Puerto Rico ha sido definido para los pitiyanquis como la frontera sur de Estados Unidos cuando, en verdad, podría ser una de las fronteras norte-caribeña de los países latinoamericanos.
Puerto Rico es una nación sometida al coloniaje desde 1898, año en que se desarrolló la guerra entre un imperio en decadencia, España, y un imperio creciente, Estados Unidos, que ya había abrazado años atrás a la Doctrina Monroe como base de su política exterior.
Simón Bolívar, en alianza con otros patriotas como el boricua Antonio Valero de Bernabé, planificaron la liberación militar y política de ese país, pero nuevamente encontraron la férrea oposición de EEUU.
Desde entonces, el imperio sólo ha cambiado sus formas para mantener a Puerto Rico bajo su dominio, imponiéndole el estatus de Estado Libre Asociado, definido por algunos como que “pertenece a EEUU pero no es parte de EEUU”, algo inexistente en el Derecho Internacional.
Además, las transnacionales operan libremente, sustrayendo cuantiosas ganancias a cambio de una “ayuda financiera” pírrica que es usada como otra estrategia para que sectores del pueblo piensen que la independencia sería una locura.
Sin embargo, Puerto Rico tiene una actividad política importante, no sólo de las organizaciones independentistas y socialistas, sino de la organización y formación comunitaria, que empiezan a tener resultados: garantizar que más temprano que tarde, y con un sólido apoyo de toda la región, Puerto Rico sea la 34° estrella de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y no la 51° de EEUU.
Foto: Xoan Noya (tercero de izquierda a derecha) dirigente de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela y miembro del Parlatino durante su visita al Movimiento Independentista Nacional Hostosiano de Puerto Rico (MINH). Le acompañan, Ángel Pérez (Juventud Hostosiana), Vilma Soto (Internacionales MINH) y Emily Blais, a su derecha, (Secretaria de Internacionales del MINH). Foto por Eduardo Rivera Pagán / MINH
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