27 de enero 2021 El Nuevo Día
María Dolores Fernós, Exprocuradora de las Mujeres

Las reglas de conducta, las normas sociales, es decir, los entendidos en la vida comunitaria, se establecen por quienes tienen el poder en cada momento. Los esclavos en la democrática Grecia no participaban de la vida de la polis. Tampoco los naborias en las prácticas taínas, ni al día de hoy los intocables en India. Mas si algo nos aclaran las investigaciones históricas es que todas esas experiencias han tenido en común el hecho de la exclusión y marginación de las mujeres del poder político, en todos los países, en todos los momentos, por miles de años. Solo no aceptan esta realidad los que no quieren educarse y prefieren los mitos y la ignorancia.

Como resultado de ese dominio masculino las normas se han desarrollado desde su perspectiva dominante y las mismas reflejan claramente esa jerarquía. Por ello, usamos el apellido paterno, por eso las mujeres no podían votar, por eso violar a la esposa era legal, por eso la impunidad de la violencia generalizada contra las mujeres en el matrimonio, en el escenario laboral. Por eso nos está vedado, a riesgo de nuestras vidas, caminar solas en las calles o parques.

¿Cómo deshacer esta inequidad tan abusiva?
Para deshacer los efectos de estas opresiones milenarias no hay varitas mágicas. Hacen falta múltiples estrategias que se implanten de forma conjunta y consistente por un espacio de tiempo suficiente que permita el cambio cultural, el convencimiento de que el sistema patriarcal es injusto y abusivo y debe sustituirse por el respeto mutuo a la dignidad intrínseca a todo ser humano.

Hacia ese objetivo se han creado organizaciones especializadas que estudian y proponen estrategias y mecanismos que aceleren el proceso hacia la equidad de género. En Puerto Rico, pese a no participar de la vida internacional oficialmente, hemos seguido de cerca estos procesos adoptando muchas de ellas a nuestra realidad y alcanzando grandes logros que han reducido las abismales distancias de tiempos pasados. Falta un trecho todavía largo, pero no desfalleceremos.

La orden ejecutiva que declara un estado de emergencia por violencia de género es un paso sustancial en la dirección acertada. No tan solo reconoce la existencia de una violencia por razón de género dirigida específicamente contra las mujeres y la comunidad trans sino que mandata medidas concretas y específicas a corto, mediano y largo plazo.

Se trata de medidas que se han reclamado por los grupos feministas para atajar este problema social. Incluye campañas educativas masivas, educación desde una perspectiva de género para ilustrar las manifestaciones del discrimen, así como los medios adecuados de educar a las nuevas generaciones, la revisión y fiscalización de los protocolos en las agencias públicas, y sobre todo la fiscalización continua del cumplimiento con los mismos a través de la Comisión de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (PARE), que contará con representación de las organizaciones de mujeres, además de funcionarios públicos. Así se garantiza un continuo flujo de información valiosa entre funcionarios y quienes representan los intereses de las mujeres, se identificarán fallas y se adoptarán medidas correctivas.

Felicito al gobernador Pedro Pierluisi por tomar esta acción al inicio de su mandato. Estamos listas, señor Gobernador.

Apoyaremos las iniciativas contenidas en la orden, muchas de las cuales fueron recomendaciones sometidas por las voces experimentadas de las organizaciones feministas puertorriqueñas y fiscalizaremos desde nuestros espacios. Hemos perdido más de 15 años y demasiadas vidas por una inacción inexcusable. ¡Echemos a andar!