Hace 58 años, el primero de marzo de 1954, cuatro puertorriqueños llegaron a Washington de paseo. Como turistas entraron a la mole del imperio, el Congreso. La mujer, bandera en mano, desplegó la enseña de su patria con su brazo delgado y firme, en la otra mano enarboló la pistola…
Los cuatro héroes dispararon al grito de ¡Viva Puerto Rico Libre!. Ese fue el hecho.
Aquí la historia:
Lolita Lebrón, Irving (Irvin) Flores, Rafael Cancel Miranda y Andrés Figueroa Cordero vivían como tantos otros puertorriqueños en las entrañas del monstruo. Llegaron a la urbe por necesidad. Puerto Rico sucumbía bajo la bota colonizadora de Estados Unidos y los boricuas se convirtieron en parias en su propia tierra. Había que buscar trabajo donde fuera. Así comenzó la gran emigración hacia el Norte donde hoy viven en exilio económico alrededor de 4 millones de compatriotas. La mitad de la población actual de Puerto Rico.
Desde la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico, el gobierno opresor yanqui supo que no sería fácil doblegar a los habitantes de aquella ínsula que en el 1898 ya constituían una nación a pesar de España y de los nuevos amos.
La emprendieron contra los movimientos revolucionarios e independentistas. Cuando no era la cárcel, era la muerte. De esta manera los puertorriqueños fueron testigos de masacres, como la Masacre de Río Piedras en 1935 y la Masacre de Ponce en el 1937; de bombardeos a pueblos, como en la Revolución Nacionalista de Jayuya en 1950 y; los encarcelamientos de los próceres Pedro Albizu Campos, Juan Antonio Corretjer, entre otros, que defendían con dientes y uñas, armas, escritos y discursos la puertorriqueñidad mil veces vilipendiada por el imperio.
Es en la década del 50 que el Partido Nacionalista, dirigido por don Pedro Albizu Campos, decide que es hora de atacar al imperio en su propio territorio; allá en Washington. Había que enviarle un mensaje directo al mundo, a la comunidad internacional que se alineaba con Estados Unidos. Puerto Rico estaba en vías de convertirse en el Estado Libre Asociado. Una entelequia con la cual Estados Unidos no podría ser acusado de poseer una colonia a las puertas del Caribe. El país sería de ellos, gobernado por ellos, pero para el exterior, sería un país “autónomo”, con su propia Constitución; una constitución que ellos vetaron a gusto y gana y que a la postre, la de ellos prevalece.
La primera acción fue la Revolución en Jayuya el 30 de octubre que fue derrotada por vía de la fuerza. Los aviones que combatirían contra Corea fueron “probados” atacando a los pueblos sublevados. Miles de compatriotas en prisión o muertos, fusilados sin juicio, fue la siembra para la Patria.
Pero la acción libertadora también se llevó al corazón del imperio. Al mismo tiempo, el 1ro. de noviembre de 1950 dos patriotas se dirigieron hacia la Casa Blair, donde en ese momento vivía el presidente estadounidense y dispararon... Griselio Torresola cayó abatido; Oscar Collazo fue arrestado y puesto en prisión de donde saldría ya anciano pero firme en ideales como nuestra ceiba legendaria.
En 1952 Puerto Rico se convierte en el Estado Libre Asociado. Estados Unidos sonríe mientras Albizu está en prisión torturado. Desde siempre el imperio ha torturado a quienes luchan contra él…
Con torturas y preso, la lucha sigue. Llega la orden: Atacar al Congreso. Lo organiza otro boricua, Julio Pinto Gandía, que “desapareció” un día de su ancianidad y que a esta fecha no se sabe en qué lugar sus restos besan la patria.
Cuatro puertorriqueños fueron los seleccionados: Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irving Flores y Andrés Figueroa Cordero. Compraron un boleto de ida; sabían que aquella acción revolucionaria era de Patria o Muerte; que no regresarían. El 1º de marzo de 1954, el comando boricua hizo Patria.
En Puerto Rico se instituyó la ley marcial y cientos de independentistas fueron encarcelados.
Hoy sobrevive en tierra boricua Rafaelito, que continúa la lucha de don Pedro… sobrevive también un Pueblo para nada sumiso, que acecha al imperio sin tregua. El imperio lo sabe.
¡Viva Puerto Rico Libre!
(Fuente Portal ALBA) |