Lares 1868 es deuda perenne. Lares es gesta / ción natural (como todo nacimiento) de nuestra identidad de Pueblo – que como toda criatura es única y diferente a las demás. Identidad no transplantada, impuesta, ni artificial, si no a la medida de los mejores intereses y necesidades de su gente, no a los intereses y necesidades foráneas. La identidad es la fragancia de la Nación, por eso desasosiega y perturba. Como todo lo vital late…
No obstante… lo recuerdo bien: el Capítulo 23 de mi libro de historia de Puerto Rico (José Luis Vivas, Historia de Puerto Rico, ed. 1962) en la escuela superior, ¡Ay, finales años sesenta! Se titulaba: “De un mundo irreal escapan balas”. Llevaba de epígrafe la siguiente cita de Luis Muñoz Marín:
Los nacionalistas viven en el mundo irreal de su imaginación. Su único lazo con la realidad es que las balas algunas veces huyen del mundo de su fantasía y dañan a alguien.
En efecto, allí en el Capítulo 23, en apenas 3 páginas se daba cuenta de la insurrección de 1950, secuencia libertaria del Lares 1868. Y uno pobre ignorante entonces, no acababa de comprender qué era lo irreal, ¿las balas, la insurrección nacionalista, o el “Pueblo cerrado”- como llamó el poeta Hugo Margenat Mediavilla a Puerto Rico:
Hoy es lunes / todo sigue igual en pueblo cerrado / muchos vividores, muchos politiqueros, muchos embustes y miedos / muchos falsos / que tú y yo creíamos hermanos (“El Hoy” en Mundo Abierto (1956).
Por otra parte, en el libro La Nueva Constitución de Puerto Rico (publicada por la UPR en 1954, se le dedicaba nada menos que al concepto político soberanía la siguiente escueta nota:
Aunque hoy debiera ser bien claro que la idea de soberanía es de valor relativo y transitorio, se acostumbra todavía exagerar su importancia y tergiversar su significado. (págs. 119-120).
Pero, ¿cuál es la irrealidad a la que aludía el ex Gobernador Luis Muñoz Marín?, cuando hoy 64 años más tarde vemos a diario cómo de un mundo muy surreal y concreto escapan más balas – muchísimas más – y víctimas inocentes también – que las que dieron motivo al título del Capítulo 23 de nuestro texto de historia de Puerto Rico.
Ahora ciertamente a nadie se le ocurriría titular a un Capítulo “De un mundo irreal escapan balas”. Acaso el aserto resulta ya normal para aquel “pueblo cerrado” que apostaba a su realidad con pretensión Hegeliana de fin de la historia – oponiéndola a la supuesta “irrealidad” del ideario libertario engendrado en Lares 1868.
No, aquella “realidad” – que en mi texto de historia de Puerto Rico se oponía a la “irrealidad” libertaria, legado de Lares 1868 – hoy se ha trocado en surrealidad monda y lironda. ¿No definía acaso André Bretón como el acto surrealista más sencillo el disparar en la calle, con un revólver en cada mano, indiscriminadamente contra una multitud? (Segundo Manifiesto Surrealista).
Hoy, a ciento cincuenta años de la gesta de Lares – entraña de Patria donde el grito de libertad se hizo sangre -, a ciento cincuenta y tantos de mi texto de historia de Puerto Rico ¿Dónde reside la realidad? ¿Dónde late la esperanza? (Tomado de Claridad)
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