello recabamos su apoyo, facilitar la participación de Puerto Rico, en calidad de miembro, de observador, o la que sea posible y conveniente en cada instancia, de los organismos y esfuerzos de integración regional y continental; por ejemplo, la recién formada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, cuya creación celebramos y apoyamos, y de la cual queremos participar.
Por nuestra parte, como algún día hicieron los puertorriqueños Antonio Valero de Bernabe, lugarteniente de Bolívar; Lola Rodríguez de Tió y Juan Rius Rivera, en Cuba; Eugenio María de Hostos, Ciudadano de América, en Chile y República Dominicana; Pablo de la Torriente Brau, en la guerra civil española, así como tantos otros, seguiremos estando presentes, no para apoyar, sino asumiendo como lo que son, nuestras luchas, las luchas de cada pueblo.
Es evidente, pues, la vigencia que tienen las ideas del socialismo en el siglo 21, ya que gran parte de la humanidad enfrenta aún los desmanes económicos y sociales del capitalismo y el imperialismo mundial, en tiempos de globalización y unilateralidad imperial. Ideas del socialismo que desarrolladas poco a poco, en diversos grados y en diferentes contextos, se ven enmarcadas en el proyecto integrador y descolonizador que se lleva a cabo en nuestra América Latina y el Caribe. Y que nos toca a todos nosotros defender y construir para prevalecer.
Y prevaleceremos, consientes de la grandeza y justeza de nuestras ideas sobre las del capitalismo, fracasado estructural e ideológicamente por su naturaleza injusta y dañina contra miles de millones de personas en todo el mundo (aunque ojo, no derrotado y muy peligroso aún). Igualmente, consientes de que experiencias pasadas en que el socialismo ha sido derrotado no significan la derrota de la ideología socialista. Que más bien estas experiencias son una escuela que debemos visitar constantemente, y ver y conocer sus aspectos positivos y negativos, sin sentirnos vencidos de ningún modo.
Las generaciones más jóvenes, cronológicamente hablando –porque ser revolucionario, a cualquier edad, es ser joven–, tenemos el compromiso de darle continuidad a estos procesos, a la construcción y desarrollo del socialismo en el siglo XXI, de sociedades y pueblos revolucionarios, justos, solidarios, amorosos, internacionalistas. Me parece que lo vemos cada día en nuestros países, con la participación masiva de jóvenes en actividades y proyectos políticos y sociales, así como en la renovación constante de ideas y propuestas.
Desde Puerto Rico, hermanas y hermanos latinoamericanos y caribeños, contamos con ustedes, consientes del compromiso internacionalista y solidario que todos compartimos. Sepan que cuentan ustedes con nosotros, no esperen menos.
Que viva el Partido Comunista de Brasil en su 90 aniversario,
Que viva el valiente Pueblo Brasileño,
Que viva Puerto Rico libre,
Que vivan la Unidad e Integración Latinoamericana y Caribeña,
Que viva el Socialismo en el siglo XXI.
Muchas gracias,
Gabriel Muriente Pastrana Movimiento Independentista Nacional Hostosiano Puerto Rico |