''Es verdad que su muerte comenzó con su desilusión, y que su desilusión comenzó de antiguo, cuando me escribía desesperado que no había que contar para nada con una revolución de independencia en Puerto Rico. Pero su alma entera estaba tan impresa en sus deseos de una patria independiente, que apenas perdía la ilusión la rescataba, y apenas desechaba una esperanza volvía a ella.
Era como son los enfermos del ideal: entran a la vida como a un desierto; están en la vida como en un mar sin playas; salen de la vida como naves, como nubes, como sombras.''
Eugenio María de Hostos Recuerdos de Betances, Madre Isla, Primera Parte, Vol. V, América, Tomo II, págs. 283-285
Introducción
Hace apenas tres años, específicamente en abril de 2007, en ocasión del natalicio de Ramón Emeterio Betances Alacán, hice una reflexión sobre el tema que lleva como título este ensayo. En ocasión de representar al Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) en el 142 Aniversario del Grito de Lares en Cuba, examiné nuevamente el escrito e hice algunas modificaciones al mismo. Entonces como ahora, comienzo el escrito con las palabras pronunciadas por José Martí1, Apóstol de la Independencia de Cuba, quien dijera del que fue nuestro ''Padre de la Patria'' un luchador ''piafante bajo la injusticia, organizador bajo la colonia, sereno bajo el destierro, piadoso bajo la amargura''.
Nación, nacionalidad, ciudadanía, Estado Nacional
Durante varios siglos se ha ido desarrollando un debate en torno al concepto ''nación'', ''nacionalidad'' y ''ciudadanía'', el cual adquiere una mayor dimensión a la luz del desarrollo del concepto moderno de la ''nación-estado''. En el caso particular de Puerto Rico, esta discusión incide de manera más decisiva, aunque históricamente tardío, en el debate en torno al derecho del pueblo puertorriqueño al ejercicio de su libre determinación e independencia. Aunque existe una especie de consenso histórico de que a la altura de 1868, cuando se gesta el ''Grito de Lares'', existía debidamente configurada la nación puertorriqueña, existen sin embargo, elementos que todavía están sujetos a estudio e investigación sobre el proceso mismo de formación de la nacionalidad puertorriqueña.
En Betances, como también en Eugenio María de Hostos, Luperón y Martí, es común encontrar la dimensión de la ''nación-estado'' en el contexto de una ''confederación de las Antillas unidas'', en referencia a Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba.
En diferentes textos, esa idea de unidad antillana la vemos expresada. La idea central se concibe como una unidad política de las tres Antillas dentro de la configuración de un mismo estado nacional. Sin embargo, esa misma idea concibe las identidades particulares de cada una a partir de la noción ''patria'' y ''nación''. Así por ejemplo, en Hostos, en la carta que le escribe al Director de la Correspondencia de Puerto Rico en octubre de 1900, en dos párrafos, indica lo siguiente:
''... Hay que insistir todos los días en decir y repetir que Puerto Rico ha sido robado de lo suyo, de su libertad nacional; de su dignidad nacional; de su independencia nacional, que ni los españoles ni los americanos han podido poner en mercería.''
...
''Aquellos de entre los puertorriqueños que vean más a fondo el porvenir, seguirán queriendo que Puerto Rico sea un Estado confederado de la Antillas Unidas en un todo político y nacional, y esos puertorriqueños saben ya que ni hoy ni mañana ni nunca, mientras quede un vislumbre de derecho en la vida norteamericana, está perdido para nosotros el derecho de reclamar nuestra independencia, porque ni hoy ni mañana ni nunca dejará nuestra patria de ser nuestra. ''(Énfasis suplido)
Betances por su parte, en su ensayo titulado Cuba, publicado en París el 10 de abril de 1874, indica lo siguiente:
''...Ya es tiempo de precipitar la independencia de Cuba, para prepararla al brillante porvenir que la espera. Las Antillas serán independientes y pronto libres, por el trabajo, de la industria del militarismo que es la muerte de la metrópoli. Su población de más de tres millones, superior á la de los Estados Unidos del Norte al principio de su independencia, y a la de varias de las repúblicas sur americanas hoy en día, es la garantía de una existencia laboriosa y productiva. Un cálculo basado sobre la población de Barbada, les da un número de más de treinta millones de habitantes, posible en el porvenir. La raza de las Antillas es fina, activa, inteligente, aplicada al trabajo venerado de los campos, como á las artes y á las ciencias. Con tantos elementos de prosperidad puede seguramente aspirar á un puesto decoroso entre los pueblos...'' (Énfasis suplido)
A Luis Bonafoux le diría en 1898, ''...en mi concepto, el porvenir de nuestros países está en una Confederación de las grandes Antillas, que pueden formar una nación marítima de 25 millones de habitantes.'' (Énfasis suplido)
De Martí valga recordar sus expresiones en diferentes momentos, especialmente en el periódico Patria, al señalarnos la manera histórica en que estas Antillas ''han de sostenerse juntas, o juntas han de desaparecer, en el recuento de los pueblos libres.'' También encontramos en Martí una expresión similar al indicar:
''[L]as tres Antillas que han de salvarse juntas o juntas perecer, las tres vigías de la América hospitalaria y durable, las tres hermanas que de siglos atrás se vienen cambiando los hijos y enviándose libertadores, las tres islas abrazadas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo''.
Finalmente, pero no menos importante, recordemos el llamado martiano a hacer con sangre y cariño por debajo de la mar, lo que por encima de la mar hace la cordillera andina con sus pueblos, fundirlos en uno solo.
El debate desde la aproximación marxista
El tema de la nación, el Estado, la nacionalidad y porqué no, la ciudadanía, ha sido también parte de la discusión histórica desde una perspectiva marxista. Federico Engels, por ejemplo, le adjudica un gran peso en el proceso de formación de las naciones al elemento ''lengua''. Así, indica en referencia a la experiencia europea, que ''ninguna frontera estatal coincide con las fronteras naturales de la nacionalidad, es decir, las de la lengua''. Señala a su vez, que esta característica plantea dos tipos de situaciones: de un lado, ''el problema de las fronteras entre estos grandes pueblos históricos, y en segundo lugar, las cuestiones referentes al derecho a la existencia nacional independiente de esas numerosas pequeñas reliquias de pueblos que, tras haber figurado durante un tiempo más o menos largo en la escena de la historia, han acabado integrándose en una u otra de las naciones más poderosas cuya superior vitalidad les hace capaces de superar mayores obstáculos.''2
En Lenin y Stalin encontramos otras precisiones en relación con este asunto. Para Stalin, la comunidad de idioma viene a constituir uno de los elementos fundamentales en la definición de una ''nación'', pero tal elemento, por si solo no es el determinante. Así, nos dice ''nación es una comunidad estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada esta en la comunidad de cultura''. Para él, basta con que esté ausente uno solo de dichos rasgos para que una nación deje de serlo.3
7 de abril de 2007 (revisado el 20 de septiembre de 2011)
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