Durante los pasados días hemos escuchado a distintas personas preguntarse por qué los palestinos se encuentran nuevamente siendo apabullados por el estado de Israel.
Algunos se preguntan qué está pasando hoy en Palestina cuando en momentos en que aparenta haber un movimiento dirigido a buscar una solución a un problema que no ha sido resuelto entre las partes y la comunidad internacional por más de sesenta años, se agudiza la violencia. Más aún, no ha faltado quien haya preguntado ¿qué significa ese término de “nakba” utilizado por la prensa en estos días para referirse a los sucesos recientes? Nos parece necesario dar algunas respuestas a estas interrogantes.
Nakba es una palabra árabe. Significa en español “catástrofe”, o “desastre”. Es utilizada por el pueblo palestino para referirse a su experiencia, entre los años 1946 y 1948, cuando al final del mandato británico sobre sus tierras, como resultado de la primera guerra árabe-israelí, fueron forzados a abandonar sus hogares y a huir fuera de su territorio hacia otros países. Conforme a datos de la Comisión Técnica designada por las Naciones Unidas, se estima que el número de personas forzadas a abandonar sus residencias en aquel momento ascendió a 711 mil. Hoy sus descendientes ascienden a aproximadamente 4 millones de palestinos: 2 millones en Jordania, 427,057 en Líbano, 477,700 en Siria, 788,108 en Cisjordania y 1.1 millones en la Franja de Gaza. A lo anterior debe sumarse aproximadamente 250 mil palestinos esparcidos por el mundo y otros 250 mil que permanecen residiendo dentro del Estado de Israel.
Según la ONU, de esas 711 mil personas que en su origen fueron despojados de su territorio, solo una tercera parte, aquellos que se refugiaron en países vecinos como Líbano, Siria y Transjordania, ostentan la condición de refugiados. Los 190 mil palestinos que se desplazaron a la Franja de Gaza, o los 280 mil que lo hicieron hacia Cisjordania, son considerados como “desplazados”.
Para el estado de Israel, quien único es responsable por los sucesos de 1948 fueron sus vecinos países árabes al declararse la guerra. Por eso se niegan a que tales refugiados o desplazados o sus descendientes regresen a sus anteriores lugares de residencia. La oposición se centra, además, en el efecto que tendría tal repatriación alterando el balance que al presente existe en población árabe dentro del estado de Israel, convirtiendo así a Israel en un estado mayoritariamente compuesto de árabes y no de judíos. Indican, además, que entre los años 1940 a 1964 cerca de 700 mil judíos residentes mayormente en estados musulmanes como Marruecos, Argelia, Túnez, Iraq y Egipto fueron también forzados a abandonar tales países y despojados de sus propiedades.
La intolerancia israelí al tema se evidencia en situaciones como la ocurrida en el año 2009, cuando la palabra “nakba” fue prohibida por el Ministro de Educación israelí en los libros de textos escolares. Otro ejemplo lo presenta el hecho de que el 23 de marzo de 2011, el parlamento israelí, en un votación de 37 a 25, realizó una modificación en el presupuesto, confiriéndole al Ministro de Finanzas la discreción para reducir el apoyo del gobierno a entidades no gubernamentales que interesaran desarrollar o llevar a cabo actividades conmemorativas del “nakba”
El día de la nakba, 15 de mayo, significa para la población palestina el inicio de su éxodo y su rechazo a la proclamación del Estado de Israel, fundado precisamente el día 14 de mayo de 1948, por lo que lo conmemoran anualmente con el desarrollo de protestas sociales y comunitarias.
En la Primera Guerra árabe-israelí, cuyo origen se puede trazar al Plan de partición de Palestina aprobado por la ONU en 1947, donde el territorio fue dividido entre cinco estado árabes (Líbano, Siria, Jordania, Iraq y Egipto), se dispuso, además, la creación de dos nuevos estados: Israel y Palestina. Inconformes con la decisión de la ONU, los estados árabes le declararon la guerra al naciente estado israelí, quien luego de 15 meses y varias treguas, le arrancó a Palestina el 26% del territorio destinado a crear un estado palestino, mientras Transjordania y Egipto ocuparon el resto del territorio, pasando Egipto a ocupar la Franja de Gaza y Transjordania, anexionando Cisjordania y Jerusalén del Este para configurar un nuevo estado nacional con el nombre de Reino de Jordania.
La situación en la región pasa a complicarse aún más a partir de la Guerra de los Seis Días en 1967, en la que Israel ocupa, al Norte, las Alturas de Golán que antes formaban parte de Siria; al Este, la margen occidental del Río Jordán en lo que antes se conoció como Cisjordania y al Sur, la Península del Sinaí, incluyendo la Franja de Gaza.
Tras el reconocimiento del Estado de Israel por parte de Egipto, y las garantía de seguridad en torno a su frontera Sur, que incluye el establecimiento de enclaves israelíes militares, Israel devolvió a Egipto la Península del Sinaí manteniendo su presión y ocupación de la Franja de Gaza.
Cada año, tanto en los territorios palestinos ocupados por Israel como en aquellos donde afirma su control la Autoridad Nacional Palestina o en la Franja de Gaza donde gobierna HAMMAS, tal como también ocurre en aquellos países donde residen refugiados o desplazados, se llevan a cabo múltiples actividades de recordación de la fecha. En los territorios ocupados por Israel, las actividades asumen una modalidad de militancia y confrontación mayores donde es frecuente la ocurrencia de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad israelíes y la militancia palestina. Este año no ha sido la excepción, habiendo ocurrido más de quince muertes.
Este año, sin embargo, la “nakba” tiene, además, como telón de fondo, los acercamientos hechos en los pasados meses entre las dos entidades principales que representan al pueblo palestino: en Cisjordania, la Autoridad Nacional Palestina, y en la Franja de Gaza, la organización fundamentalista HAMMAS. Aún desde visiones diferentes, los elementos distintos de cada una de ellas sobre sus particulares visiones religiosas, políticas o económica, han sido dejadas a un lado en la búsqueda de un consenso necesario que adelante y materialice la constitución de un estado político palestino unitario. En ese esfuerzo, además, ha habido al menos algún tipo de compromiso mayor por parte de la comunidad internacional, incluyendo Estados Unidos.
Sin embargo, lo que es bueno para la inmensa mayoría de la humanidad, no necesariamente es bueno para algunos sectores muy poderosos dentro del Estado de Israel, que apuestan a la política de no reconocimiento de un estado palestino. No sería la primera vez en que esfuerzos de acercamientos hacia la búsqueda de soluciones entre las partes se torpedee desde adentro para descarrilar los procesos de paz en la región.
Es un secreto a voces las profundas diferencias existentes entre los propios palestinos y sus organizadores; como también es un secreto a voces la existencia de sectores dentro del Estado de Israel que manifiestan que no consentirán ni tolerarán un estado palestino en sus fronteras. A las anteriores complicaciones se suman los intereses de algunos países y empresas multinacionales, para quienes la incertidumbre en el Medio Oriente y la permanencia de la crisis siempre será una fuente de beneficios.
La situación en Medio Oriente y con ella, la solución del conflicto isarelí-palestino está muy lejos de alcanzar una solución real y permanente. Mientras se espera la llegada del día del nacimiento de un verdadero estado palestino, soberano e independiente, nuestra solidaridad debe estar en todo momento con el pueblo palestino y su heroica lucha por la libertad y por su plena liberación nacional.
20 de mayo de 2011 |