Miles de religiosos haitianos marcharon ayer por la zona metropolitana de esta capital, mientras pedían la dimisión del presidente, Jovenel Moïse.
Vestidos con prendas blancas y portando pancartas con un mensaje de cambio social, los fieles respondieron al llamado de la Conferencia de Religiosos de Haití, una de las últimas asociaciones en clamar por la renuncia del mandatario.
‘Jovenel tiene que dejar que el país renazca’, dijo una de las manifestantes y cuestionó que, durante su gobierno, cerraron escuelas hospitales, ante la mirada de las autoridades.
Moïse llegó al poder el febrero de 2017, tras unas controvertidas elecciones que tuvieron que ser repetidas, y con solo medio millón de votos a favor.
A mediados de 2018, se desató una fuerte crisis social por el aumento de los precios del combustible, medida sugerida por el Fondo Monetario Internacional, que tuvo que ser revocada 24 horas después.
Desde entonces el país vive recurrentes estallidos sociopolíticos, atizados por sectores opositores, pero que en el fondo critican las profundas desigualdades sociales, y el acceso casi nulo de la mayoría a servicios universales como la salud, educación, así como el empleo.
La reciente ola de protestas se inició el pasado 16 de septiembre, contra la escasez de combustible y ha devenido en una amplia protesta contra el actual gobierno y su apego a políticas neoliberales en detrimento de millones de personas.
Además de los religiosos, otros grupos como los maestros, artistas, estudiantes, se sumaron a la movilización general que mantiene paralizadas las escuelas, administración pública, comercios y negocios.
Pese a que el gobernante es cada vez más impopular, insiste en mantener su cargo y declaró recientemente que sería irresponsable renunciar.
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