Con la intervención de Egipto, se alcanzó una tregua formal temporal en la Franja de Gaza que posibilita un alto al fuego entre las autoridades de Israel y el pueblo palestino en Gaza.
La tregua se alcanza tras dos semanas de enfrentamientos que dejaron como secuela la muerte de 170 palestinos, entre los cuales se cuentan entre 24 y 34 niños, y más de 700 heridos en Gaza y cuatro civiles palestinos y dos israelíes muertos en Israel, así como decenas de heridos en dicho territorio. Los ataques israelíes ocasionaron, además, la destrucción de unas 200 viviendas y daños a otras 8 mil, la destrucción de una escuela, así como pérdidas materiales estimadas en $1,250 millones.
Como parte del acuerdo temporal, Israel se comprometió a flexibilizar sus restricciones en cuanto al cruce de fronteras, la libertad de circulación de personas y mercaderías; y finalmente, ampliar el radio de distancia con relación a la costa, donde se permite a los pescadores palestinos desplazarse en sus faenas marítimas.
El Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu confirmó el alto al fuego, sin embargo, atribuyó su logro a los esfuerzos de Estados Unidos, no sin antes advertir que Israel se prepara para lanzar un ataque que calificó como ''más severo''. Tras los sucesos, se indica por el periódico The New York Times, que los ataques perpetrados por Israel contra Gaza ''fueron ejercicios de práctica'' de cara a una posible futura confrontación armada con Irán, centrados en cohetes mejorados que pudieran alcanzar Jerusalén y nuevos sistemas anti misiles para repelerlos.
Se indicó por algunos observadores del conflicto palestino–israelí, que los ataques de Israel contra Gaza tuvieron también como escenario, las próximas elecciones a realizarse en Israel. Como ha ocurrido antes en otros escenarios, en contexto de una guerra, suele existir la tendencia de la población cerrar filas con su propio gobierno como forma de hacer frente al contrario. De cara a unas elecciones, favorece a la posición de Netanyahu y su partido político un conflicto con Hamas en la Franja de Gaza.
La Franja de Gaza es una porción de terreno ubicada dentro de la porción sudoccidental de la Península del Sinaí, territorio ocupado por Egipto en 1948 y luego, tras la Guerra de 1967, capturada por Israel. La Península del Sinaí, salvo la Franja de Gaza, fue posteriormente devuelta por Israel a Egipto luego de los acuerdos negociados entre ambos países en 1994 en los cuales Egipto reconoció al estado de Israel.
Gaza cuenta con una superficie de 360 kilómetros cuadrados, donde convive más de un millón y medio de palestinos. Para el años 2005 el Parlamento de Israel (Knéset) aprobó un plan de retirada de Israel del territorio, lo cual se efectuó en septiembre de 2005. En elecciones efectuadas en el años 2006 la organización palestina islámica Hamas logró el triunfo controlando el 65% de los escaños del parlamento palestino. En 2007, luego de intensas luchas entre los partidarios de Hamas y los partidarios de la organización Al Fatah, fundada por Yasser Arafat y dirigida tras su muerte por el actual presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, Hamas pasó el 14 de junio al control total, de facto, del territorio de Gaza. Mientras esto ocurría, Abbas, al frente de Al Fatah y de la Organización para la Liberación de Palestina, expulsó del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania a Hamas, quedando así, tanto de jure como de facto, en el control del gobierno palestino en esta porción del territorio palestino.
No es la primera ocasión en que Israel lleva a cabo una agresión contra a Franja de Gaza. El 27 de diciembre de 2008, bajo el nombre de ''Operación Plomo Fundido'' se realizó otro violento ataque contra la población palestina que allí reside. El resultado fue la muerte de cerca de un millar de palestinos así como cerca de 3 mil heridos. Previamente, en el año 2006 Israel también ensayó otro ataque contra refugiados palestinos en Líbano, esta vez vinculados con otra organización islámica palestina conocida como Hezbolah. La secuela de destrucción causada por Israel en Líbano, si bien no pudo derrotar militarmente las milicias de Hezbolah, causaron la destrucción de más de 15 mil residencias; la muerte de más de 1,500 palestinos, en su mayoría civiles; la destrucción de gran parte de la infraestructura existente en el país; el bloqueo de sus puertos y carreteras y la creación de una zona desmilitarizada dentro del territorio libanés.
La política de Israel contra la población palestina en la Franja de Gaza, aún antes de la reciente agresión, ha sido violatoria del Derecho Internacional Humanitario. De acuerdo con los Protocolos I y II de la Convención de Ginebra relativos a la protección de víctimas de los conflictos armados internacionales y de protección de víctimas en conflictos que no son de carácter internacional, Israel violenta día a día los derechos del pueblo palestino. Estas violaciones incluyen el bombardeo indiscriminado de escuelas y lugares donde se ha refugiado población para protegerse de dichos ataques; ataques a los coches y el asesinato de miembros de la Media Luna Roja, (equivalente en Occidente a la Cruz Roja), mientras transportaban víctimas del conflicto; ha destruido sistemáticamente residencias de líderes electos, militantes y familiares de Hamas; así como destruido mezquitas donde estos profesan su fe; ha interrumpido el suministro de electricidad y agua potable a la población; ha bloqueado el tránsito de alimentos, medicamentos y todo tipo de ayuda humanitaria; ha cerrado pasos los fronterizos; ha llevado a cabo ejecuciones extra judiciales de sus oponentes; etc., todo ello desarrollado contra una población esencialmente civil, contra un gobierno que no posee ejércitos, marina ni aviación, que carece de unidades blindadas y transportes de tropas; y que apenas cuenta con tecnología para enfrentar la maquinaria de guerra israelí con armamentos caseros y armamento liviano.
Mientras todo esto ocurre en la Franja de Gaza y Cisjordania, donde reside la otra parte significativa del pueblo palestino, Israel continúa desplazando colonos dentro del territorio palestino; encerrando las comunidades palestinas detrás de muros discontinuos; ha privado de sus derechos humanos esenciales a la población palestina que reside dentro del Estado de Israel; y manteniendo el peso de su política racista, segregacionista y punitiva contra el pueblo palestino.
En momentos en que el pueblo palestino alcanza un consenso interno internacional para solicitar el reconocimiento del derecho a un asiento formal dentro de la Organización de las Naciones Unidas, Estados Unidos rechaza tal posibilidad en el seno del Consejo de Seguridad. En momentos en que el pueblo palestino reclama el status de país reconocido pero no miembro de la ONU, tanto Estados Unidos como Israel y sus aliados entorpecen una decisión favorable al pueblo palestino. En momentos en que tanto Hamas como al Fatah expresan su disposición a alcanzar entre sí un acuerdo histórico, luego de años de rivalidades, para el reconocimiento de un estado palestino, que incluye la disposición de Hamas al reconocimiento del estado de Israel dentro del marco de las fronteras de 1967, Israel torpedea estos avances con una escalada militar innecesaria e indeseable. El gobierno de Israel apuesta a las crisis y vive de ellas. Por eso, rechaza la posibilidad de una verdadera paz.
El pueblo palestino merece la solidaridad de todos los pueblos del mundo, no solo porque les corresponde el derecho a constituir un estado político independiente y soberano, sino también, porque así la ha ganado en el desarrollo de sus luchas. |