Artículo publicado en El Nuevo Día el 25 de julio de 2024

Ninguna fecha nos recuerda mejor que el 25 de julio la indignidad colonial en la cual vivimos. Esto es así porque ese día, en distintos años, se han producido eventos que no dejan lugar a dudas sobre nuestra subordinación política.

El 25 de julio de 1898, como parte de la Guerra Hispano-cubano-estadounidense, las tropas del General Nelson A. Miles invadieron Puerto Rico por la bahía de Guánica. Ese acto militar, dos meses después de haber bombardeado la capital y meses después de un bloqueo naval que causó escasez entre la población, inició el dominio político, económico y militar de la recién estrenada potencia colonial sobre nuestro pueblo y nuestra tierra. Ahí se estableció el marco dentro del cual transcurre aun nuestra vida colectiva: el de una nación sometida a un régimen colonial.

Cuando, luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, el colonialismo se convirtió, según el derecho internacional y el consenso de los pueblos del mundo, en una práctica proscrita, Estados Unidos se ideó la forma de engañar al mundo con respecto a la situación política de Puerto Rico. Un 25 de julio se inauguró el Estado Libre Asociado. En la narrativa del PPD y las autoridades estadounidenses, el ELA terminaba con el colonialismo. Por eso la elección de la fecha. Se pretendió borrar la agresión militar por Guánica con el izamiento de la bandera puertorriqueña, largamente perseguida, junto a la de la potencia colonial. Hoy todos saben, por voz de los propios estadounidenses, que el ELA no alteró la condición colonial de Puerto Rico.

En 1978, en medio de la Guerra Fría, en Puerto Rico como en otros lugares, el miedo al comunismo parecía justificar cualquier tipo de acto represivo, por violatorio de los derechos humanos que fuera. Esa década había sido testigo de actos de terrorismo y asesinatos políticos, todavía sin resolver, contra el independentismo. Entonces, el 25 de julio de ese año ocurre el entrampamiento, tortura y asesinato de dos jóvenes independentistas: Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado en el Cerro Maravilla. La posterior investigación develó una parte de la madeja de represión y persecución histórica contra el independentismo, ejemplificada por la práctica del “carpeteo” político.

A la luz de estos 25 de julio, podemos alzar la mirada hacia futuros mejores, dejar atrás ese pasado de subordinación colonial y engaños, y comenzar la construcción de una sociedad de libertad y justicia.