Nina ha sido la única persona procesada por las autoridades federales a raíz del 1ro de mayo de 2017, sucesos que hay que mirar con nueva luz después del informe del monitor de la Policía. Se ha dicho hasta la saciedad que es un caso escogido para dar escarmiento, para que no se nos ocurra ni abrir la boca.
Cuando el Comité de Amigos y Familiares de Nina Droz denunció las violaciones de derechos a Nina, tanto en el Metropolitan Detention Center (MDC) de Guaynabo como en la prisión en Tallahassee, no pude menos que recordar aquella película (1980) en la que el alcaide de una prisión pone al descubierto el mundo de podredumbre y corrupción que allí reinaba. En la envilecida urdimbre carcelaria colaboraba todo el sistema: guardias, supervisores, reos con privilegios.
Brubaker es la película, inspirada en la experiencia del penalista Tom Murton, nombrado en 1967 para poner orden. Fue destituido un año después por la “incomodidad” que causaron sus señalamientos y las atrocidades descubiertas.
Cincuenta años después, Nina Droz es sometida en el MDC a 28 días en solitaria sin los procesos reglamentarios; además de 6 meses sin acceso a la comisaría y sin visitas. Añadamos tratos como recibir alimentos sin utensilios para que los comiera con las manos, privarla de iluminación eléctrica al caer el día y hostigamiento por parte de un oficial, quien pasaba por la puerta de su celda tirándole besos y guiñadas. Todo esto y más ha sido señalado por el Comité.
En Tallahassee fue puesta en solitaria 14 días por traducir al inglés la carta de una reclusa que reclamaba servicios médicos urgentes y medicamentos para confinadas con condiciones severas: cáncer, diabetes, hepatitis C y HIV. Como dijo el licenciado Eduardo Villanueva: lo que para la prisión o el tribunal puede parecer un agravante, en realidad es un atenuante; una presa, Nina, que colabora en un esfuerzo para que otras reciban atención médica impostergable.
Sumemos las recientes denuncias de la madre de Nina sobre acciones de oficiales del MDC para obstaculizar sus visitas, en muchas ocasiones con el saldo concreto de que no puede verla. Después de María, y a pesar de contar el MDC con una cisterna de 500,000 galones, no les facilitó a las reclusas y reclusos, por siete días, agua para asearse ni para los inodoros, a pesar de las condiciones de calor y de insalubridad. ¿Para beber? Una sola botellita de agua al día. Cuando trasladaron las reclusas desde Tallahassee, estuvieron 20 horas esposadas de pies y manos sin acceso a alimentos ni a baños. En la guagua que las transportaba desde nuestro aeropuerto al MDC, algunas no soportaron más y se orinaron.
Nina ha sido la única persona procesada por las autoridades federales a raíz del 1ro de mayo de 2017, sucesos que hay que mirar con nueva luz después del informe del monitor de la Policía. Se ha dicho hasta la saciedad que es un caso escogido para dar escarmiento, para que no se nos ocurra ni abrir la boca. Aquel día, una joven sobresale por su estatura, pelo rojo y tatuajes. Parecía el objetivo idóneo. Si, al investigar, se descubre que, como parte de su personaje en una película, Nina se refiere a sí misma como “la chica que respira fuego”, se construye astutamente una caracterización desviada de la joven. Al hablar sobre ella después del 1ro de mayo, se menciona la alegada existencia de una organización terrorista involucrada “en el caso” que las agencias federales “están investigando”. Nina queda como un ángel exterminador; como Abadón, uno de los caudillos (tradición hebrea) del “imperio de las tinieblas”. Daba inicio la demonización de Nina Droz. En un país en el que algunos sectores crean y fermentan el odio, muchos lo han creído.
Muchas actividades se han estado realizando para llamar la atención a las injusticias que se cometen con Nina, mi sobrina, y ya estamos en las vísperas de otro 1ro de mayo. Las violaciones de derechos que ha sobrellevado en prisión encarnan lo que han sufrido y siguen sufriendo muchas otras mujeres en el sistema carcelario, tanto aquí como en Estados Unidos.
(El Nuevo Día) |