Electo (Pedro) Albizu Campos Presidente del Partido Nacionalista, en la Asamblea General del Partido efectuada en el Ateneo el 13 de mayo de 19301 el tema de los trabajadores y sus luchas es abordado.
A tales efectos se indica: “Libremos al obrero inmediatamente del caudillaje del obrerismo desorientado de origen yanqui, que, bajo la sugestiva denominación de socialista, pero sin definición política alguna, y, por tanto, los más hábiles y eficaces defensores del coloniaje, lo han hecho portador de la bandera norteamericana, bajo cuya sombra impera este coloniaje que nos ha convertido en esclavos de las corporaciones y empresas norteamericanas.”
A partir de dicho manifiesto, el Partido Nacionalista plantea, como primer punto en su programa económico, el siguiente propósito o aspiración:
“Organizará a los obreros para que puedan recabar de los intereses extranjeros o invasores la participación en las ganancias a que tienen derecho, asumiendo su dirección inmediata, poniendo hombres de talla, responsabilidad y patriotismo para dirigirlos.”
Establecida la anterior premisa, toma un giro distinto en el seno del Partido Nacionalista de Puerto Rico los conceptos en torno al desarrollo de la lucha por la independencia y al desarrollo de la lucha por las conquistas de los trabajadores. Queda establecido en su Programa la formulación de una línea de trabajo en la cual ambas luchas, la política y la económica, se conciben vinculadas y entrelazadas una de la otra como parte de una lucha común en la lucha de independencia. En los movimientos sociales más trascendentales de esa época en las cuales estuvo involucrada la clase trabajadora y el pueblo en general, el nacionalismo no estuvo ausente.
Nos dice la compañera Marisa Rosado en su libro Las llamas de la aurora, al respecto:
“Albizu Campos con su incesante prédica generó una serie de movimientos huelgarios contra el abuso de las compañías gasolineras. Los carros públicos se paralizaron y una huelga general contra el alto costo de la gasolina amenazó por primera vez el monopolio gasolinero.”
Hacia el 1933 venían sucediendo en el país diferentes movimientos huelgarios, los cuales incluían al transporte público y protestas contra los abusos de las compañías gasolineras. Luego, surgieron otros movimientos huelgarios vinculados al alza en el precio del pan y, finalmente, otros vinculados a las condiciones de trabajo prevalecientes en la industria del azúcar. Nos dice la escritora Marisa Rosado en su libro, página 118, lo siguiente:
“En enero de 1934 los trabajadores de la caña de la Central Fajardo declaran huelga por mejores salarios y en rechazo al Convenio Colectivo firmado entre los líderes de la Federación Libre (Partido Socialista) y los azucareros. El liderato obrero ocupaba en ese momento posiciones en el gobierno colonial, hecho que le impedía representar a los obreros en forma adecuada, por ser ellos mismos parte de la clase dominante. Esta huelga iba dirigida no a los patronos, sino contra el propio liderato obrero que los había traicionado firmando un contrato muy por debajo de sus aspiraciones.”
Por su parte, el Taller de Formación Política, en su libro Huelga en la Caña: 1933-34, pág.119, expresa la preocupación que representaba para las clases propietarias la vinculación del movimiento social de los trabajadores con las concepciones políticas e ideológicas del nacionalismo. Así indica:
“La participación del nacionalismo –que era el único movimiento claramente anti-imperialista en la isla– en el seno de la propia protesta obrera, creaba una situación explosiva que ponía en serias dificultades al gobierno. La huelga había nacido desde las entrañas mismas de las masas proletarias. Y desde esas mismas entrañas había surgido el llamado al dirigente máximo del nacionalismo.”
Ese mismo año, en el mes de enero, el Partido Nacionalista de Puerto Rico específicamente el día 12, funda en Guayama durante una manifestación obrera a la cual concurrieron 6 mil trabajadores, la Asociación de Trabajadores Puertorriqueños (ATP), pasando a presidir la misma el Doctor Eugenio Vera. Capítulos adicionales de la ATP se fueron organizando en diferentes asambleas convocadas por trabajadores en Fajardo, Yabucoa, Luquillo, Canóvanas y Guánica. En esas asambleas participaban miles de trabajadores.
En sus estatutos, la ATP expresaba que era su finalidad la siguiente:
“1. Organizar a todos los trabajadores en una organización genuinamente portorriqueña capaz y en condiciones de hacer valer los derechos de todos y cada uno de sus asociados;2. defender los intereses de todos y cada uno de los trabajadores de Puerto Rico en sus luchas contra la fuerza del capitalismo y contra cualquier fuerza que ilegal e inhumanamente le respalde en detrimento del obrero y de sus derechos a vivir una vida decorosa y decente mediante el recibo de un jornal adecuado por sus labores;3. cualquiera otros fines análogos a los ya enumerados y no incompatibles con ellos y con el espíritu de esta asociación.”
Indica el Taller de Formación Política en su libro La cuestión Nacional: El Partido Nacionalista y el movimiento obrero puertorriqueño (aspectos de las luchas económicas y políticas de la década de 1930-40)2:
“El nacionalismo no pretendía controlar el movimiento obrero, como tampoco, temía a la movilización independiente de los trabajadores. Confiaba que el obrero consciente y dispuesto a defenderse comprendería que el imperialismo era su enemigo. Después de identificar a su enemigo el obrero actuaría por su propia iniciativa, complementando la lucha nacional.”
Más adelante, en el Capítulo XIII, titulado ¿Por qué no se vincularon sólidamente el nacionalismo y el movimiento obrero?, nos indica a la página 152 lo siguiente:3
“La organización de los trabajadores en lucha por sus intereses históricos y la formación de una organización rebelde eran dos tareas que el nacionalismo no veía en términos conflictivos. Si el liderato nacionalista estuvo dispuesto a participar de la gran huelga de 1934, lo hacía porque era coherente con su ideología. A su vez, los obreros pidieron a Albizu que participara en la huelga y en su sentido más profundo querían que sustituyera el liderato obrero. Este es el significado histórico de los telegramas de cientos de obreros, dirigidos por Albizu en los primeros meses de 1934...”
Si bien para el “Taller de Formación Política”, no se trababa de una aproximación clasista que postulara un programa anticapitalista, la vinculación del movimiento nacionalista con la luchas obreras le imprimían a esta última un potencial de lucha antiimperialista. Esto, unido a la posibilidad del desarrollo de un proletariado industrial en el curso de una revolución democrática, era capaz de proyectar e impulsar esas luchas en forma ininterrumpida hacia el socialismo.
En su artículo La Huelga Agrícola4 Albizu Campos indica que no debía extrañar a nadie que los trabajadores optaran por organizarse corporativamente. De esa manera, señala, nadie tendría que hablar a nombre de ellos. Si los profesionales, empleados gubernamentales, industriales y otros se organizaban, por qué entonces los trabajadores no habrían de hacerlo. De acuerdo al Albizu Campos que asume las riendas de dicho proceso huelgario, los trabajadores “son el verdadero poder y la verdadera fuente de riqueza que tiene la patria”. Identificando al gobierno colonial como un gobierno “rompe huelga” que está al servicio de los intereses yanquis, es decir, como capataz de las empresas del capital estadounidense en Puerto Rico, Albizu vinculaba directamente la situación del pueblo y la de los trabajadores con la dominación y dependencia colonial.5
Finalmente, Albizu Campos, en otro escrito de fecha 19 de enero de 1934, publicado en el periódico El Mundo en la página 6, el cual figura también recogido en sus Obras Escogidas,6 indicaba lo siguiente:
“...lo único que puede salvar al obrero de la explotación capitalista es la implantación de un respetable salario mínimo y de menos horas de trabajo en virtud de ley.”
Recordemos que aquella gran huelga tenía como aspectos reivindicativos principales los siguientes: (a) el repudio a la implantación de salarios más bajos; (b) el reclamo de una verdadera participación de los trabajadores en la riqueza que estos producían; es decir, una mejor redistribución de la riqueza; (c) aumentos salariales y el rechazo de la influencia e injerencia del capital estadounidense en el gobierno colonial; (d) el rechazo al uso de “tickets” o vales por parte de las centrales azucareras como instrumento en sustitución del pago en efectivo de los salarios de los obreros.
Indica una vez más el “Taller de Formación Política” en sus investigaciones recogidas en el libro ¡Huelga en la Caña! 1933-34:
“Albizu no venía a romper la huelga. Venía a insuflarle energía a un proceso desorganizado que se batía en múltiples frentes, sin dirección, y que ya daba muestras de agotamiento en algunas regiones, mientras se extinguía en otras.”7
Probablemente, sin embargo, donde queda ilustrado de manera más diáfana el impacto que la participación de Albizu tendría en la Huelga Cañera, fue en las declaraciones periodísticas aparecidas en el periódico El Imparcial8 donde se indica lo siguiente:
“La entrada de Albizu Campos en la lucha proletaria señala un cambio trascendental en el temperamento de los huelguistas y amenaza seriamente la existencia de la subsidiaria local de la American Federation of Labor. Al entrar en el campo obrero el líder nacionalista, se inicia una consolidación de los elementos izquierdistas del Socialismo y de todos aquellos grupos que no siendo radicales, estiman sin embargo, que sería saludable nacionalizar el obrerismo puertorriqueño con vistas a intensificar la lucha contra el dominio que ejercen en el país las corporaciones norteamericanas.
...La opinión general es que si Albizu se hace cargo de la reorganización de la huelga y se pone frente a la misma, junto a los líderes que aún están firmes, a los propagandistas del nacionalismo, la huelga continuará y asumirá las proporciones de un verdadero conflicto. El Partido Nacionalista cree en la lucha de clases y tiene tendencias de renovación social de acuerdo con su credo político. Además favorece la resistencia militante en cualquier forma efectiva contra el Gobierno.”
Esta afirmación, en nada difería con aquella expresada por un sector disidente dentro del Partido Socialista – disidente respecto a la huelga, aunque no disidente respecto a su identificación con el Partido propiamente–. Este sector, autodenominado “Afirmación Socialista”, indicaba en un Manifiesto publicado el día 15 de enero de 1934:
“Al entrar en el campo obrero el líder nacionalista, se inicia una consolidación de los elementos izquierdistas del Socialismo y de todos aquellos grupos que no siendo radicales, estiman sin embargo, que sería saludable nacionalizar al obrerismo puertorriqueño con vistas a intensificar la lucha contra el dominio que ejercen en el país las corporaciones norteamericanas.”9
Ramón Medina Ramírez10, por su parte, nos indica al respecto:
“En 1934, la población agrícola, esclavizada con jornales de hambre en los enormes latifundios cañeros, se levanta en huelga general. Albizu Campos es llamado urgentemente por los trabajadores para que les dirija nuevamente. Los trabajadores rechazan en esta ocasión la intervención solapada de los líderes socialistas, entregados hace ya mucho tiempo al capitalismo explotador.”
Más adelante indica que “cada discurso de Albizu Campos– en referencia a su participación en la Huelga– es un incentivo de fervor revolucionario contra el poder ilegal impuesto por los Estados Unidos.”
Juan Antonio Corretjer señala11 que el programa del Partido Nacionalista aprobado en 1930 demuestra de principio a fin la conciencia que tenía Albizu en relación a la importancia que representaba para la lucha anticolonial precisamente esa lucha reivindicativa de los trabajadores. Al respecto indica:
“Todas las grandes cuestiones sociales empiezan por plantear un problema filosófico que finalmente se resuelve en el campo de batalla.”
Eso era lo que precisamente implicaba en aquel momento para Estados Unidos, desde la perspectiva de la propuesta del nacionalismo albizuista, la participación de dicho sector político en el conflicto huelgario contra los dueños de las centrales azucareras yanquis, contra los intereses económicos imperialistas en Puerto Rico, contra la dominación de Estados Unidos sobre nuestro país: un conflicto que solo podría encontrar solución en el campo de batalla de los intereses nacionales del capital absentista y aquellos de los trabajadores y trabajadoras puertorriqueños enmarcados dentro de un reclamo de independencia y soberanía política.
En aquel momento la población de Puerto Rico era apenas de dos millones de personas de las cuales 137 mil eran trabajadores empleados en las fases agrícola y fabril de la industria del azúcar. Como indica Corretjer12, “en una población de menos de dos millones, algunos 700 mil puertorriqueños dependían de la agricultura y elaboración fabril del producto.” Más adelante, a la página 26, nos indica:
“El llamamiento hecho por los trabajadores a Albizu Campos para que liderara la huelga alertó al imperialismo que la organización de los trabajadores agrícolas de la principal explotación del país ya no podía ser diferida. Era probable que esa organización se hiciera con una orientación independentista, anti imperialista quizás.”
Las coordenadas estaban delimitadas. Independientemente de cualquier apreciación sobre el carácter de clase pequeño burgués que se atribuya al movimiento nacionalista en ese momento, la vinculación de la reivindicación nacional de la independencia, la soberanía y la libertad política con una clase social como la clase trabajadora, vinculada a un reclamo social y económico que empalmara con el reclamo político de tal libertad, soberanía e independencia, comprometía el proyecto colonial e imperialista de Estados Unidos en Puerto Rico. Es a partir de tal experiencia que Estados Unidos redefine sus planes de dominación política en Puerto Rico.
Dentro del contexto del desarrollo de la huelga Albizu compareció a una tribuna en Guánica y encontró la misma rodeada de policías, supervisados personalmente por el Coronel a cargo de la Policía de Puerto Rico, Francis E. Riggs. El propósito era impedir que los trabajadores pudieran acercarse a la tarima. En dicha ocasión, Albizu lanzó una severa advertencia a la Policía cuando indicó que “si por las balas de la policía muere un obrero, morirá el gobernador Winship. Y si por las balas de la policía muere un trabajador, morirá Riggs”. Finalizó indicando: “Si aquí suena un tiro, matamos al gobernador inmediatamente.”
Se indica que a partir de ese momento se elaboraron dos opciones para manejar al nacionalismo: sobornarle como organización o destruirle como organización. Paralelo con este propósito, comienza a llegar a Puerto Rico el resultado de unas recomendaciones económicas que bajo la política del Nuevo Trato se extenderían a Puerto Rico vía transferencias federales; se intensifica la labor de sobornar dirigentes dentro del Partido Nacionalista que solicitaran primero la destitución de Albizu y luego, en el caso de algunos, plantear la eliminación física de Albizu Campos. Riggs levantó como consigna “Guerra, guerra, guerra al nacionalismo”.
Notas
1. Pedro Albizu Campos, Op Cit., “El Lcdo. Pedro Albizu Campos fue electo Presidente del Partido Nacionalista de Puerto Rico”, Tomo I, páginas 85-87.
2. Taller de Formación Política, La Cuestión Nacional: El Partido Nacionalista y el movimiento obrero puertorriqueño (aspectos de las luchas económicas y políticas de la década de 1930-40), Capítulo XII, “El Nacionalismo y la Auto-organización obrera”, Editorial Huracán, 1982, página 146.
3. Ídem, página 152.
4. Pedro Albizu Campos, Op. Cit. Tomo II, Editorial Jelofe, 1981, páginas 11-14.
5. Véase, además, Pedro Albizu Campos, “La Esclavitud Azucarera”, Op. Cit.,Tomo II, páginas 15-19.
6. Ídem, páginas 15-19.
7. Taller de Formación Política, Op. Cit., página 124.
8. El Imparcial, 15 de enero de 1934.
9 Taller de Formación Política, ¡Huelga en la Caña! 1933-34, Op. Cit. Página 147.
10. Ramón Medina Ramírez, El Movimiento Libertador en la Historia de Puerto Rico, Capítulo XV, “El Imperio inicia su Terrorismo Oficial”, página 103.
11. Juan Antonio Corretjer, El Líder de la Desesperación, Guaynabo, 1972, página 58.
12. Juan Antonio Corretjer, Op. Cit. página 25.
* Extracto del escrito “Apuntes para el estudio del desarrollo del movimiento obrero puertorriqueño entre 1898 y 1940: una reflexión preliminar”, publicado el 24 de junio de 1999 y revisado el 15 de junio de 2011.
(Tomado de Claridad) |