25 de julio de 1898 - El almirante Miles se dispone a desembarcar por la bahía de Guánica, poblado sureño de Boriquén. El asesino de los pueblos Siux, Cheyenne, Kiwa y Comanche, se presta a una nueva ignominia. Desde el Yale lanza las órdenes.
El cañonero Gloucester abre sus bocas de fuego contra el poblado desprotegido. Los españoles celebraban el día de Santiago. No imaginaron que esa jornada sería de muerte a su imperio en aguas del Caribe.
La invasión fue muy bien preparada. No fue asunto de azar. Meses antes habían enviado a su espía: “El irlandés”. Junto a un puertorriqueño que pensó, como tantos otros, que los gringos vendrían a liberar la patria, hace averiguaciones sobre la bahía, sobre las costumbres de los naturales. Envía su informe.
El 21 de julio, los buques de guerra surcan el mar desde Cuba que resiste el ataque.
Cuando las tropas españolas escuchan los cañonazos tratan de hacer frente: Ya es tarde. La población huye. No hay armas.
Telegramas van de Sur a Norte de la Isla:
Comandante militar Me avisa Heliógrafo vigía de ver frente a Guayanilla once barcos gran porte preguntando Guayanilla lo confirma. Hago tocar llamadas a voluntarios en este momento 7 y 10 mañana.
Comandante militar Comte. Armas Guayanilla ocho mañana dice puntas ventanas y ballena se ven varios barcos en dirección Guánica uno grandes dimensiones blanco dos chimeneas y algunos parecer de vela.
Al Comandante Jefe Operaciones Enemigo desembarcó con gran rapidez mucha fuerza puerto Guánica ocho mañana, protegido por once buques guerra, guerrilla hicieron fuego en retirada resultando un oficial y tres tropa heridos, el teniente guerrilla y cuatro paisanos anteriormente me informaron que el poblado estaba lleno enemigos y con cañones establecidos playa. Yo con la compañía veinte Guardias Civiles nueve guerrilleros total 140 hombres estoy apostado entre hacienda caña Mariani y Ramírez observando movimientos por si puedo impedir que avancen.
***
Es tarde para España, ni Santiago la salva. Sal y sudor en sus caras enrojecidas. El rubio arriba los abrasa.
Bajan caballos y milicias. La rapiña es inminente.
Izan la bandera invasora. Los guerrilleros disparan contra los marinos. Desde el Gloucester contestan el ataque. La guerrilla es diezmada. Deben guarecerse.
Las olas lamen sus botas y los ojos del invasor escudriñan la tierra puertorriqueña. No ve peligro, aún.
Águila Blanca, el líder guerrillero, también los observa…
Nada ha terminado… aún. |