¿Surgirá un nuevo independentismo en el siglo 21? |
Escrito por José Che Paralitici |
Domingo, 15 de Julio de 2018 15:45 |
Este escrito va dirigido a hacer una reflexión histórica para analizar si en realidad se puede forjar, o si estamos ya en el camino hacia lo que he mencionado en mi reciente libro: un nuevo independentismo en este siglo.
Llevo mucho tiempo trabajando con el tema del independentismo en Puerto Rico. No he cesado de hacerlo. De mis publicaciones, cinco se ocupan del tema de manera directa, dos, los de la historia de Lares, en algunos capítulos. Por lo tanto, puedo reafirmar que para mí ha sido el tema medular de mis obras, como también de algunas publicaciones en periódicos, revistas y otros medios, asimismo, en múltiples conferencias. Los títulos de mis cinco libros a los que hago referencia son:
Hay que seguir estudiando el independentismo puertorriqueño. Espero y deseo que mis obras sean, de alguna manera, estímulo para que se investigue más este tema de tanta importancia. Como también sirva de base para muchos trabajos académicos y obras que podamos ver publicadas en un futuro cercano.
Todas las naciones del mundo tienen su propia historia de lucha por la independencia de su país. Tienen su historia de la resistencia ante el dominio por parte de otros pueblos o de imperios que los han subyugados. Luchar por la independencia de la nación es un derecho natural de todos los pueblos del mundo. Por lo tanto, continuaremos viendo reclamos de libertad, y luchas –de las maneras que sean– en las naciones que todavía no han logrado sus independencias. Por eso, hoy, en pleno siglo 21, le seguimos el rastro a lo que está sucediendo al respecto en Cataluña y en Escocia, por ejemplo. En ambas naciones se han celebrado referéndums de independencia recientemente. En Cataluña el 1ro de octubre de 2017 y en Escocia en agosto de 2014, en donde se continúa hablando de celebrar otro pronto.
Otro referéndum de independencia se llevará a cabo en noviembre de este año en el archipiélago de Nueva Caledonia, en Oceanía, un territorio no autónomo de Francia. También debemos fijarnos en lo que en lo referente acontece en el País Vasco (Euskadi), en Quebec (celebró su último referéndum de independencia en 1995) y en la nación kurda. Podrían considerarse entre los casos más sonados, aunque no con tanta fuerza como fueron en años pasados, con excepción de los kurdos ahora.
La lista de naciones que reclaman su independencia es mucho más amplia. Por ejemplo, para incluir solo unos casos más: Córcega (Francia), Flandes (Bélgica), Islas Feroe (Dinamarca) y Chechenia (Rusia), entre otras naciones que podrían sumar en total unas 20. Hasta en el propio Estados Unidos hay movimientos independentistas como es en Hawái, Alaska, California, Texas, Vermont, como también en la isla de Guam en el pacífico, y hasta en la nación indígena de Lakota (territorio en parte de Dakota del Norte, Nebraska, Wyoming y Montana). En las vecinas Islas Vírgenes el tema se ha discutido también.
El siglo 21 será uno en que algunas de estas naciones, como otras que no he mencionado, cambien su estatus político con la metrópolis que les domina. No olvidemos, para apoyar esta tesis, que la ONU lleva tres décadas, desde 1990, bautizándolas como la del final de la descolonización en el mundo. Todo esto nos puede llevar a concluir que el asunto de la independencia de Puerto Rico es uno que seguirá vivo, sin duda alguna.
La reflexión de hoy nos encamina a analizar por qué Puerto Rico no ha logrado su independencia luego de casi 120 años bajo la férula de Estados Unidos. En la presentación de mi reciente publicación en Utuado el pasado 2 de septiembre –antes del huracán María– , decía que nosotros en muchas ocasiones somos ingratos con nosotros mismos. Que el puertorriqueño, quizá por su condición colonial, por su siquis colonial, se flagela y se condena así mismo, y hasta se desmerece, sin buscar la razón o sin analizar la situación histórica. Veamos:
–¿Era fácil luchar por la independencia de Puerto Rico en contra del fuerte imperialismo estadounidense que se forjaba a finales del siglo 19 y principios del 20?
–¿Qué pudo hacer Cuba?, por ejemplo. A la hermana Antilla hasta le impusieron la Enmienda Platt como condición para reconocerle su independencia en 1902. No en balde se habla de que la independencia de Cuba parte de 1959 con la victoria de la Revolución Cubana dirigida por Fidel Castro.
–¿Qué pudo haber hecho Filipinas?, como otro ejemplo. Estas islas del Pacífico que se enfrentaron con tesón revolucionario a los invasores estadounidenses en 1898 sufrieron la más brutal y despreciable represión contra una nación. En los primeros diez años de sometimiento colonial fue algo brutal – hasta el punto de clasificarse históricamente como de genocidio cometido por Estados Unidos al calcularse que hubo más de un millón de muertos, casi una sexta parte de la población filipina. La gendarmería de Estados Unidos quemó aldeas, torturó y ejecutó prisioneros, quemó iglesias, cavó fosas para enterrar cientos de filipinos, y un penoso etcétera.
En mi trabajo reciente expongo –citando a otros historiadores– que Estados Unidos, ya habiendo logrado consolidar su dominio continental, de este a oeste, entonces se expandió a ultramar, por el Pacífico y por el Atlántico. Entonces, les pregunto, ¿hubiese sido fácil para los independentistas puertorriqueños enfrentarse al nuevo imperio que estaba consolidándose? ¿Hubiese sido táctico, pragmático o sensato enfrentarse a militares con la experiencia genocida de un Nelson Miles quien había participado en la Masacre de Wounded Knee en 1890? Solo presento breves casos históricos para que reflexionemos, ya que hay quienes escriben y hablan de que no hubo valentía ni coraje para enfrentarse al “americano”.
No podemos olvidar tampoco que para cobrar deudas Estados Unidos invadió países, y con sus fuerzas militares se apoderó de gobiernos y los controló por años, como lo ejecutó en la hermana República Dominicana de 1916 a 1924. Menciono este hecho solo para dar un ejemplo, porque se pueden sumar otros, como muy bien deben conocer ustedes.
Comenzando el siglo 20 –como explico en mi reciente libro presentado por los colegas Mario Cancel y José Anazagasty– el independentismo entró a una nueva etapa colonial que los desconcertó, aparte de la represión que de inmediato comenzó a recibir por parte de Estados Unidos. Fueron unos primeros 31 años que muy poco pudo hacer el independentismo para adelantar la independencia.
Es, entonces, con la presidencia de Pedro Albizu Campos en el Partido Nacionalista de Puerto Rico en que se inició en Puerto Rico un primer nuevo independentismo en la década de 1930. Esta década rompe el patrón que el independentismo venía llevando hasta entonces. Comienza en esa década un nuevo estilo y una nueva acción política independentista. Llamo “nuevo independentismo” siguiendo la línea de los líderes independentistas César Andreu Iglesias y Juan Mari Brás a grandes cambios que entran en acción en el movimiento independentista luego de un fuerte reflujo.
En esta ocasión, en la década de 1930, se llevan a cabo nuevas tácticas, incluyendo la confrontación agresiva y un tipo de lucha armada. Se comienza a usar en esa década la tecnología a favor de la difusión de la ideología independentista, específicamente con el uso de la radio que hacía poco se había establecido en Puerto Rico. Surge también un nuevo activismo universitario. Se consiguen o se solidarizan voces y plumas internacionales que apoyan la independencia de Puerto Rico, incluyendo a un congresista de Estados Unidos, etcétera. Sobre este particular expongo más detalles en mi reciente publicación.
Al mismo tiempo el independentismo, o específicamente, el nacionalismo, se enfrenta a una cruda represión política incluyendo las conocidas masacres de Río Piedras y Ponce en 1935 y 1937, respectivamente. Además, el país pasaba por un dificultoso momento cargando con una fuerte depresión económica y con la tragedia de los huracanes San Felipe en 1928 y San Ciprián en 1932 que destrozaron al país y causaron cientos de muertes. Fueron también años de muchas huelgas y de una cruda explotación de todo tipo al trabajador en Puerto Rico.
La siguiente década fue una continuación de la anterior, represión, persecución, imposición del servicio militar obligatorio y una gran militarización del país. Sin embargo, es este período, el de las décadas de 1930 y 1940 –y es algo que nos debe llevar a la reflexión hoy– cuando más fuerte y más cerca de las posibilidades de obtener la independencia ha estado Puerto Rico. Miremos estos ejemplos comenzando por la década de 1930:
Dijo el escritor y académico Manuel Maldonado Denis sobre este período histórico de esta década: “Esa fue la hora cuando Puerto Rico estuvo más cerca de la independencia”. ¿Por qué no se logró? Sin entrar en campos profundos hay que recordar que hablamos de un período pre Segunda Guerra Mundial –ya Puerto Rico formaba parte de ese andamiaje militar que Estados Unidos estaba construyendo– y no iba a ceder un territorio ubicado en una zona sumamente estratégica.
Saben ustedes que Puerto Rico fue luego súper militarizado con construcciones de bases militares de todas las ramas de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Llegamos a tener al poco tiempo el 13 % de nuestras tierras en uso militar. Esto es sin contar los experimentos y ejercicios militares llevados a cabo en tierra, agua y aire de Puerto Rico. Otros historiadores, como Jorge Rodríguez Beruff, por ejemplo, han investigado muchísimo sobre el tema y han publicado obras muy valiosas que detallan y analizan lo que expongo a ustedes.
Estados Unidos no iba a ceder de ninguna manera. Sobre esto nos dice Carlos Gallisá, en su obra Desde Lares, que el imperio diseñó su “primera gran estrategia para derrotar al independentismo para las elecciones de 1936”. Tenían que hacer algo ante la fuerza que presentaba entonces el independentismo que incluía también hasta al Partido Liberal de Antonio R. Barceló, que era la mayor fuerza política del país. El Partido Liberal incluía la independencia en su programa político. Luego, como deben saber ustedes, hubo un distanciamiento entre Barceló y Luis Muñoz Marín que llevó a éste a romper con el Partido Liberal y fundar poco más tarde el Partido Popular Democrático. Sin embargo, el futuro primer gobernador electo de Puerto Rico para las elecciones de 1940 separa el asunto del estatus político de la campaña electoral. Se enfocó en lo económico.
No obstante, durante la década de 1940 el independentismo se granjeó un apoyo impresionante. Aunque Muñoz Marín no llevaba el asunto del estatus como prioridad sí los miembros de su partido continuaban la línea de la independencia, al punto que participaron en los dos multitudinarios congresos Pro Independencia celebrados en el estadio Sixto Escobar en San Juan en 1943 y 1944. Dos eventos impresionantes que llenaron el famoso estadio con delegados de todos los pueblos del país. Incluso, participaron algunos alcaldes. Sobre estos eventos históricos les recomiendo la lectura de la obra de la historiadora Amalia Alsina Orozco.
La década de 1940 fue una en la que el independentismo vuelve a ser víctima de la represión, aunque no al nivel de la década anterior. El nacionalismo siguió siendo encarcelado, hasta el punto de que cinco directivas del Partido Nacionalista de Puerto Rico estuvieron en prisión en ese decenio. Para esos años unos 80 nacionalistas fueron a prisión por la imposición de la Ley del Servicio Selectivo, que imponía el servicio militar obligatorio a todos los varones desde la edad de los 18 años. Fue a finales de ese período cuando se impuso en Puerto Rico la Ley 53, mejor conocida como la “Ley de la Mordaza”.
No hay que entrar en detalles de lo ocurrido a los pocos años. En la década de 1950 unos 200 independentistas fueron presos por esa ley, más los que fueron encarcelados a consecuencia de la revolución nacionalista de 1950, por el ataque a la Casa Blair y en el Congreso estadounidense, entre otros casos, tanto en Puerto Rico como en el mismo Estados Unidos. Hago este corto recuento porque es obvio pensar que la situación no era nada simple ni alentadora para el independentismo en general, más allá del nacionalismo que fue el sector que más represión sufrió.
Sin embargo, en las elecciones de 1952 el Partido Independentista fue la segunda fuerza electoral, detrás del Partido Popular Democrático obteniendo casi el 20 % de los votos. De la gran fuerza electoral obtenida por este partido que había sido fundado en 1946, poco a poco fue perdiendo su fuerza electoral. Fueron muchas las razones para que el PIP fuera perdiendo el sitial electoral alcanzado al punto de no lograr los votos suficientes para quedar inscritos en las elecciones de 1960 y en las dos subsiguientes.
Entonces, es de pensar que la drástica baja electoral del PIP, más la represión sufrida en la década de 1950, más todos los encarcelamientos que hubo, y que todavía en los sesentas quedaban más de 50 nacionalistas en prisión, el independentismo sufriera un retroceso, una caída como nunca la había tenido. Ya era el cúmulo de tres décadas de represión –de 1930 a 1960– y de muchos ataques por todos los flancos de la vida de los independentistas, incluyendo los excesivos miedos que se le inculcaba a la población con la independencia. Miedos que Muñoz Marín afianzó a finales de la década de 1940 al comparar la independencia con las dictaduras de entonces en América Latina, con el hambre que se pasaba en algunos países independientes y hasta con la Revolución Cubana luego de 1959.
Tras la fundación del ELA ¿Qué sucedió con el independentismo ante este panorama de debilidades, miedo, represión y prisioneros políticos? En esas circunstancias tan duras, difíciles y tormentosas cualquiera podría concluir que era el momento para una debacle mayor, y quién sabe si hasta llegar a pensar que sería el fin para el independentismo, y mucho más en los mejores momentos para el Estado Libre Asociado (ELA) y para el PPD, que se jactaba para esos días de proyectar a Puerto Rico como “la vitrina del Caribe”. Pues, sucedió algo increíble, todo lo contrario a lo que podría esperarse, comenzó a surgir lo que se ha denominado “un nuevo independentismo”, expresión que el líder independentista Juan Mari Brás le atribuye al escritor, periodista y luchador independentista César Andreu Iglesias.
La génesis de ese otro “nuevo independentismo” Mari Brás la ubica con la organización de un grupo de jóvenes universitarios que en 1956 fundaron la conocida Federación de Universitarios Pro Independencia (FUPI). A los pocos años, a finales de la década de 1950, se fundan otras organizaciones independentistas que se sumaron para ir construyendo un nuevo camino hacia la ruta independentista de Puerto Rico. Estas organizaciones fueron el Movimiento Pro Independencia (MPI) y Acción Patriótica Unitaria (APU). La primera liderada por Mari Brás y la segunda por Ramón Medina Ramírez, quien había sido un destacado líder del Partido Nacionalista y quien había estado en prisión, igualmente cinco hijos suyos, todos víctimas de la ley del Servicio Selectivo.
En mi último libro doy a conocer (p. 187) unos puntos que son fundamentales para analizar el porqué del éxito de ese nuevo independentismo en esos tiempos tan espinosos. No olviden que todavía se encontraban en prisión decenas de nacionalistas, entre estos José (Pepe) Rivera Sotomayor, alguien quien se había destacado en la dirección del nacionalismo por muchos años y Blanca Canales, la conocida jayuyana que fue una de las combatientes en su pueblo durante la revolución de 1950. También Carmín Pérez, la lareña que estuvo con Albizu Campos cuando fue arrestado en 1954. Tampoco hay que olvidar a los cinco nacionalistas que estaban presos en Estados Unidos tanto por el ataque a Casa Blair en 1950 y al Congreso de Estados Unidos en 1954, y a otros que residían principalmente en la ciudad de Nueva York.
Les invito a leer estos puntos sobre porqué el éxito del nuevo independentismo, lo que incluyo en el primer capítulo de la segunda parte del libro. Lo interesante es que este segundo nuevo independentismo comienza tan radical o más que el primer independentismo iniciado por Albizu Campos en 1930. Se organizan grupos clandestinos y radicales desde mediados de 1960 que llevan acciones de varias índoles hasta por lo menos 1985. Resulta también que con este nuevo independentismo se desata otra ola represiva que va a durar por espacio de unas tres décadas, hasta casi el inicio de 1990. Represión durante este tiempo que llevó a todo lo que nos podemos y no podemos imaginarnos que se podría cometer contra alguien por sus ideas políticas, incluyendo el asesinato. En La represión contra el independentismo: 1960-2010, incluyo detalles.
Ese nuevo independentismo, al igual que el primero, desarrolló tácticas radicales contra diferentes objetivos tanto del sistema político como del económico. Trajo, además, el surgimiento de grupos clandestinos que comenzaron a actuar a mediados de la década de 1960. Hay que destacar también que este segundo nuevo independentismo, al igual que el primero, presentó inéditos estilos de lucha, nuevos estilos de hacer política, que lograron, como anteriormente, masificar el apoyo y la militancia independentista. Un apoyo y una militancia que llegó al punto de llenar coliseos y estadios y de organizar marchas multitudinarias con decenas de miles de participantes, entre otras grandes actividades. Además, logró influir en muchos campos de la sociedad puertorriqueña, como fue, entre otros, el obrero, el sindical, el juvenil y estudiantil, el ambientalista, el cultural, el académico y el comunitario, entre otros.
No puede dejarse de enfatizar que también, al igual que el primer nuevo independentismo, el segundo sufrió una fuerte represión, de todo tipo, hasta el asesinato. El momento más desgarrador se da para la década de 1970. He cuantificado trece asesinatos de independentistas en ese período, incluyendo al hijo de Mari Brás, Santiago (Chagui) Mari Pesquera, quien fue asesinado recién había finalizado sus estudios universitarios y en plena campaña electoral de 1976, siendo su padre candidato a la gobernación por el Partido Socialista Puertorriqueño.
Ese segundo nuevo independentismo se extendió, según mi análisis, hasta finales de la década de 1980. El 30 de agosto de ese año el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) llevó a cabo 38 allanamientos y 16 arrestos a independentistas. Se dice que, con este operativo del FBI, conjuntamente con otras agencias federales, que movilizó más 200 agentes y alguaciles, se le dio el gran golpe al movimiento clandestino independentista que llevaba unos veinte años activo. Por otra parte, en esta misma década de 1980 también viene a menos, se debilita en extremo lo que fue una de las organizaciones más exitosas que ha tenido el independentismo en su historia, el Partido Socialista Puertorriqueño. Al punto de que su debilidad lo lleva a unirse a otra organización y fundirse en una sola, el Nuevo Movimiento Independentista Puertorriqueño. Desde entonces hablamos de que estamos en los momentos de debilidad de lo que fue el segundo nuevo independentismo.
Pero, a la vez, ya se habla, como sucedió anteriormente, en la década de 1930 y de 1960, que luego de la debilidad y de los momentos muy difíciles del independentismo también surge alguna “chispa”, para decir de alguna manera, que lleva al resurgir de otro nuevo independentismo. Del primero al segundo “nuevo independentismo” hubo un lapso de treinta años, ya también van unos treinta años desde el debilitamiento del segundo independentismo a hoy.
Un nuevo independentismo en el siglo XXI Comencemos a analizar si estamos en camino hacia un nuevo independentismo en este siglo 21.
Situaciones como las que se dieron en los dos primeros “nuevo independentismo”, por ejemplo, la cruda represión y asesinatos, el alto número de encarcelamientos, las altas sentencias carcelarias, el fuerte discrimen y persecución política, entre otros puntos que significó gran aversión contra el independentismo, no se han dado en las dos últimas décadas y menos está ocurriendo en estos momentos, al nivel de entonces. Esto nos debe llevar a lo que denomino un preámbulo a esta reflexión.
Primeramente, preguntarnos, ¿estamos en la génesis, o entramos ya en el camino de un nuevo independentismo en el siglo 21?, un siglo ya en desarrollo y en rumbo a su primera quinta parte. Sostengo de entrada en este análisis que tenemos las mejores condiciones –quizá en toda la historia colonial nuestra– para comenzar, o darle fuerza, a otro nuevo independentismo que nos lleve en esta ocasión al fin que se busca, el logro de la independencia de Puerto Rico.
En el último capítulo de mi libro (pp. 347 a 357) titulado “¿Surgirá un nuevo independentismo en el siglo 21?”, expongo 25 puntos que a mi entender dan base para sustentar que estamos en el camino, con las situaciones que se están dando, para que Puerto Rico logre su independencia. Además de esos 25 puntos, puedo añadir otros que creo importante incluir luego de la reciente publicación. Después del huracán María, es indispensable ampliar la lista, lo que he hecho, de manera sucinta. Veamos algunos puntos:
Por otro lado,
Para finalizar, hay que traer el tema, aunque de manera fugaz, de la situación de Puerto Rico después del huracán María. Este huracán, al decir del académico Emilio Pantojas –también en la asamblea de historiadores– aceleró el país en ruinas y descorrió el velo colonial. Con María el pueblo ha visto y vivido la dejadez y la falta de compromiso del gobierno de Estados Unidos de ayudar con urgencia a Puerto Rico y de no actuar con un profundo altruismo. El pueblo desconfía en FEMA, en el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos y hasta en el mismo Congreso estadounidense que tardó unos cinco meses para aprobar unos proyectos de ayuda, pero condicionada. El pueblo hasta ha sido testigo de casos de corrupción con compañías estadounidenses, del favoritismo para otorgar contratos de exagerados sueldos a personas que proceden de Estados Unidos. De la laxitud y del poco compromiso y obligación de cumplimiento de compañías aseguradoras. Y mientras todo esto sucede, y más, la situación con la ley PROMESA, ha sido, como el mismo Pantojas describió, la calamidad después del colapso.[1] ¿Qué nos espera, hacia dónde vamos? En conclusión, ¿qué sucederá ahora? ¿Qué nos espera? ¿Ocurrirá como sucedió en la década de 1930 que la emigración detuvo un posible estallido social en Puerto Rico?, como expuso el economista Argeo Quiñones, también ante el grupo de historiadores puertorriqueños. El propio economista concluyó que antes de María existía ya la crisis y la depresión económica en Puerto Rico, y que la implosión social estaba en marcha, con el empobrecimiento y la desigualdad social. El Puerto Rico de hoy se parece al del posterior a los grandes huracanes del siglo 20 y en el que compañías extranjeras se aprovecharon de la situación, por lo que hoy sufrimos lo que otras generaciones antes habían sufrido. ¿Qué hará el pueblo en general? ¿Qué hará el independentismo?
Estamos ya a 120 años de dominio colonial de Estados Unidos, a más de 60 años del fracaso del ELA, en la “era de una hipercolonia”, como llama Campos.[2] Estamos en un momento en que el pueblo ha dado pasos de avance, quizá sin notarlo. El tiempo pasa, hacemos caminos y no nos damos cuenta, tal vez, de todo lo luchado, laborado y de todo lo que hemos construido…
¿Hace más de 40 años –pregunto– se hablaba de la manera en que se expresa hoy sobre el término colonia, sobre el concepto nacional? ¿Se podía exhibir antes nuestra bandera como se hace hoy? ¿Se hablaba antes de la opción descolonizadora de una libre asociación y de la soberanía, dentro del PPD, como se hace hoy? ¿Se había logrado victorias tan contundentes como la de sacar la Marina de Estados Unidos de Vieques, como también se logró sacarla de Culebra años antes? Son muchas las victorias que ha tenido el pueblo, incluso sectores comunitarios, en las que los independentistas han sido portavoces, dirigentes, líderes y protagonistas, junto a otros sectores de la sociedad puertorriqueña. La historia nos da pruebas de victorias y es necesario repasarlas, entronizarlas y hasta exaltarlas. Nuevas generaciones deben conocer la historia. No se está comenzando en cero.
Otro aspecto sumamente importante y que hay que unirlo a la reflexión, es un tema que conversé hace unos días con un amigo que reside en la capital de Estados Unidos y quien conoce y trabaja en el campo del análisis político. Analizaba mi amigo que cuando los argelinos lograron su independencia en la década de 1960 gran parte de la victoria independentista se debió a la aportación y lucha de los argelinos que residían en Francia, en la cabeza del propio imperio francés. Según sus datos, residían entonces en Francia un emigrado argelino por cinco nacionales en Argelia. Hoy la realidad puertorriqueña no compara con la de los argelinos. El número de boricuas residentes en Estados Unidos es casi el doble de los boricuas que residen en Puerto Rico. Nuestra nación es una, y desde allá, de las propias “entrañas del monstruo”, como decía José Martí, se espera que surjan muchas alternativas, muchas aportaciones y muchas acciones. Nos tenemos que unir más. No se puede descartar nada, incluyendo apoyo a la independencia de congresistas estadounidenses, como ha ocurrido antes.
Tampoco se puede excluir la posibilidad de que no independentistas ahora, se unan al reclamo de la independencia en el futuro. Hay muchas posibilidades en este siglo 21, quizá se está en el inicio de un nuevo independentismo que termine de construir el camino iniciado por tantos luchadores y patriotas desde hace ya más de 200 años.
Conferencia auspiciada por el Centro de Investigación Social Aplicada del Departamento de Ciencias Sociales del Recinto Universitario de Mayagüez, realizada el 5 de abril de 2018. (Ligeramente editada y corregida para fines de su publicación aquí).
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