(Bolsonaro sigue jugando de presidente) Hay quien aún cree que Jair Bolsonaro preside los destinos de Brasil. La moda en Brasilia se inclina hacia los payasos. Detrás está el poder real. En Brasil manda una Junta Militar que aún no confiesa su nombre pero ya extendió sus redes. Entretanto el payaso sigue haciendo payasadas.
Fueron poco más de 45 días de la experiencia más bizarra en la historia brasileña. Pero terminó: el gobierno de Jair Bolsonaro no existe más. Comienza ahora la fase del régimen, cuando se asume una Junta Militar en un gobierno y dominado por ellos.
Cuatro generales, todos los acuartelados en el Palacio de Gobierno: Augusto Heleno, Hamilton Mourão, Carlos Alberto dos Santos Cruz y Eduardo Villas Bôas son sus integrantes, pero se puede resumir en los próximos días el general Floriano Peixoto Neto, que sustituyó al destituido ministro Gustavo Bebiano Jefe de la Secretaría General de la Presidencia.
No se puede hablar de un golpe de Estado: eso sucedió en 2016 y ellos ya están en el poder, y ocupan los puestos de trabajo en el lugar de trabajo y los puestos de trabajo. El capitán Jair Bolsonaro podrá seguir viviendo en el Palacio Alvorada y hasta jugar videojuegos en su oficina del Planalto. Siempre que obedezcan a sus superiores, los generales.
El más prominente miembro de la junta debiera ser Villas-Bôas, quien fue el gran estratega, el articulador, el que se ha convertido en la democracia, en el Tribunal Supremo Federal para la liberación de Lula y en su camino a las elecciones, y con eso asegurar el surgimiento del nuevo régimen.
El papel decisivo de Villas Bôas, que se ha mantenido como una luz de medios, ha sido lanzado a la luz pública de manera patética por Bolsonaro. En la asunción del cargo de ministro de Defensa del general Fernando Azevedo y Silva el 2 de enero, el actual presidente presidencial dijo públicamente: “General Villas Bôas, lo que hemos conversado me quedaría entre nosotros. Usted es uno de los responsables de que yo esté aquí”.
Villas Bôas es como un Augusto Pinochet posmoderno, el tiempo de los golpes sin movilización de las tropas, sin bombardeos ni sangre. Nombrado por Dilma Rousseff, como Pinochet lo fuera por Salvador Allende, debiera ser el jefe de la Junta Militar. No lo es porque tiene una enfermedad grave y fatal (esclerosis lateral amiotrófica) que se mantiene en la silla de ruedas y un respirador.
Con la debilidad de Villas Bôas, asume el papel de presidente informal de la junta militar el jefe del Gabinete Institucional de la Presidencia, el general Augusto Heleno, quien tuvo un papel decisivo en la campaña electoral y es un nombre respetado entre los oficiales del Ejército. Él y el general Santos Cruz, secretario de gobierno, amigos y forman el núcleo haitiano dentro de la junta; Y a ellos se les debe sumar Floriano Peixoto Neto.
Todos ellos sirvieron en las fuerzas de la ONU en Haití (Minustah). Heleno (1) fue el comandante de la Minustah entre 2004 y 2005; Santos Cruz comandó las tropas de 2006 a 2009 y Floriano Peixoto en 2009-2010.
Hamilton no tiene nada que ver con el mismo grupo, no tiene una amistad con ninguno de ellos y siempre ha sido como un forastero. Pero no tiene nada que ver con los demás que posee: es el vicepresidente de la República, carga “indimitible”. ¿Pero alguien de una junta militar es “dimitible”? Lo que indica que hay de las tensiones latentes en el gobierno.
La junta militar asume con un amplio apoyo de las élites civiles. Los militares son vistos como, quizás, la última oportunidad de implementar un programa para el país que se mantendrá alienar las riquezas nacionales y concentrar la riqueza en una escala nunca vista, sobre el discurso de la “competencia”, el ultraliberalismo y sobre el égida del mercado”.
Bolsonaro es una carta fuera del mazo. Las élites ya habían concluido con Jair Bolsonaro no iban a ningún lado, incluso antes de las grabaciones con Bebianno, que desmoralizar al padre y al hijo de manera irremediable. Los editoriales de O Globo y de O Estado de Sao Paulo fueron definitivos: se terminó. “Deciré O Estado”.
Los marineros (dueños de O Globo), haciendo justicia a la larga tradición golpista de la familia, no se hicieron rogar y pidieron una junta militar para asumir el comando después del gobierno del clan Bolsonaro. Ellos saben lo que quieren.
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Nota:1.- Heleno, a través de dejar la carga en Minustah, ha adoptado la estrategia adoptada por la ONU en Haití. La experiencia de los soldados que instalan cuarteles en los principales barrios de Puerto Príncipe fue el núcleo de las Unidades Policiales Pacificadoras (UPP) desarrolladas más tarde por los militares brasileños en las favelas de Río de Janeiro (NdelE).
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* Editor del portal 247 y de Jornalistas pela Democracia. Traducción de CLAE. Publicado por Abstract Latinoamericano y por POLITIKA de Chile.
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