Hace unos días un buen amigo compartió con un grupo de compañeras y compañeros (en un espacio cibernético de esos que se han hecho casi imprescindibles en época de la pandemia) un escrito que, a mi modo de ver, reviste de mucha importancia y que me motivó a esta breve reflexión.
El escrito, titulado Elecciones parlamentarias en Venezuela: balance del 6D es de la autoría del destacado intelectual argentino Atilio Borón ( el escrito se puede acceder en el enlace provisto previamente). En ese escrito se discuten las estrategias y tácticas que actualmente se articulan para que los poderes fácticos neoliberales reten incluso las bases de la propia democracia liberal para sostenerse en el poder. La certera lectura de Atilio Borón no se limita a describir únicamente las burdas intenciones de vulnerar el proceso democrático venezolano y su soberanía. Lo que describe y explica Atilio para Venezuela nos sirve de alguna manera para entender lo que ha acontecido -por mencionar un ejemplo- aquí en Puerto Rico con la reciente situación electoral de claro talante fraudulento. De igual manera nos sirve para entender las lógicas de lo que ha venido ocurriendo en muchos otros países de América Latina y el Caribe en distintas formas y contenidos pero precisamente bajo un mismo sustrato ideológico. Todo esto parece que ocurre como parte de una especie de guion general. Se trata de una concertación que ya -sin mucho temor a equivocarme- me atrevo a llamarle una subversión continental contra la voluntad y el espíritu democrático. Desde Quito a Brasilia y desde Buenos Aires hasta Washington, el ordenamiento democrático luce asediado y vulnerado.
Me parece que debemos estar muy alertas porque en esta novel coyuntura hay que aprender a identificar diáfanamente lo que ocurre en la Isla y qué es lo que en realidad lo origina. Igual es vital tener consciencia de que esos fenómenos locales están entrelazados a procesos continentales. No creo que se trata simplemente de lo más obvio que se nos quiere deliberadamente hacer creer a través de las diferentes esferas de las narrativas mediáticas. Se nos quiere hacer pensar que todos nuestros azares recientes ocurren por causa exclusiva de calamidades naturales, de ineptitudes, de incapacidades, de funcionarios corruptos o más recientemente se nos habla de irregularidades electorales, lo cual es cierto, pero solo superficialmente. Lo que sucede es que no creo honestamente que todos esos elementos superficiales puedan explicar la raíz de nuestros problemas. Todas esas situaciones que caracterizan nuestro estado de las cosas me parece que son manifestaciones de un problema de fondo. No se trata de malvados contra heroínas o héroes salvadores: se trata de tener claridad ideológica y un diagnóstico acertado del mal principal (problema principal) que padece la sociedad puertorriqueña conjuntamente con la situación colonial.
Se trata de comprender bien que amplios sectores en la Isla ya NO están dispuestos/as a aceptar más (después de sobre 30 años) de la receta responsable de haber desarticulado y drenado casi todo nuestro horizonte de políticas y bienestar social. De ese modo la zanja entre ricos y pobres se continúa ampliando suprimiendo las capas medias de la sociedad e incapacitando al Estado. Los remanentes del Estado benefactor desaparecen velozmente y entonces observamos que va surgiendo una suerte de Estado corporativo cuyo énfasis ya no es el bien común. El nuevo énfasis del Estado corporativo es crear las mejores condiciones para la inversión y acumulación asimétrica del capital. Así vemos como en Puerto Rico la tesis thatcheriana clásica se posiciona y resalta en luces de neón: “la sociedad no existe solo existen individuos”.
Me parece que la agenda del neoliberalismo escurridizo boricua continúa avanzando sin frenos y consolidándose subrepticiamente, es decir, sin poder ser detectado por los radares políticos. En otras palabras, nuestro neoliberalismo busca andar y operar disfrazado. De hecho, en una reciente intervención pública el intelectual estadounidense Noam Chomsky afirma que en esta coyuntura particular “el poder necesita la oscuridad”.
Pero el mayor peligro a mi juicio es que en la Isla se ha logrado construir una sociedad agresivamente neoliberal en la cual las mayorías -e incluso algunos sectores del espectro político alternativo-progresista- titubean o no pueden identificar ese flagelo como la raíz fundamental del desmantelamiento e ineficacia -por consecuencia- del Estado colonial. Ni mucho menos observamos que haya en efecto una comprensión amplia que pueda vincular los problemas principales del momento con el neoliberalismo. Se trata entonces de la aplicación de un neoliberalismo bajo condiciones coloniales muy paciente en su ejecución pero implacablemente perverso. Sin dudas, que es una de las versiones más nefastas de neoliberalismo que uno se pueda imaginar.[1]
En este cuadro de situación que estamos describiendo no nos pueden sorprender incluso los intentos de acallar el disenso y sus organizaciones. Así ocurrió, por ejemplo, con la creación de la ley escandalosamente antidemocrática del pasado referéndum (06.11.20) para que el pueblo puertorriqueño refrendara la intención del Partido Nuevo Progresista (PNP) para la incorporación de Puerto Rico como estado a los Estados Unidos a través de una consulta de anexión si o no. Hay que destacar (y jamás olvidar) que esa ley establecía que solo una organización política estaba autorizada a organizarse y hacer campaña a favor de votar NO en la consulta de estatus en pleno conocimiento que en Puerto Rico existen una multiplicidad de organizaciones políticas que favorecen la independencia. Como si fuera poco, contenía disposiciones para procesar criminalmente a personas u organizaciones que violaran tan terribles disposiciones. Afortunadamente la organización Sobran las Razones para Votar No y su abogado Roberto Maldonado impugnaron la ley. Un juez federal de los Estados Unidos encontró que esas disposiciones eran claramente inconstitucionales y laceraban burdamente el derecho a la libertad de expresión. La decisión, la cual fue ignorada por casi todos los medios masivos de comunicación, permitió finalmente que todas las personas y organizaciones que quisieran pudieran ejercer su derecho a llamar a votar contra la anexión. Pero como suele ser, el daño se había consumado. Sin recursos significativos, el sector del NO a la anexión logró prácticamente empatar la votación con fuertes vientos en contra.
Eso es una pieza de evidencia adicional que continúa corroborando la tesis que se escucha cada vez con más fuerza por el continente. La tesis de la incompatibilidad de la democracia con el proyecto y la ideología neoliberal. Tal y como el propio Atilio Borón ha expuesto en otros escritos. La democracia corre peligro. Todas estas coartadas que vemos cada día me parece que son acciones bien concertadas de sectores asociados al neoliberalismo para mantenerse en el poder aún cuando cada vez se les dificulte obtener respaldo electoral. Sabemos que el neoliberalismo ideológico está muy bien organizado y dispone de grandes caudales para financiar la consecución de sus objetivos. Pero su agenda no mueve ni anima al voto de las grandes mayorías y eso parece ser una contradicción irreconciliable. De ahí observaremos cada vez una conducta más agresiva que se ensaña contra la democracia liberal en busca de preservar el poder. ¿Por qué? Porque su agenda es para una minoría. Porque la gente aspira a mejores servicios de salud, mejor educación, una Universidad vigorosa, vibrante y accesible como garante de posibilidades de ascenso social, mejor seguridad e infraestructuras, mejores empleos y condiciones laborales, mejores accesos a la cultura y a espacios recreativos. En fin, mejores condiciones y calidad de vida pero eso no está contemplado en la agenda neoliberal. Los sistemáticos recortes en el gasto público y el achicamiento del Estado privatizando todo lo que se encuentre al alcance, constituyen políticas más que fracasadas e incapaces de poder entusiasmar a la gente.
Por eso para sostenerse en el poder recurren y recurrirán a toda suerte de artilugios, artimañas y trucos disfrazados junto a sus secuaces mediático-publicitarios y a redes que operan paralelamente al Gobierno para beneficio mayormente de intereses privados y corporativos. En mi opinión es por eso que debemos tener claridad y consciencia que en este momento histórico el enemigo principal de las necesidades y aspiraciones de las grandes mayorías, de las luchas sociales y comunitarias, del bien común en general y de una verdadera recuperación de la Isla para las mayorías, es precisamente el avance implacable de la ideología neoliberal, en nuestro caso bajo condiciones coloniales. Y eso me parece que amerita que sea comprendido sin vacilación ni adornos. Precisamente porque en Puerto Rico el neoliberalismo se mueve furtivamente y su narrativa vulnera las mentes incluso de personas que se entienden a sí mismas como progresistas. Ya hay quienes le llaman a ese fenómeno mordazmente neoliberalismo de izquierda, lo cual lógicamente es un absurdo o un contrasentido histórico.[2]
A diferencia de Puerto Rico, en América Latina y el Caribe, agrupaciones políticas de distintos matices han venido construyendo un fuerte muro de contención contra la ideología neoliberal. Podemos afirmar que América Latina y el Caribe es hoy la región donde con más éxitos se combate el neoliberalismo. El consenso parece estar en abrazar de algún modo algo parecido a lo que Oskar Lafontaine llamó sugestivamente en la década de los noventa “economía social y ecológica de mercado” con una sólida vocación democrática y elementos criollos.[3] En todo el continente me parece que avanza esa conciencia hacia modelos alternativos precisamente porque la aplicación de políticas neoliberales ha dejado profundas heridas además de enormes desigualdades y largas estelas de pobreza. La expectativa de que el crecimiento económico traería la superación de la pobreza por percolación ha resultado en una falsedad como lo comprueban con nitidez los estragos donde quiera que se hayan aplicado políticas neoliberales. Muy en particular esto queda demostrado con la realidad chilena y ahora más recientemente con las explosiones sociales peruanas de corte claramente anti-neoliberal. Aquí en Puerto Rico todavía pienso que nos encontramos alejados y algo distantes de darnos cuenta clara y diáfanamente de eso a pesar de que algunas personas y organizaciones han sido protagonistas de valiosos esfuerzos para responsabilizar el neoliberalismo en Puerto Rico desde hace mucho tiempo. De hecho, no me parece descabellado pensar que una gran parte del movimiento y protestas en el Verano de 2019 en la Isla (que terminó con la salida forzada del gobernante neoliberal por antonomasia Ricardo Rosselló) intuitivamente fue una rebelión anti-neoliberal. Lamentablemente la falta de identificación de nuestra grave situación sociopolítica y de quiebra fiscal, apenas se asocia con el neoliberalismo cuando es éste su razón de ser esencialmente. Prueba clara de eso es que durante los debates electorales del pasado mes de noviembre la palabra neoliberalismo no fue mencionada ni una sola vez. La ideología neoliberal siendo la raíz de muchos de nuestros problemas de fondo ni tan siquiera se tocó con vara larga como se dice acá en el argot popular. En la esfera pública no existe consciencia sobre ese cardinal asunto.
Sin claridad ideológica no puede haber, a última instancia, una lucha política acertada. Me parece que no nos hemos dado cuenta del todo que la causa del deterioro consistente en la esfera política, económica y sociocultural de nuestro país es producto de la aplicación de un modelo ideológico. Y es que el neoliberalismo ha evolucionado de ser inicialmente un paquete de medidas económicas a un sistema de pensamiento que ha creado y quiere imponer su propio Weltanschauung en el que el dogma del mercado sin intervenciones por parte del Estado es glorificado sin límites.[4] Entonces me parece que debemos rechazar firme y decididamente esa propuesta ideológica y los que la representan. Y máxime ahora cuando, para colmo, el neoliberalismo colonial parece que ha identificado en la anexión de Puerto Rico a los EE.UU. un vehículo para la consecución de sus objetivos. Tenemos que dejar de temerle a enfrentar, denunciar y combatir al neoliberalismo frontalmente. Ha llegado la hora simplemente de formularnos entonces la pregunta: neoliberalismo: to be or not to be?
Y es que oponerse al neoliberalismo y rechazar sus propuestas no es en lo absoluto ser anticapitalista, ni comunista, ni socialista, ni anarquista ni nada que se parezca necesariamente. Como si fuera poco, el propio Papa Francisco, desde los mismos cimientos eclesiásticos de la Iglesia, ha hecho un llamado mundial directo y sin rodeos contra el neoliberalismo en su tercera encíclica. El Papa Francisco dice con sabiduría y citamos:
“El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”. [5]
Oponerse al neoliberalismo es aspirar a una sociedad netamente democrática y de justicia social en una economía racional con plena vocación hacia el bien común y que favorezca a todos los sectores de una manera más equitativa y solidaria. Se trata también de una sociedad respetuosa de los derechos colectivos e individuales y ante todo armoniosa con el ambiente y la naturaleza. De esa manera abonamos a crear las condiciones para un amplio consenso político para lograr otro Puerto Rico que se afirme en su cultura y mire con seguridad hacia su región del Caribe y América Latina.
Notas: [1] En estos momentos una Juta de Control Fiscal (JCF) neoliberal decide, por imposición del poder absoluto del Congreso estadounidense sobre Puerto Rico y sin que el país haya sido consultado, prácticamente todo lo concerniente a la economía, el presupuesto y las finanzas públicas. Obvio que dominando el flujo fiscal se domina prácticamente todo y el Estado colonial ahora es un simple apéndice supeditado a ese organismo. La JCF es un organismo de administración de quiebra absolutamente colonial y nefasto como quizás ningún otro en el mundo.
[2] ¿Qué es el neoliberalismo de izquierda? Ocurre cuando las organizaciones de izquierda, lejos de interpelar y resistir al despojo neoliberal, apoyan con su acción u omisión (silencio) la hegemonía del sistema. El neoliberalismo reduce al Estado a su mínima expresión, incluso hasta convertirlo únicamente en una gendarmería corrupta que garantiza los intereses empresariales. https://www.servindi.org/actualidad-opinion/20/07/2018/que-es-la-izquierda-neoliberal
[3] Esta propuesta de Oskar Lafontaine en realidad es un replanteamiento del concepto que propuso originalmente el economista alemán Alfred Müller-Arnack en 1946. Para más detalles ver: https://www.enciclopediadelapolitica.org/economia_social_de_mercado/
[4] Palabra de origen alemán de uso generalizado en diferentes idiomas occidentales que significa manera de ver el mundo.
[5] https://www.infobae.com/america/mundo/2020/10/04/el-vaticano-publico-fratelli-tutti-la-tercera-enciclica-del-papa-francisco/
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