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Reflexión: Vieques importancia histórica PDF Imprimir Correo
Escrito por Rvda. Eunice Santana Melecio   
Lunes, 15 de Abril de 2019 13:46

santana

Vieques continúa retándonos. Qué hacer frente a esa agenda inconclusa es algo que debemos en algún momento ponderar.



Cuando recibí la invitación para esta actividad la acepte con gratitud y mucha alegría porque desde hace 41 años, más de la mitad de mi vida, o sea, desde el 1978 Vieques ha sido una parte importantísima en nuestra vida. Ya para el 6 de febrero del 1978 estábamos acompañando el operativo exitoso de los pescadores de Vieques contra la marina de guerra de EE. UU. y los buques de guerra de otros países miembros de la OTAN, que logró lo que nunca antes se había visto: paralizarles la práctica de desembarco, “invasión”, y los bombardeos con bombas vivas, gracias a la astucia, la creatividad y la valentía de aquellos trabajadores del mar, que muy bien articularon que era en defensa de su derecho a ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente, para proteger la naturaleza, la creación, y en solidaridad con pueblos hermanos. Cuando digo estábamos, me refiero a la presencia de compañeros de lo que más adelante se conoció como el Movimiento Ecuménico Nacional de Puerto Rico (PRISA) que ese tiempo era simplemente PRISA. La noticia rápidamente inundó los medios internacionales porque con nosotros se encontraba un periodista del Consejo Mundial de Iglesias.

Hoy, nos sirve como eje motivador para la convocatoria el aniversario del asesinato de David Sanes hace 20 años, pero es bueno reconocer que la lucha contra la marina de guerra tuvo sus inicios desde que esta llegó a Vieques, y que dos décadas antes de la muerte de David Sanes se dieron confrontaciones de tal magnitud que fueron desmoralizando a la marina, ridiculizándola en algunos casos, como en el operativo que se les sorprendió a los marinos en su propio campamento literalmente en calzoncillos como lo dieron a conocer los titulares de los periódicos dentro y fuera de Puerto Rico, y debilitándola financieramente al perder millones de dólares cada vez que intentaban realizar maniobras y no se les permitía.

Considero una de las bendiciones más grandes de mi vida el haber sido partícipe de esa lucha inmensa, difícil, desigual, retadora y liberadora que pudimos en gran medida ganar con el cierre del polígono de tiro, la clausura de los magazines que albergaban las bombas vivas para las maniobras, el retiro de las tropas y las desalambradas y rescates de terreno, entre otras cosas. Todavía quedan luchas que librar, como la limpieza y el rescate de todo el terreno, o sea, que esta es una lucha inconclusa, aunque no todas las personas que participaron en la última parte de ella la consideren así, - entre ellas muchos del sector religioso que entendían que su compromiso llegaba únicamente hasta el cierre del polígono de tiro - pero no por eso es menos válido celebrar.

Puerto Rico cobró notoriedad en el mundo a partir de ese 6 de febrero del 1978, y en muchos lugares se le vino a conocer a través de Vieques. La lucha de Vieques y Vieques como microcosmo de nuestra totalidad, nos permitió transmitir la realidad colonial y las ansias de libertad de nuestro pueblo como nada antes lo había hecho.

A través de la historia, los pueblos esclavizados, colonizados, tienden a interpretar, a vivir y a difundir su realidad a partir de lo que el amo, el colonizador, les hace. Las experiencias de lucha en Vieques, cambió radicalmente nuestro discurso, invirtió el orden de importancia en la narración porque pasamos a ser los protagonistas, objetos de nuestra historia. Eso se maximizó de 1999 al 2003 con la participación de amplios sectores del pueblo en los campamentos de desobediencia civil.

En la lucha de Vieques se hizo realidad aquello que desde la fe afirmábamos: que era posible trabajar juntas y juntos sin renegar a nuestras identidades particulares, religiosas o políticas, al dedicarnos a perseguir un mismo ideal. Ese proceso fue difícil y algunos no lo propiciaron, otros lo resistieron y aun otros lo bloquearon, pero para quienes lo abrazamos resultó ser una experiencia beneficiosa que sigue rindiendo frutos. La Coalición Ecuménica que tuvo sus inicios alrededor de ese periodo así puede confirmarlo.

La identificación de una meta común, Paz Para Vieques, sin descarrilarnos a definir lo que cada cual entiende por paz, sino confiando en que en esa afirmación recogía y resumía la totalidad del concepto de paz sin excluir a quien mantuviera una visión más sencilla, fue uno de los aciertos más importantes. Al sentarnos a la mesa había cabida para todo el mundo que afirmara la paz para Vieques. Esto puede servirnos de referencia en otras latitudes, en otros aspectos de nuestra lucha, para poder avanzar.

Esta etapa de la lucha confirmó que en las luchas comunitarias, de pueblo, en la búsqueda de la transformación de la sociedad, el poder crece cuando es compartido, pero decrece cuando pretendemos acapararlo, porque lo asfixiamos y debilitamos. Pudimos haber salido mucho más fortalecidos si hubiésemos sido más humildes, menos competitivos, más comprensivos, más inclusivos... Aun así, pudimos apreciar y disfrutar la creatividad y la valentía de los desobedientes civiles y el poder de la desobediencia civil frente a una situación donde la diferencia en la correlación de fuerzas era apabullante.

A partir de esos años de lucha, nuestro pueblo pudo ver y experimentar el hecho de que la realidad no es estática, no es inmutable, sino que es transformable como resultado de la lucha. Es hechura de seres humanos y como tal puede ser cambiada por la acción humana. Sobre los militares ya sabíamos que tenían los pies de barro. Podían encarcelar a muchos, matar a 1, pero no detenernos a todos.

El concepto de la religiosidad sufrió un 'jamaqueón' que no le permite volver a ser como era antes. Ante el pueblo entero la jerarquía de las denominaciones protestantes llamadas históricas y de la Iglesia Católica confirmaron con sus acciones que la religiosidad se expresa en el acompañamiento al pueblo, asumiendo su lucha, compartiendo riesgos y haciéndose vulnerables antes el poder de las autoridades locales y las del imperio. La búsqueda de la justicia, la intolerancia frente a la injusticia, vino a ser el sendero señalado a seguir en medio de un pueblo que anhelaba recibir esa confirmación de las autoridades eclesiales para lanzarse a luchar y actuar acorde con su consciencia. La interpretación de los escritos bíblicos cobró relevancia y alcanzaron vigencia al ser vistos a la luz de la lucha y los desafíos que presentaba en la confrontación al imperio. La vida cotidiana vino a ocupar el sitial que por siglos las iglesias le habían otorgado a la vida en el más allá. La protesta y las denuncias encontraron cupo en el altar. La importancia de la identidad puertorriqueña y la autoafirmación cobraron valor.

La capacidad de desprendimiento y compromiso de amplios sectores del pueblo pudo manifestarse con facilidad, acompañada de la solidaridad de las iglesias dentro y fuera de Puerto Rico, organismos ecuménicos y personalidades religiosas del mundo entero.

Algunas de estas cosas responden al hecho de que entre el 1997 y el 2000 se dieron unos cambios significativos en la jerarquía católica con la llegada del Obispo Álvaro Corrada en el 1997, el Obispo Roberto González en 1999 y el Obispo Rubén González en el 2000. De otra manera quizás las cosas hubiesen sido distintas en cuanto al sector religioso.

La Marcha Paz Para Vieques del 21 de febrero del año 2000, logró movilizar unas 250,000 personas y se le conoce como la más grande movilización de nuestra historia. Al liderato religioso se le confirió el honor de convocarla y encabezarla. Si bien es cierto que, por un lado, esto respondió al hecho de que las diferencias políticas y sindicales no pudieron superarse y este el sector religioso gozaba de la confianza de un mayor número de personas, no dejó de ser un acto de generosidad y de lanzarle un reto mayor a las iglesias con el mensaje de que su presencia y participación activa eran apreciadas y necesitadas en momentos claves. De ahí que hubo que tomarse más en serio la unidad entre las iglesias y su inmersión más clara en las luchas del pueblo puertorriqueño. La construcción de La Capilla Ecuménica en el área restringida, a mi entender, fue otro mensaje contundente para las iglesias, ya que acogía la aspiración de muchas y muchos luchadores.

La participación del sector religioso aportó la mística, de y esperanza, que es necesaria en cualquier lucha, que le hacia posible a muchas personas resistir.

Vencer a la marina más poderosa del mundo en lo que creían ser su propio terreno, invadirle lo que consideraba sus tierras, retarle el poder que sostenía sobre la tierra, el aire, el suelo y el subsuelo, las aguas frescas y las saladas del mar, ha sido un triunfo de dimensiones extraordinarias. Apreciarlo como tal no ha fluido siempre, quizás porque no hemos sido generosos en aceptar las diferentes aportaciones de los más diversos sectores de todos los rincones de nuestra tierra. En esta última etapa, la lucha sin descanso por cuatro años consecutivos fue sumamente difícil, sobre todo porque para nosotros era no violenta, pero en cuanto a la marina su mera presencia era un acto de violencia y provocación. Aportar a la comprensión y aceptación de que nuestra fuerza estribaba en la no violencia, - que no era poner la otra mejilla sino hacerlos quedar en ridículo o exponiéndoles cualquier debilidad frente a todos, en no caer en el campo que era la especialidad de ellos y donde nos llevaban las de ganar, no siempre calaba. La idea era traerlos a nuestro campo de lucha donde nosotros teníamos el control de las armás a utilizar.

Mantengo vivo en la memoria el recuerdo de un campamento de mujeres que levantamos en una de las carreteras con vista al área restringida luego de los desalojos, cuando todavía había personas de Monte David en el monte retando a la marina, pero que otros luchadores planteaban que eso no era cierto y públicamente lo manifestaban, con lo cual abrían la posibilidad de que la marina actuara por la libre y si los encontraban, los arrestaran, torturaran o desaparecieran. Ese campamento le aseguraba a quienes aun estaban en el monte que afirmábamos su presencia allí y no permitiríamos que se cometieran injusticias contra ellos. No estaban solos. Como la mayoría de los agentes que asignaron para “guardar el orden” eran mujeres, pudimos desarmarlas a base de gestos y movimientos, improvisando formaciones militares entre nosotras, actuando como si fuéramos cadetes despistadas. Mantenerse rígidas con poses intimidantes y sin reírse se les hacía imposible. También lo lográbamos con música pegajosa, baile y poesías. Fueron días intensos de desvelo y dolor sin que los otros compañeros se percatasen del daño que hacían al afirmar lo que desconocían. Esa y otras instancias de incomprensión y falta de compañerismo han dejado heridas que aun no sanan, pero que hay que buscar sanar. Después de todo, veinte años es mucho tiempo y necesitamos continuar avanzando, hoy más que nunca en la liberación de nuestra Patria frente al reto del imperio y su colonialismo desfachatado, inhumano, injusto, salvaje y voraz, y la continua utilización de nuestro país para sus planes de intervención bélica contra pueblos hermanos.

Nuestro pueblo es un pueblo bello, heroico, valiente, trabajador, creativo, inteligente, honrado y mucho más. Se merece y exige de nosotras y nosotros aprender de las experiencias vividas, que las conmemoremos y celebremos, pero que también las evaluemos con detenimiento para rectificar y poder pasarles a esta y a las generaciones futuras, lecciones dignas de ser apropiadas y superadas por ellas y ellos.

Vieques continúa retándonos. Qué hacer frente a esa agenda inconclusa es algo que debemos en algún momento ponderar. Oímos siempre de las vicisitudes que sufren los viequenses. Casi nunca escuchamos buenas noticias asociadas a la vida allá. Sin embargo, en conversación con algunos de ellos, sobre todo jóvenes, afirman que contra viento y marea no se quitan, no se van de Vieques. Con todo y lo mal que está la pesca, la juventud apuesta a pescar y están levantando la asociación de pescadores, otros trabajan en la construcción y, aun otros, se inscriben en las tareas asociadas al turismo. No se rinden y eso es loable.

Vieques es siempre inspiración, reto, promesa y confirmación. ¡Qué viva Vieques!



Ponencia presentada por la Rvda. Eunice Santana Melecio en el Conversatorio "Vieques: Reflexiones a 20 años de la muerte de David Sanes", ofrecido por el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano Zona de San Juan el 11 de abril 2019.

 

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