La respuesta del gobierno argentino, ante la absurda manifestación del primer ministro británico David Cameron, quien calificó de colonialista a la Argentina por reclamar la soberanía sobre las islas Malvinas, no se hizo esperar.
El canciller argentino Jacobo Timerman, contestó: "La mejor respuesta es reenviarle un libro de historia de regalo. Cameron no leyó ninguno de los libros de historia ingleses. No se entiende que el país que fue el símbolo del colonialismo en los siglos XVII, XVIII y XIX, e incluso en el XX, puede acusar a un país que ha sido víctima del colonialismo”.
Esta situación de “endurecimiento” de las relaciones entre Argentina e Inglaterra se da a propósito del éxito obtenido por el gobierno argentino, en el histórico reclamo por la recuperación de las Malvinas, al lograr el apoyo del MERCOSUR, la UNASUR y de la CELAC. El pasado 20 de diciembre, todos los integrantes del Mercosur adoptaron una declaración mediante la cual prohíben el arribo a sus puertos de buques que enarbolan la bandera ilegal de las Malvinas. Asimismo la acción desplegada por la cancillería argentina en toda la región latinoamericana ha sumado importantísimas adhesiones a la causa descolonizadora, a la inversa de lo que cosechó el canciller británico, William Hague en su reciente visita a Brasil, donde su par, Antonio Patriota, claramente sostuvo el respaldo del gobierno brasileño a la soberanía de Argentina, ratificando que Brasil "apoya las resoluciones de las Naciones Unidas que instan a Argentina y el Reino Unido a negociar la soberanía de las islas”, a lo cual Londres se opone.
El tema Malvinas se ha regionalizado y la intransigencia británica choca ahora contra el muro de la soberanía e integración latinoamericana. De allí que el canciller Timerman haya manifestado que "la única vía que tiene Inglaterra para salir de este embrollo es la negociación directa con Argentina”.
Ahora, ¿cuál es el argumento británico para negarse a discutir con Argentina ante tantas resoluciones de las Naciones Unidas que así lo exigen? Hay un solo pretexto que utilizan, sin derecho alguno, y es el que el mismo Cameron ha esgrimido: "El punto clave es que nosotros apoyamos el derecho de los habitantes de las Falklands (denominación británica de las islas) a la autodeterminación. Esta gente quiere seguir siendo británica y los argentinos quieren que hagan otra cosa".
Las islas Malvinas desde finales del siglo XVIII fueron pobladas, primero por la corona española y luego por la Confederación Argentina. Cuando los marinos ingleses se apoderaron violentamente de la isla, el 3 de enero de 1833, había población argentina desde hacía varios años. A tal punto que unos meses después de la usurpación, un grupo de gauchos, peones y esquiladores, se rebelaron bajo la conducción de Antonio Rivero, recuperando la isla e izando nuevamente la bandera argentina. Desde el 26 de agosto hasta enero de 1834, los hombres de Rivera recobraron la soberanía, pero luego fueron derrotados por nuevos contingentes de soldados ingleses que desembarcaron para reprimir a los patriotas. La población criolla entonces fue evacuada por la fuerza y de allí en más, los británicos comenzaron a poblar la isla con “súbditos de su majestad”, traídos desde Inglaterra.
Desde aquella época, el gobierno argentino ha venido reclamando ininterrumpidamente la soberanía sobre las islas del Atlántico Sur y el gobierno inglés ha hecho oídos sordos a los permanentes reclamos. Gran Bretaña tomó por la fuerza el territorio, expulsó a sus legítimos pobladores, trasplantó ciudadanos ingleses a ese territorio usurpado y ahora apela a la ¡autodeterminación de los pueblos! La infamia no puede ser mayor. Los kelpers no tienen derecho a la autodeterminación, tal como lo señalan las resoluciones de Naciones Unidas. Los kelpers, por el contrario, son agentes de la ocupación extranjera.
La verdad del problema no radica en el deseo de los “kelpers” (así se denomina, por las algas marinas “Kerp”, a los habitantes ingleses de Malvinas), de seguir siendo ingleses, sino en los intereses del imperialismo británico en la región. Y entre esos intereses dos se presentan con mayor preponderancia: 1) adueñarse de las riquezas petrolíferas existentes y 2) consolidarse en una ubicación geográfica estratégica, que proyecta a Inglaterra sobre el inmenso territorio antártico.
Pero tales pretensiones imperialistas se ven dificultadas por la decisión que adoptaron los países del Mercosur y de América Latina en general, al negarse a facilitar sus puertos a las obligadas escalas que deben hacer sus barcos a fin de proveer suministros, tanto a la población kelper como a los soldados colonialistas instalados en las islas después de la Guerra de Malvinas. El “negocio les sale caro”, mantener a los casi 3.000 habitantes más los 1.500 uniformados del destacamento de la Real Fuerza Aérea Británica sin apoyo continental latinoamericano es un serio problema para el decadente imperio británico.
Sin embargo el gobierno inglés, insensatamente, ha anunciado el reforzamiento militar de las islas, recibiendo la enérgica respuesta del Palacio San Martín (la cancillería argentina) que ha manifestado que "no va a contestar ningún agravio en tono militarista" ya que "cree en la resolución pacífica de los conflictos".
Toda la América Latina está apoyando el justo reclamo de la Argentina. La firmeza con que está actuando el gobierno de Cristina Kirchner ha arrinconado al gobierno británico, y esto gracias a la política de integración y unidad que se está desarrollando en toda nuestra América. Los tiempos del colonialismo y de los imperios se va derrumbando y una verdadera Patria Grande está naciendo en esta región del planeta.
Bien lo ha dicho el presidente de Venezuela Hugo Chávez en su oportunidad: “Reina de Inglaterra, a ti te hablo Reina de Inglaterra; ya se han acabado los imperios ¿no te has dado cuenta Reina de Inglaterra? ¡Devuélvele las islas Malvinas al pueblo argentino, Reina de Inglaterra! No estamos en 1982, en caso de agresión contra Argentina tenga la seguridad que no estará sola la patria Argentina, que es patria nuestra también”. |